Cuando se trata de la salud de los perros es muy importante el conocimiento y la prevención, pero también, no dejarse llevar por el pánico si algo ocurre y lograr mantener la calma para atender a nuestro compañero de cuatro patas de la mejor manera.

Las convulsiones son un síntoma que ocurre a nivel cerebral, como una respuesta a una inesperada alteración eléctrica en el cerebro, donde hay un desequilibrio en las señales de inhibición y excitación de las neuronas, expresan los expertos.

Éstas pueden provocar cambios en la conducta del animal, en sus movimientos y en los niveles de conocimiento. Son desagradables de presenciar ya que los signos clínicos más comunes son sacudidas y temblores, exceso de salivación y pérdida del conocimiento.

Entre los motivos más comunes por los que nuestros peludos pueden sufrir estos episodios se encuentran enfermedades como epilepsia, encefalitis o meningitis, traumatismos en la cabeza, intoxicaciones o tumores cerebrales.

En las convulsiones se pueden contemplar varias etapas que nos van a permitir detectar con antelación lo que le pasa a nuestro perro. En la fase preictus, cuya duración varía desde unos minutos a varios días, el perro comienza a comportarse de forma extraña y se muestra nervioso sin motivo aparente.

Algunos de los síntomas de esta fase son los temblores, confusión, descoordinación y excesiva salivación. Todos estos signos nos están indicando que hay algo que no va bien y debemos acudir al veterinario tan pronto veamos alguno de ellos.

Una vez entrado en la fase ictus, que es el inicio del ataque, es muy importante que sepamos actuar para evitar que nuestro perro sufra algún golpe o se haga daño de alguna forma. Mantener la calma es lo primero que debemos hacer. Esta situación puede durar segundos o minutos.

Tendremos que retirar cualquier objeto que se encuentre cerca de nuestro perro para que no se lastime.

Una vez finaliza el ataque, la fase postictus, es importante que desplacemos a nuestra mascota a un sitio fresco y ventilado, de lo contrario, su recuperación podría empeorar. Lo que deberemos hacer es acercar a nuestra mascota a un centro veterinario para descubrir la causa de la convulsión con un diagnóstico preciso.

Los días, semanas y meses posteriores debemos administrar a nuestro perro la mediación pertinente que nos haya recetado el veterinario. Es importante ser constante y, si los ataques continúan, será preciso llevarlo de nuevo al veterinario.

Del mismo modo que, como dueños responsables debemos saber qué hacer si a nuestro perro le da un ataque y sufre convulsiones, también hay que hacer hincapié en qué debemos evitar en pleno ataque.

Un comportamiento habitual por parte de los cuidadores es el de intentar agarrar al perro para que no se tambalee y es un error claro, ya que, además de que no va a frenar la convulsión, el perro no se encuentra consciente en ese momento y podría herir a la persona a través de un mordisco.

Tampoco debemos suministrar agua o alimentos al perro en plena convulsión, ni los medicamentos que nos haya recetado el veterinario y, de ninguna manera es conveniente colocar objetos que le proporcionen calor.

Las convulsiones en perros, en la mayoría de los casos, no se pueden evitar, tornando esencial el diagnóstico y tratamiento precoz. Por ello, es recomendable contar con un veterinario de confianza para que pueda atender a tu perro de la mejor forma posible.