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Mascotas  |  20 febrero de 2023  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

Comportamiento del por qué nuestro perro muerde a una persona

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Probablemente debido a que no representa ninguna amenaza, es habitual que ante la “pataleta” de un cachorro de perro que gruñe, enseña los dientes o incluso muerde, con su escasa fuerza, nos riamos y hasta le provoquemos para inducir esas reacciones y que, en la era actual de plataformas de vídeo, ocupan una buena parte de su contenido. También abundan los vídeos con perros de tamaño o raza pequeña con actitudes claramente agonísticas, mostrando los dientes, temblando y dando señales físicas de una agresión que, lejos de considerar un problema, se convierte en algo gracioso. El problema surge cuando, por desconocimiento o irresponsabilidad, estamos estimulando esa conducta, que puede generar un grave problema, bien cuando el cachorrito alcanza dimensiones de adulto y es un perro grande; cuando mediante el refuerzo negativo esos perros de talla pequeña que responden gruñendo a que acerquemos la mano lo convierten en un hábito.

Debemos tener en cuenta que una conducta agonística no es violencia, sino que se compone de una serie de comportamientos que evolutivamente han aparecido dirigidos precisamente a evitar que un conflicto escale a una agresión física. Gruñir, enseñar dientes, intimidar físicamente incluso con mordiscos al aire, son señales comunicativas ante un conflicto.

Los perros domésticos, evitan a toda costa llegar al momento de una agresión directa, utilizando una variada gama de señales corporales y vocales para advertirnos, y por lo que es tan importante que todos los tutores estén informados sobre esas señales y la comunicación característica de su especie, favoreciendo la convivencia entre ambas. Por otro lado, cabe señalar que son momentos de malestar e incomodidad para ellos, muy lejos de ser divertidos, y que les produce un estrés elevado que puede afectar a su salud a varios niveles.

En un estudio realizado en 2021 por la Universidad de Helsinki acerca del comportamiento agresivo canino, que abarcó a más de 9.000 perros, hallaron que el miedo es la primera causa de agresión de perros hacia personas.

Hay algunas razas desarrolladas para mostrar desconfianza hacia los extraños y potenciar sus aptitudes de protección, que tienen un componente genético que debe tenerse en cuenta. También es genética e instintiva la protección de recursos, por la que un perro muestra un comportamiento agresivo para proteger lo que cree que son sus pertenencias, como puede ser un determinado alimento o un juguete.

Además de estímulos ambientales o de genética, un perro que experimenta dolor o se encuentra enfermo puede tener mayor predisposición a una respuesta agresiva. Hay evidencias científicas de que los perros que padecen un dolor físico, con la irritabilidad y malestar que eso puede suponer, está relacionado con la probabilidad de que respondan con un mordisco si hay un acercamiento.

Comprender las causas por las que aparecen estos comportamientos es crucial tanto por el bienestar de los animales como para la seguridad de la población en general.

En el caso de perros que se lanzan hacia personas que practican deporte, estén corriendo o en bicicleta, hacia niños que juegan o a los balones, se activa su mecanismo de caza y lo que ellos aprecian son ‘presas’, sean objetos en movimiento o personas. Esto no quiere decir que el perro quiera comerse a la gente o depredarla, sino que hay determinados movimientos que activan esa secuencia de caza, y una vez puesta en marcha es muy difícil revertirla porque tiene un alto componente instintivo.

Es difícil pero no imposible, y el primer paso es asumir que nuestro perro tiene unas necesidades que no están siendo cubiertas. Este tipo de conducta, común en perros de raza o cruce de pastoreo y tipo terrier, implica que no estamos canalizando adecuadamente su energía y el tipo de actividad que demanda.

Cuando nuestro perro tiene una respuesta agresiva inesperada hacia extraños, suele provocarnos una reacción instintiva de justificarlo o aligerar la gravedad del hecho, pero no podemos entender qué ocurre si no vemos, sin sesgos ni prejuicios, qué tenemos delante. Debemos comprender qué ha ocurrido y, en la medida de lo posible, hallar un origen o causa del problema siendo honestos con nosotros mismos.

Aunque la consecuencia de un mordisco es la misma para todos los implicados, debemos actuar de forma diferente para solucionarlo si nuestro perro persigue o ataca a ciclistas que si reacciona hacia alguien con un aspecto determinado o que porta un palo o un bastón.

Los perros adultos adoptados, que han vivido un largo periodo de tiempo en la jaula de un albergue o de una perrera, pasan un proceso de adaptación al llegar a nuestros hogares tras el que pueden mostrar algunos rasgos conductuales que estaban inhibidos en dichos centros, por las condiciones específicas de cada ambiente. El tiempo que lleva el perro teniendo esa conducta es relevante, y en el caso de perros adoptados suele ser precisamente un dato del que no disponemos; es posible que estos perros tengan mucha inseguridad, miedo e incluso fobia a algún elemento presente en esas situaciones, y precisamente los casos de miedos y fobias son largos y complicados de solucionar.

Para resolver estos casos, debemos encauzar su comportamiento para que realice una asociación apropiada, lo que nos puede quedar muy grande o ser difícil de gestionar para tutores que no tienen ninguna experiencia. Si no estás seguro de lo que estás haciendo, acudir a un buen modificador de conducta canino es lo mejor que puedes hacer, porque estamos hablando, además del bienestar emocional de nuestro perro, de la integridad física de otras personas.

Ante la primera experiencia en la que nuestro perro muerda a alguien, debemos preocuparnos y ocuparnos a lo que ha sucedido. Salvo provocación clara y extrema como, por ejemplo, que alguien agreda físicamente primero a nuestro perro y este responda como un acto defensivo. Que mi perro haya mordido a alguien no significa que sea el demonio, sino que hay una serie de eventos que hay que solucionar de manera apropiada, y trabajar juntos, perro y tutor, para reconducirlo.

Insistir en la correcta sociabilización de nuestros perros es también un paso imprescindible para evitar que se produzcan estos acontecimientos: someter a nuestros perros a todo tipo de personas, niños incluidos, aunque no haya ninguno en nuestro entorno familiar, a otros perros y animales, a ruidos, vehículos como bicis o a manipular sus pertenencias para que se acostumbre hará que sea un ejemplar equilibrado y que interiorice estas vivencias y adquiera el debido aprendizaje.

En España, por ejemplo, existe un código de colores en collares y correas de los perros, cuya función es la de advertir visualmente del carácter de nuestro animal. Así, por ejemplo, se establece que el rojo advierte que es un perro poco socializado y que se debe tener precaución, el azul, que se trata de un perro que se encuentra en proceso de entrenamiento y no se le debe molestar, o el naranja que es sociable con personas, pero no con otros perros.

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