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Columnistas  |  05 mayo de 2024  |  12:00 AM |  Escrito por: Gustavo Hernández Castaño

“Mano lava mano”

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Gustavo Hernández Castaño

Por: José Gustavo Hernández Castaño (*)

Los refranes populares que van surgiendo y se van conformando como parte de la cultura de los pueblos, es decir, los referidos a las cosas que se van diciendo en el camino, en el lenguaje académico se conoce como paremias.

La palabra “paremia” proviene del griego paroimia, compuesta por el prefijo para, que significa “junto a” o “parte de”, y de la palabra oímos, que significa “camino”.

A estas expresiones el poeta español, Antonio Machado, las llamaba “sabiduría del caminante”.

Las expresiones “Mano lava mano”, Una mano lava a la otra, y ambas la cara”, son de ese tenor, paremias. Aluden a la necesidad de ayudarse unos a otros para conseguir las cosas, al tiempo que recuerda la obligación de corresponder a las ayudas que nos prestan. Se refiere también al alivio o a la ventaja de que alguien nos ayude para acabar antes y con menos esfuerzo, significante del sentido de cooperación, del trabajo en equipo, del principio de solidaridad, ha devenido, ha migrado, hacia otro significante, el de corrupción.

Refrán muy utilizado en el ejercicio político, muy común en la administración pública y argumento traído para generar gobernabilidad. “Mano lava mano”, igual a decir “yo te doy y tú me das”.

Traídas estas expresiones a la realidad política de los últimos tiempos, no son más que la sintetización de los negocios o los acuerdos que se hacen “por debajo de la mesa” (entendida como la negociación que se hace a escondidas). Estos pactos, estos acuerdos, estas negociaciones ya no tienen nada que ver con la colaboración en el sentido ético, con la cooperación en la búsqueda del bien común, con el trabajo en equipo para producir mejores resultados. Ahora su significado es otro, y bien distinto, es el negocio, es el pacto, es el acuerdo corrupto, por debajo de la mesa, para obtener beneficios ambos, el corruptor y el corruptible. Y, lo que es peor, los negocios donde se comprometen los recursos del Estado, los recursos públicos, los recursos que son de los ciudadanos y la ciudadanía y se los apropian “los vivos”, los corruptos.

Grandes grupos de delincuencia organizada (GDO), se tornan “filántropos” en épocas de campaña, pues, son sus financiadores. Se relacionan, se entrelazan, se amigan con dirigentes políticos corruptos para financiar campañas, los cuales, obtenido el resultado, ya elegidos (los corruptibles), lavan la mano del financiador (el corruptor) que no es otra cosa que el lavado de los dineros sucios de las bandas criminales a través de empresas legalmente constituidas para lavar sus activos, con los dineros limpios, los dineros del erario público, a través de contratos oficiales.

Ese pacto, no es más que un pacto de gobernabilidad entre los GDO y quienes logran ser la autoridad elegida y respaldada por el voto popular, dando legitimidad a ese pacto de gobernabilidad en favor de la delincuencia organizada. Es la gobernabilidad del crimen, en términos de los académicos. Es la gobernabilidad que les permite seguridad y protección, es la gobernabilidad que les permite control territorial. No necesitan tener presencia física, propiamente dicha, la tienen a través de otros (otras delincuencias locales), como igual ocurre en los procesos de tercerización laboral, mediante la tercerización criminal. Las autoridades de gobierno y de Estado, lo saben, lo conocen, a todos los niveles, y lo conocen con propiedad.

Los vínculos entre la política y la parapolítica; entre los políticos y los parapolíticos, ya no se hacen por debajo de la mesa, se han legitimado tanto, que ya lo hacen “a ojos vista”.

Se sabe, es de conocimiento público las relaciones de políticos Quindianos con grupos delincuenciales organizados. Los medios de comunicación nacional: El Tiempo, El Espectador, Caracol, Semana, RCN, Las dos orillas, los periódicos locales, la Crónica, El Quindiano, registraron el 6 de enero de 2021, la captura en una finca de recreo de Filandia, Quindío, de John Fredy Zapata Garzón, llamado “Messi” jefe de Finanzas del temido Clan del Golfo; el 8 de febrero de 2.022, la captura de alias Mario Bross, considerado como un “narco puro”, en una lujosa finca ubicada en zona rural de Quimbaya, Quindío.

El día sábado 4 de mayo, el diario El Tiempo pública un artículo de su unidad investigativa relacionado con las lujosas propiedades de la Red de Messi en el departamento del Quindío, en el cual se menciona al exgobernador, Luis Eduardo Osorio, más conocido como “el cura Osorio”, me hizo acordar de otra publicación, la del cura Darío Ospina, socio y amigo del anterior, también vinculado con el clan del golfo; Como los anteriores, hay otros entronques, entrecruzamientos, asociados todos a hechos de corrupción de los gobernantes seccionales y locales en los últimos 15 años.

La política, ya no es la política, ya no es sustantiva; ella ya no se ve en su esencia. Ahora, se habla es de política corrupta, adjetivada, calificada, en su nueva esencia desnaturalizada, asociada a hechos de corrupción, gobierno tras gobierno.

Cada día se destapan hechos de corrupción a todos los niveles, el último, se destapa a nivel nacional en la UNGRD, que suscitó la caída de dos altos funcionarios (seguro estoy caerán más), y tienen seriamente comprometidos a los dos presidentes del Congreso: Cámara de Representantes y Senado, quienes deberían renunciar.

Hay que volver al significado inicial de “mano lava mano” entendido en el sentido colaborativo, cooperativo, Una mano lava a la otra, y ambas la cara” como significante del Ethos público, para derrotar el otro, “yo te doy y tú me das”, como acuerdo o pacto “por debajo de la mesa” entre los delincuentes y los políticos, estos últimos convertidos en los primeros, y de la peor calaña.

(*) Magister en Ciencias Políticas

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