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Región  |  30 abril de 2018  |  12:00 AM |  Escrito por: Rubiela Tapazco Arenas

Un viaje por la cultura del Quindío: Filandia, una historia para conocer

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Por Henry Plazas Olaya y Roberto Restrepo Ramírez

Reconocer la historia, no sirve para predecir el futuro, pero si sirve para entenderlo y tomar mejores decisiones para el futuro.

Cuando llegaron los españoles a nuestras tierras en 1540 al sitio que hoy ocupa Pereira, y que emplazaron en ese momento como Cartago, encontraron a los pueblos prehispánicos en esta región, conocida genéricamente con el nombre de Quimbaya. Tenían una agricultura muy productiva, no solo en comestibles, sino que también elaboraban cerámica y orfebrería, habitando esos pueblos los actuales departamentos de Quindío, Risaralda, Caldas y Norte del Valle.

La conquista redujo la población de varios millones a solo algo más de 650.000. Los indios perdieron sus tierras y fueron sometidos, explotados como esclavos y su cultura destruida. Los pocos que quedaron huyeron hacia el Chocó y el territorio fue despoblado por más de 200 años.

No fue sino por la intervención del oidor y visitador Mon y Velarde que en 1789 mediante un cambio en la Administración de la Provincia de Antioquia, cuando se incrementó la construcción de vías como forma de dar “empleo a los vagos” (no sin antes apresarlos) y estimular la colonización hacia el sur de Antioquia, mediante concesiones entre las cuales figuraba la de Burila, que tanto daño hizo a los primeros colonos.

Durante el tiempo de colonización se hallaron tumbas indígenas con valiosos objetos de oro y se descubrió la quina como remedio contra el paludismo. Realizaron numerosos hallazgos de tumbas en La Tebaida, Pueblo Tapao, Montenegro, Quimbaya, en La Virginia, Calarcá, Barcelona y en general en todo el Quindío. Filandia no fue ajena a este proceso de hallazgos de tumbas con piezas de cerámica y oro. Esta población, antes Novilleros o Nudilleros, fue sitio de paso del llamado “Camino del Quindío”, entre las provincias del Cauca, Antioquia y Cundinamarca, vía peatonal muy difícil, que adquirió mucha importancia después del paso del Libertador Simón Bolívar en 1830.

Hace 200 años, algunos llamados Patriotas soñaron con una República plena de derechos para todos. Muchos se esforzaron por establecer gobiernos a partir de la voluntad del pueblo y desde hace más de 100 años se ha tratado de reducir la pobreza, mejorar la distribución de la propiedad de la tierra y mejorar los niveles de vida, aunque los resultados parecen contradictorios

Hoy no hay esclavos, los derechos de las personas no dependen del color de su piel o de su ancestro genético, las mujeres han logrado nivelarse con el hombre, aunque no completamente; las personas pueden escoger su religión y expresar sus opiniones libremente y los gobernantes no son nombrados ni por la corona española ni por los superiores jerárquicos: son elegidos por los ciudadanos.

La vida de todos ha cambiado, la cantidad de hijos por madre se ha reducido y la esperanza de vida ha llegado a más de 70 años, la mortalidad infantil se ha reducido y todos los jóvenes van al estudio,

Sin embargo, todavía muchas personas viven en la pobreza, la justicia no funciona tan bien como se quisiera, el clientelismo se convirtió en el eje de la política y la corrupción es una práctica habitual que ha permeado desde alcaldías y gobernaciones hasta senadores y los más altos magistrados

Para entendernos, es necesario estudiar el pasado. Conocer la tragedia de la conquista con la desaparición genocida de la casi totalidad de los indígenas y el absoluto despoblamiento de dos siglos de los antiguos habitantes de estas provincias y seguidamente, con la colonización antioqueña entendida como la necesidad de ampliar las tierras explotables para acrecentar los ingresos del Virreinato, más la presencia de oro en tumbas indígenas que nadie reclamaba, hizo de su saqueo, una historia de despojo, donde el guaquero además que tumbaba selva impenetrable a golpes de hacha, también acababa con la herencia milenaria de sus ancestros, sin alguna seña de arrepentimiento.

Entender esta historia ayuda a comprender porque los conceptos de Democracia, respeto por las ideas ajenas, liberalismo, socialismo, participación, emprenderismo y solidaridad, apenas llegaron o tocaron superficialmente a nuestros compatriotas, mientras que los mitos, ideas preconcebidas, utilitarismo, despojo del más débil, fanatismo, aprovechamiento de la oportunidad, así sea torcida, tráfico hasta de conciencias, intolerancia y su hija, la violencia, han marcado nuestra manera de ser.

