El nombre definitivo de bedlington terrier le llegó a esta raza canina en 1825, pero antes se conocían como rothbury terrier, asociados a un lord de la ciudad británica del mismo nombre en el noreste de Inglaterra. Este noble inglés era un gran aficionado a la caza de nutrias y poseía un buen número de rothbury terriers. Previos a ser bautizados por su relación con el lord inglés que los popularizó, ya existían en el territorio vinculados a grupos nómadas y a la caza furtiva.

Es una raza que se desarrolló antes de la moda estética del siglo XIX, y existen bedlington terriers actuales cuyo pedigrí se ha podido rastrear hasta 1782, algo infrecuente e inusual en la cría selectiva de perros.

La raza moderna del bedlington, desarrollada en el pueblo de mismo nombre también en el noreste de Inglaterra, se hizo muy popular en su país de origen gracias a la versatilidad que demostraba. Eran excelentes cazadores para nutrias, tejones, conejos, zorros y ratas, mostrándose muy valientes, ágiles y rápidos. En el agua también han demostrado tener aptitudes y debido a la presencia de whippet entre sus ancestros, despuntaban en las carreras de perros. Originalmente eran muy utilizados en las minas, donde bajaban junto a los mineros para mantener el área limpia de roedores. Los bedlington terrier son tan osados, que a menudo se señala que este rasgo también es su ruina, al no saber detenerse una vez se focalizan en una presa.

La principal característica del bedlington terrier es su profuso tupé de pelo rizado desde el cráneo hasta el hocico, llamado “topknot”, y que le confiere un aspecto que recuerda al de una oveja. La cantidad de pelo que desarrollan es natural, pero se redondea en peluquería canina para potenciar el efecto visual. Debajo del topknot, el hocico presenta un aspecto normal similar al de cualquier otro perro.

Conviene, si se desea convivir con un bedlington terrier, no utilizados para el trabajo, garantizando, así, que están más seleccionados para la convivencia en un hogar estándar y su linaje ha suavizado el carácter, fuerte y que puede llegar a ser problemático, para orientarlo hacia lo que esperamos de un perro de compañía. Estas líneas, más frecuentes para los campeonatos de exposición o conformidad, suelen trabajar con bedlington terrier de naturaleza suave y tranquila, que, si bien necesitan sociabilización, son aptos para la convivencia con niños, aunque se recomienda supervisión de adultos en las interacciones.

Los bedlington terrier suelen mostrar territorialidad y debe tenerse en consideración. En general, son amables más que cariñosos, y muestran un alto nivel de energía por lo que es necesario proporcionarles una actividad apropiada. También muestran una gran capacidad de protección hacia su núcleo familiar y son testarudos en el entrenamiento. Necesitan cuidados semanales de su pelaje, ondulado y de longitud media, para evitar los nudos y el deterioro. En cuanto a salud, se consideran longevos y muy saludables, excepto por la enfermedad de la toxicosis de cobre, hereditaria.