• MIÉRCOLES,  24 ABRIL DE 2024

Columnistas  |  26 mayo de 2023  |  12:00 AM |  Escrito por: Roberto Estefan-Chehab

Con cabeza fría

0 Comentarios


Roberto Estefan-Chehab

Roberto Estefan Chehab

Hay cosas que no varían por sí mismas. No tenemos tantos siglos de historia, comparados con otros países a los que, de alguna manera admiramos por su evolución, su cultura y progreso. Al revisar la historia encontramos los difíciles caminos que han recorrido esos países, desde que se gestaron, igual, empezando por tribus y luego comunidades enfrascadas en todo tipo de conflictos, destrucción, reconstrucción, odios, guerras mundiales y, aunque hoy intentan vivir con dignidad no logran zafarse de la constante amenaza proveniente de la contradictoria capacidad destructiva que parece inherente a la condición humana. Muchos connacionales aplican para trabajar lejos de la patria y los destinos que escogen son los que suponen les prodigaran mayores oportunidades de crecimiento y desarrollo. Suena ambivalente percibir aquí discursos antiimperialistas, burlescos y agresivos hacia otros países y sin embargo soñar con tener una residencia o un permiso para trabajar y, por ende, vivir en ellos. Las personas que se van a probar suerte generalmente sufren de lo que llamamos “mal de tierra” que solo es una forma de nostalgia por la lejanía de sus ancestros, su suelo que los vio nacer, su patria y las costumbres que, tratándose de Colombia, son inagotables y hermosas. Claro, eso hace mella. Lástima que tanta historia ajena no sirva de mucho para intentar aprender de las duras experiencias ajenas. Como el discípulo Agustín, se insiste en meter el dedo en la llaga para creer, incluso lo que tenemos al frente. Es cierto, somos una joven sociedad en la que se ha sufrido de una violencia, sin tregua, desde hace aproximadamente un siglo. Una violencia que empezó por cuenta de idearios políticos manejados de manera absurda y que a la larga fueron degenerando en todo tipo de justificaciones injustificables cuando de la vida y la paz se trata. Siempre con fantasmas detrás, como el del comunismo, con su eterna sustancia de engaño y despersonalización, pero con la venta de una ilusión: la solución de la humanidad a través de un falso concepto de igualdad: para lograrlo es necesario destruir las bases de la sociedad, empezando por la familia y sus valores, la vida misma, la autodeterminación, la dignidad, la independencia. La vía es la pobreza, la opresión y la pérdida para arrastrar a la gente a la necesidad a través de la pauperización y luego aparecer con una especie de limosna para todos. Un carné de la patria, un certificado de oprobio y odio que no es garante de desarrollo, ni educación, ni crecimiento: solo dolor. Es increíble que en medio de tanta manifestación de la “inteligencia” humana, inventos, avances en salud, en tecnologías, en ingenierías y en cualquier manifestación de la capacidad del “homo sapiens”, aún haya gente “pegada” de fanatismos que jamás han demostrado resultados positivos para la convivencia, la dignidad y la libertad. Todos hemos sido testigos de la mentira, las mañas y el irrespeto de los últimos meses, desde el actual gobierno. Difícil, así haya simpatía desde algunos, como es lo normal en cualquier grupo humano, no saber íntimamente que todo se ha ido deteriorando muy rápido. Obvio, desde el odio, el resentimiento y la oscuridad que ello conlleva, hay personas que ni siquiera lo piensan, solo aceptan y siguen porque tal vez es su única manera de sentir esperanza. Pero ¡que equivocada actitud! La igualdad no existe, ni siquiera hay una huella dactilar idéntica a otra. Lo que sí es posible es llevar a una sociedad hacia una base de derechos para todos, como educar, tener salud, techo, trabajo y alimento y de ahí en adelante la posibilidad de desarrollar un buen proyecto de vida con el compromiso y el esfuerzo personal, siempre actuando honestamente, con generosidad y pertenecía. Para eso, lo que se debe preservar son las fuentes de empleo, la interrelación global, el manejo inteligente de los recursos y controlar a la corrupción, la maldad del narcotráfico y la sociopatía de lideres mentirosos y egoístas. [email protected]   

PUBLICIDAD

Comenta este artículo

©2024 elquindiano.com todos los derechos reservados
Diseño y Desarrollo: logo Rhiss.net