Conocer las enfermedades que pueden afectar a nuestras mascotas es una parte fundamental a la hora de tenerlos de manera responsable. Es nuestra obligación como tutores ser capaces de saber cuándo algo va mal para poder actuar con rapidez ante cualquier problema de salud.

Por ejemplo, ¿sabías que nuestros perros también pueden sufrir otitis? Esta inflamación e infección del oído tan molesta y dolorosa también les afecta a ellos, aunque identificarla nos costará un poco, ya que ellos no pueden explicarnos qué les duele.

De ahí la importancia de conocer a nuestro compañero para identificar cuando ha cambiado algo en su comportamiento, así como saber los síntomas de este problema auditivo para actuar a tiempo, antes de que se convierta en algo más grave.

Se trata de una inflamación e infección del oído que puede afectar al oído externo, medio y/o interno. Son de origen bacteriano, vírico, fúngico o parasitario.

Los factores por el que puede aparecer este problema auditivo se pueden clasificar en externos e internos. Los externos son aquellos que vienen del ambiente, como puede ser la entrada de cuerpos extraños en el oído, infestaciones por ectoparásitos y la presencia de agua en el canal auditivo después de un baño, entre otros.

En cuento a los factores internos, son aquellos propios del animal, como la predisposición racial a causa de su morfología (animales con las orejas caídas, pelos en los oídos, conductos auditivos estrechos etc); patologías predisponentes (animales alérgicos); animales con producción excesiva de cera unido a la falta de higiene; y al exceso de humedad.

En ambos casos, las causas pueden ser desencadenantes directos de dicha inflamación o actuar como factores predisponentes.

Identificar la otitis en nuestros perros puede resultar a veces complicado ya que el sacudido de cabeza o el rascado del oído y zonas colindantes puede no ser fácil de reconocer a simple vista. Sin embargo, sí habrá otros signos como el aumento de las secreciones auriculares, el ladeo de cabeza, la pérdida parcial de audición, el dolor a la palpación e incluso fiebre.

Muchos de estos síntomas pueden ser fácilmente identificables, aunque siempre deberían ser revisados por un especialista. Estos, con la ayuda de un otoscopio, citologías e incluso en ocasiones pruebas con radiografías, determinarán la causa de la otitis y su posible tratamiento.

Es infección auditiva puede llegar a ser muy contagiosa, dependiendo de la causa desencadenante de la misma. En el caso de ser por ectoparásitos, el contagio es bastante frecuente. Por el contrario, si es una otitis bacteriana o vírica su transmisión es más difícil porque para ello se necesita un contacto directo entre las mucosas o con útiles de limpieza sucios.

En cualquier caso, si identificamos un caso de otitis deberemos ponernos en marcha para tratarlo lo antes posible. Irán en función de la etiología de la otitis y pueden ir desde una simple extracción del cuerpo extraño alojado en el conducto auditivo, hasta la necesidad de pasar por el quirófano en el caso de otitis graves o recurrentes.

El tratamiento más frecuente es la aplicación de antibióticos o antifúngicos de forma tópica unido, en ocasiones, a la administración de tratamientos parenterales de soporte. Se recomienda seguir el tratamiento pautado por el especialista en cada caso específico y evitar aplicar tratamientos que en algún momento funcionaron en el pasado, porque no todas las otitis tienen la misma solución.