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Política  |  15 enero de 2024  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

Lehder y Tirofijo: unión de quindianos que elevó el narcotráfico en Colombia

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El libro ‘Carlos Lehder, vida y muerte del Cartel de Medellín’, del exnarcotraficante quindiano Carlos Enrique Lehder Rivas está para dar y convidar en Colombia, y seguramente en el mundo entero, pero también en su patria chica, el Quindío.  

En uno de sus capítulos, Lehder narra un encuentro con su paisano quindiano Manuel Marulanda Vélez, conocido como Tirofijo, nacido en Génova, donde aparece su nombre real: Pedro Antonio Marín Marín. 

En ese aparte del libro, Lehder cuenta detalles de una reunión que tuvo con Marulanda, en 1983, cuando el guerrillero de las Farc era el comandante de esa organización al margen de la ley, convertida no solo en la más importante guerrilla colombiana, sino en la más vieja del mundo.  

En ese encuentro se selló un acuerdo entre Lehder y Tirofijo, donde aquel fue autorizado para utilizar sitios controlados por la guerrilla para hacer sus operaciones de exportación ilegal de cocaína con destino a los Estados Unidos, y éste, Tirofijo, recibía el 10% de todas las operaciones con destino a financiar a las Farc. 

“Nuestro helicóptero iba ascendiendo la cordillera Oriental, donde está ubicado el páramo de Sumapaz, cargando a Pajarito, a mí y a dos guerrilleros que nos guiaban. En uno de esos farallones se había establecido desde hacía varios años el secretariado de las Farc. Su sede era el recordado campamento conocido como Casa Verde, centro de comando del legendario jefe guerrillero Manuel Marulanda Vélez, alias Tirofijo, y sus compañeros del secretariado. Estaba situado en una cumbre empinada, que solo recibía el sol a mediodía, pues permanecía rodeada de nubes o neblina. Aunque su ubicación era vox populi, aquel era un mundo de abismos impenetrables, accesible solamente con invitación previa, y ahí permanecían los máximos comandantes de la organización subversiva”, narra Lehder. 

Más adelante sostiene: “Aterrizamos en un terraplén. Fuimos escoltados hasta el campamento y presentados ante los comandantes Tirofijo y Jacobo Arenas, este último, máximo ideólogo de la organización guerrillera, un hombre proveniente de la ciudad, a diferencia del campesino Marulanda. Me recibieron cordialmente, y yo, titubeando al principio, logré finalmente concentrarme en lo que me tenía ahí; les manifesté que sería breve y que solo venía a plantearles una negociación financiera. Aceptaron mi intención y me escucharon. En diez minutos terminé mi propuesta y después entablamos una conversación por cerca de media hora. Terminó la audiencia y acordamos que al otro día volveríamos a reunirnos para cerrar la negociación antes de abordar mi helicóptero y retornar a las fincas del río Manacacías. Me asignaron una cama de madera, cubierta con dos cobijas de lana para combatir el frío polar que hacía allí. Durante la noche, dormité mientras repasaba la reciente conversación con tan famoso y poderoso comandante, quindiano como yo”. 

Al día siguiente del primer encuentro, se sella el acuerdo: “Hacia las nueve de la mañana, me llamaron nuevamente para informarme de la decisión que habían tomado: Marulanda me aceptaba en sus dominios del Vichada. De ahora en adelante, yo debía estar en contacto regular con el comandante del frente 16. En las tierras que yo obtuviera, podía construir pistas de aterrizaje y operarlas. Mis hombres y yo podíamos portar todas las armas necesarias, así como todos los radios de comunicaciones que quisiéramos, pero debería informar a dicho frente sobre cualquier presencia policial o militar en las cercanías. Con respecto al narcotráfico, debería pagarles a las Farc, con dinero en efectivo, el 10 por ciento de todas mis ganancias en el Vichada —el mismo porcentaje que pagaban todos los cultivadores de plantas de coca y los dueños de laboratorios—. Acepté los términos como justos y beneficiosos para todos. Cerramos el acuerdo dándonos la mano. Agradecido, me despedí y fui escoltado hasta el helicóptero”, sostiene Lehder en su libro. 

El editor de este libro que, seguramente se convertirá en una gran novedad literaria, advierte que lo que revela Lehder es contrario a lo que dice la Comisión de la Verdad, donde las Farc confesaron que nunca estuvieron en el negocio del narcotráfico. 

Finalmente, sobre este tema entre quindianos, Lehder sostiene en el libro que habló con Pablo Escobar sobre el encuentro con Tirofijo y esto fue lo que le dijo: “(Pablo) me preguntó también por mi acuerdo con Tirofijo. Le dije que el jefe guerrillero había cumplido con su palabra, y le conté que el frente de finanzas de las Farc estaba desarrollando un plan para construir laboratorios propios y sacarle más plata a la coca. Los mismos políticos que nos obligaron a organizarnos para luchar contra la extradición terminaron logrando que la guerrilla se metiera en el negocio, y ya para ese momento muchos comandantes guerrilleros comunistas se estaban convirtiendo en millonarios capitalistas”. 

EL QUINDIANO estará revelando detalles del libro y su relación con temas regionales, dados en Armenia y el Quindío. 

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