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Cultura  |  12 marzo de 2023  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

“Armenia, fruto del esfuerzo”

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Un texto de Jason David Grajales Suárez.

En uno de los tantos ires y venires por la plaza de Bolívar de Armenia me pude percatar que nunca había leído la inscripción que aparece en el gran monumento ubicado en la esquina frente al edificio de la Dian, sí había escuchado en alguna ocasión que lo llamaban el monumento al esfuerzo, sin embargo, el nombre real es “Armenia, fruto del esfuerzo” del maestro Rodrigo Arenas Betancourt, gran personaje nacido en Fredonia Antioquia y exaltado por su extensa obra a lo largo del país y en México donde comenzó su periplo artístico, se dice que Gabriel García Márquez lo consideraba como el mejor escritor de Colombia en el momento que tuvo acceso a uno de sus escritos, como dato curioso, también fue quien realizó la escultura del John Lennon en la posada Alemana, encargo directo de Carlos Ledher, así mismo, el pantano de Vargas de Paipa Boyacá, el Bolívar desnudo de Pereira entre otros.

Ahora bien, el maestro Arenas injustamente olvidado a pesar de su aporte cultural tan generoso y completo dentro de las artes, permite que los desprevenidos nos detengamos frente a la obra, con el fin de contemplar y cuestionar que pasaba por su mente a la hora de manifestar allí algo que representaría a una comunidad.

La obra consta de tres piezas, un troco, sobre él un hombre inclinado sosteniendo una mujer, la cual porta unas bellas alas de ángel, todo apunta a que representan el esfuerzo de hombres y mujeres colonizadores con sus familias enteras buscando nuevos horizontes en las fértiles tierras quindianas.

Lo anteriormente mencionado me hizo recordar a los colonizadores del terruño y en especial a don Jesús María Suárez y Alejandro Suárez, a quienes hace referencia el libro histórico Armenia, publicado en 1930 en la tipografía Cervantes de la ciudad de Manizales, el cual menciona un folleto de 1910 llamado “Fundación de Armenia y su origen” elaborado por don Jesús María y corroborado por don Alejandro, allí mencionan los tres viajes realizados a la hoya del Quindío entre los años 1884 y 1885 en compañía del señor Jesús Antonio Arango, seguidamente relatan haber extendido la invitación a Jesús María Ocampo (Tigrero) para más tarde organizar la diáspora a la cuna de la fundación de Armenia.

Dicha publicación de 1930 asegura haber tratado de invitar a don Jesús María Suárez en repetidas ocasiones con el fin de tener en cuenta sus apreciaciones en aquel instante, sin embargo, siempre los remitió a su obra de 1910, por el contrario, don Alejandro Suárez si promulgó algunas palabras que resultan importantes para este propósito. “Antes de seguir adelante debemos también recordar las palabras del mismo don Alejandro Suárez, que el referido diario en su edición del 23 de abril y bajo el título de “Armenia no es la CIUDAD MILAGRO” publicó como complemento al reportaje anterior: “Ayer nos decía (don Alejandro) que Armenia no era la “Ciudad Milagro”, como dijo Valencia”. Y se energizó contra el poeta que de esta manera quería echar por tierra todos los sacrificios que costaron la fundación y el crecimiento de la ciudad. “No hay tal milagro –nos dijo-. Fue que nosotros nos metimos duro al monte y luchamos como tigres. La fundación y el crecimiento de esta ciudad no se debe a milagro ninguno, sino a nuestro trabajo de treinta años en que gastamos todo nuestro dinero y nuestra juventud. Así no es gracia hacer milagros, y yo confieso que no tengo nada de milagroso al fundar este pueblo.” (Pág. 137)

Entre tanto, entiendo el desacato de don Alejandro Suárez ante tal afirmación, ya que la sintió como una falta de respeto para quienes con su esfuerzo enfrentaron penurias en tierras desconocidas, semejantes a las narradas por Arturo Cova en “la vorágine”, enfrentar la interminable jungla dominada por felinos que no confluían con los animales agropecuarios característicos en la comarca sumaba un desafío para los colonizadores.

Por otra parte, creo que Guillermo León Valencia además de ser hábil con la pluma, también era un adelantado por pensar en Armenia como una ciudad milagro, teniendo en cuenta la manera de sobrevivir de sus habitantes a los que cada vez nos es más difícil conseguir el sustento, eso sí es un verdadero milagro, la contratación en gobernación, alcaldía y otros entes de manejo gubernamental se hacen de la mano de favores políticos sin tener en cuenta los méritos de otros ciudadanos más capacitados para afrontar estos cargos, el alto índice de desempleo en la ciudad hace que el trabajo informal aumente, no obstante, el vendedor informal también es perseguido y casi que obligado a ejercer labores en contra de sus principios y de los principios cívicos, con descaro se pavonean por las calles de Armenia corrompidos ex mandatarios, algunos que afrontan procesos de corrupción y otros tantos que ya purgaron las penas impuestas por la justicia, ¿qué pensaría don Alejandro en este momento?

Ver la ciudad que con tanto esfuerzo procuraron fundar, hoy convertida en una jungla de cemento donde las fieras que nos gobiernan son más despiadadas que los felinos que enfrentaban en su época, ¿qué pensaría el maestro Rodrigo Arenas en este momento? Tendría que cambiar su temática de fruto del esfuerzo a fruto de la politiquería que colonizó las administraciones, las cuales año tras año son elegidas por los mismos ciudadanos que buscan la renovación de un contrato para sustentar el hogar por tres meses más, y ¿qué pensaría el poeta Valencia? Al ver que la ciudad se sostiene de milagro, y hacemos más alarde a la modificación de un símbolo patrio mientras la comarca se desvanece ante nuestros ojos.

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