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Columnistas  |  28 mayo de 2023  |  12:00 AM |  Escrito por: Gustavo Hernández Castaño

Por algo tienen sus “jaras” y sus “jaimeandrés”

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Gustavo Hernández Castaño

Por: José Gustavo Hernández Castaño (*)

Este Departamento, de nuestros afectos, de nuestras querencias, donde nacimos, donde nos formamos académicamente, donde vimos crecer nuestras familias, donde extendimos la familia con nuestros cercanos amigos, en el colegio, en la universidad, en el vecindario, ha visto pasar líderes, que dejaron huellas por sus buenas acciones y, otros, por todo lo contrario.

En el grupo de los primeros, independientemente de sus opiniones políticas e ideológicas y de que las compartamos o no, son dignos de encomiar, algunos, corriendo el riesgo de olvidarnos de otros. Alcaldes y líderes decentes, buenos ciudadanos, tales como, Horacio Ramírez Castrillón, Alberto Gómez Mejía, Hernán Palacio Jaramillo, Helio Martínez Márquez, Jorge Arango Mejía, Cesar Hoyos Salazar (el mejor entre todos).

En el grupo de los segundos, los censurables por sus acciones corruptas, los censurables por haber sido malos gobernantes, y por haber sido vendedores de humo, los de este siglo: Amparo Arbeláez Escalante, David Barros Vélez, Sandra Paola Hurtado, Luz Piedad Valencia Franco, Roberto Jairo Jaramillo, José Manuel Ríos Morales. Hay otros, que ni siquiera merecen recordación.

Tanto los políticos, como los gobernantes, dicharacheros, cuenteros, charlatanes, encantadores de serpientes, vendedores de humo, se extinguen con la misma rapidez de un rayo. Y como el rayo, hacen ruido y producen daño. Unos, duraderos generando tormentas, otros efímeros como la fugacidad del tiempo. Los resultados están a la vista, como “elefantes blancos” y como imágenes o estatuas a la ignominia y al deshonor de los ciudadanos que los eligieron.

Esta generación de jóvenes, los de este siglo, solo han podido ver a unos gobernantes que solo producen desesperanza, vergüenza y repugnancia, por su accionar inicuo, su perversa mitomanía y su continua desvergüenza.

Esta generación y, las otras, las anteriores, hemos visto pasar gobernantes, de los dos edificios (el departamental y el municipal) negociantes del contratismo, a través del cual se embolsican los dineros públicos. Todos negociantes corruptos; unos de cuna de oro, negociantes ociosos; otros negociantes billonarios, que llegan con una mano atrás y otra adelante, y salen con jugosas fortunas obtenidas como resultado del desfalco de las finanzas públicas.

Elección tras elección, esta generación y las anteriores, hemos venido observando, a simple vista, que los dos edificios son convertidos en directorios políticos, buscando colocar a sus herederos para que les tapen sus desafueros y sus actos corruptos. Los únicos que no ven, ni oyen, ni entienden, son las autoridades y los órganos de control, a pesar que, en ambos edificios todo se torna obscuro y nauseabundo; todavía más, en las presentes, donde todo hiede y por cuyas letrinas bajan y se deslizan las aguas fétidas llevando las heces del poder corrupto.

Los dos putrefactos edificios, aceitan, con aceite quemado, y con olor a corrupción, la maquinaria electoral, para reproducir títeres gobernantes, o gobernantes títeres, que no son más que monstruos que se alimentan con dineros del erario público. Esta, como las anteriores, no va a ser la excepción.

Con contratos billonarios, bajo las siguientes figuras: prestar servicios profesionales para brindar apoyo y acompañamiento jurídico” y “prestar servicios de apoyo a la gestión”, unos, y “contratos interadministrativos”, otros, (por contratación directa) revestidos de una supuesta legalidad, pero, todos, con el sello de una orientación política: contratar un ejército de electoreros al servicio de la campaña del candidato “títere” del momento, bajo la modalidad de encuestadores de todo y para todo, campañas lúdicas, juegos, y otras triquiñuelas al servicio de la politiquería. Así fue en las pasadas elecciones de Representante a la Cámara, se gastaron más de treinta mil millones de pesos ($30.000.000.000), en ese tipo de contratación, para sacar plata con la cual financiaron la campaña, pagar electoreros y pagar la costosa publicidad. En la presente campaña, ya se han inventado un tipo de contratación y se están inventando otras. Para algo sirven los grupos de adulto mayor, las fundaciones aparentemente “filantrópicas”, ancianatos, habitantes de calle (que se inventan) a través de las cuales se enmascara o se quiere tapar el olor fétido de los dineros corruptos que por allí se deslizan.

Bajo estas modalidades de contratación se está costeando las campañas de los dos edificios. Para eso tienen excelentes lambones y malos profesionales, que los asesoran en contratación para torcerle el pescuezo a las normas. Por algo se dice: “Un mal profesional, siempre será un excelente lambón”, por eso tienen sus “jaras” y sus “jaimeandrés”.

Señores de la contraloría, de la procuraduría, de la fiscalía, de la Unidad de Recepción Inmediata para la transparencia Electoral (URIEL), la MOE, hay que aguzar el oído, hay que templar el olfato, hay que profundizar la mirada, que llegue al trasfondo de la corrupta contratación..

 

Ahí tienen algunos ejemplos.

 

 

  (*) Magister en Ciencias Políticas

E-mail: [email protected]

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