Desde el sentido del viaje de una historia del Quindío, hoy decidimos visitar Filandia. El primer sitio de reconocimiento histórico, que también se potencia al turismo, debe ser un museo. Por eso es indispensable reconocer los valores de una sociedad que por medio de los objetos de uso doméstico, celosamente guardados en el único que existe en el municipio, llamado Museo Casa de los Abuelos,nos da cuenta de esas realidades. Allí todavía se conservan las pertenencias de los ancestros, muebles tallados a mano por Arcadio Arias, la colección de arriería de José Valencia, los objetos de guaquería de Álvaro Páez, el mostrador de la tienda de Hilda Cárdenas, la cestería de Marino López y los cuadros de la pintora Olga de Chica, entre otros objetos de la memoria. Son valores de una cultura que pueden observarse para regocijo de una historia pasada.

Es una lástima que los sitios donde se encontraron tumbas no se hubieran conservado siquiera in situ. Hoy en día serían ellos los lugares donde el turista hubiera podido encontrar un punto de interés, además de los objetos arqueológicos de cerámica que se exhiben en la Casa de la Cultura. Hoy sabemos que muchas piezas de oro que están en los museos del exterior, que pertenecen a eso que se llama hoy en el imaginario colectivo de Colombia como el Tesoro Quimbaya, está en España y fue localizado en dos sepulturas en la vereda La Soledad en 1890.

Recorremos la historia del municipio conociendo sus calles, que también tienen sentido histórico. Especialmente, la Calle del Tiempo Detenido, donde se filmó en 1987 la película “Milagro en Roma”. La calle del convento, donde está la Institución Educativa más antigua de Filandia, el colegio del Sagrado Corazón de Jesús. También entran en el repertorio histórico muchas casas de bahareque, que hoy lamentablemente están siendo refaccionadas en sus espacios externos e internos. Pero la joya patrimonial es el templo parroquial, donde se pueden encontrar 22 columnas de madera que sostienen la estructura general, y que en el siglo XIX eran árboles de barcino, provenientes de otro tesoro natural que tiene Filandia, el Bosque de Bremen.

Conocer Filandia con perspectiva histórica es destacar sus eventos. Actualmente se realiza el Festival Camino del Quindío, como una manera de homenajear a la ruta que originó la creación de esta región y que bordea el Bosque de Bremen. También está el relicto boscoso de Barbas, la casa natural de los monos aulladores y el mejor inventario de aves. Donde también se pueden avistar las terrazas arqueológicas, celosamente cuidadas por Don Álvaro Camargo, sitio que también merece ser conocido.

Hacer remembranza de la historia, que también en Filandia toca a muchos personajes, es recordar a los desaparecidos, como Cobaco, pero también a los presentes, como Óliver, que alegran las calles del municipio a su paso.

Turísticamente existen hitos que tampoco se pueden desligar de lo histórico. Está el barrio San José, o sea, el sector de los artesanos del canasto. Está el cementerio La Inmaculada, que todavía tiene panteones funerarios antiguos. Y al frente de este monumento está la torre mirador de 27 metros de altura, elevada sobre una colina que también es histórica porque allí otro personaje apodado Chun lanzaba al viento las cometas más grandes de Colombia.

Esa es la historia, que en este caso referencia a Filandia y que como puede ocurrir en cualquier municipio del Quindío, está llena de sacrificios, heroísmos, desaciertos y tropezones. Puede enseñarnos a ser más tolerantes, menos fanáticos por las ideas de algunos, nos ayuda a ser más escépticos y entender que una solución no lo resuelve todo y que las ensayadas en el pasado, y que no fueron exitosas no se deben repetir, ni querer atender los problemas con modelos foráneos. Y sobre todo, ser conscientes que para hacer un turismo sostenible en Filandia necesitamos tener en cuenta las tradiciones y ser fieles a los modelos constructivos. Por eso el turista también debería visitar el Centro de Interpretación del Bejuco al Canasto, y entrar a algunas casas históricas para conocer el ambiente cálido del bahareque.

Es necesario conocer la historia, investigar, documentarse, revisar periódicos, internet, escuchar relatos, observar las obras y monumentos que se han levantado en las ciudades, o indagar el porqué de su ausencia o desprendimiento, leer las fuentes y criticar la veracidad de los relatos, descubrir la diferencia entre mitos y realidades. Entender que entre todos construimos la historia como parte de nuestra responsabilidad personal de ser ciudadanos.

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