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Medio Ambiente  |  30 noviembre de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

PERIODISMO A FONDO. Crisis Climática Global: La crisis mal entendida (II)

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Por Néstor Cuervo

La crisis climática actual conjuga varios factores que la hacen compleja, tales como  los efectos de la pandemia del Covid -cuyas causas estarían vinculadas con el mal trato a la naturaleza-; el desprestigio real y creciente del "libre mercado”,-cuyas políticas han profundizado la desigualdad y la injusticia social tanto como el calentamiento global-; aunadas a la guerra de Ucrania-Rusia- por recursos naturales- y el ascenso de posiciones políticas fascistas-negacionistas o de derecha, sobre todo en Europa y EE.UU, que se repiten aquí. Sugieren, tales factores, no sólo una situación compleja, sino que el patrón de resolución de esta crisis no tendría los mismos parámetros de las 14 crisis globales de los últimos 150 años, entre otras cosas, porque ninguna de ellas había puesto en el límite de la extinción a la especie humana.

En las crisis anteriores, nuevas tecnologías, nuevas organizaciones de poder y producción-acumulación surgían después de los eventos recesivos y los resolvían al poner a trabajar la naturaleza de maneras nuevas y poderosas (Moore,2020). En ellas la naturaleza se pensó siempre como un actor pasivo. Sociedad y naturaleza fueron asumidas como una sumatoria de elementos separados. El concepto de relación, tan caro a las ciencias sociales, se redujo a algo puramente instrumental en las que las variables cuantitativas lo decidían todo.

La economía y el mercado

La eficacia hegemónica -cada vez menor- del economicismo neoliberal ha logrado naturalizar su discurso civilizatorio como la forma más avanzada y normal de la existencia humana.  Recurriendo a la matemática como instrumento de cientificidad, ha desarrollado su modelo de crecimiento en torno a la idea de que si se deja actuar al mercado libremente se maximiza la utilidad, alcanzado el bienestar individual y como consecuencia lógica el colectivo. La economía es su punto de referencia exclusivo, el vehículo a través del cual se logra el punto de llegada a un modelo civilizatorio único, globalizado, universal. El crecimiento, que derrama sus virtudes, se constituiría así no solo en el orden social deseable, sino en el único posible. Es la versión ideológica de la buena vida alcanzable mediante racionalidad costo-beneficio. 

Este paradigma está involucrado de lleno en la colosal violencia, desigualdad y opresión del mundo moderno. La visión de la naturaleza como subsidiara y externa a la economía, es su condición fundamental para la acumulación de capital. 

Si se quiere transcender el capitalismo no es posible permanecer cautivos de la forma como el capitalismo organiza la realidad, de su visión dualista, unilateral y cuantitativa del mundo.

Policrisis

Las crisis, y su solución, al ser presentadas por el capitalismo neoliberal desde una perspectiva compartimentada, que separa economía, naturaleza y sociedad, plantea un grave problema conceptual por la proliferación del lenguaje para reconocerlas: se habla de “policrisis”: energética, financiera, de empleo, climática, alimentaria, etc. Este aluvión de acontecimientos abruma el pensamiento, oscurece las perspectivas. Separa en estancos lo que tiene relaciones implicativas. Cuando más lo que se ha logrado es un consenso para denominar las turbulencias del siglo XXI como "crisis convergentes" o "triple crisis", alimentaria, energética y financiera. Pero el mundo, ni esta crisis funciona así, como elementos separados o como una sumatoria de acontecimientos. El supuesto de que “Sociedad más Naturaleza suman”, es errado. Esta aritmética es un dualismo inmanente al desarrollo capitalista que por consiguiente entienden mal naturaleza y capitalismo. (Moore,2020).

La arrogancia del capitalismo se funda en el proyecto de Francis Bacon de que la naturaleza es para explotarla. Por lo tanto, puede ser codificada, cuantificada y racionalizada para que esté al servicio del crecimiento económico. Este es el horizonte teleológico, el fundamento central de su concepción jerarquizante y soberbia del mundo.

Todo ello hace presumir que el problema de la crisis ambiental se deriva, exclusivamente, de una concepción economicista o consumista/patriarcal o explotadora de la sociedad, determinista, dirían algunos, y que se materializa en el neoliberalismo cuya esencia es el crecimiento material- PIB- a partir de la libre competencia, el consumismo, el individualismo y la explotación del hombre por el hombre. Por lo tanto, presentar la estrategia de solución al cambio climático como una transición energética o un proceso de transformación productiva, económica y social, es necesaria, pero no suficiente. Tal planteamiento reduce la transformación a un asunto puramente material, tecnológico y/o de relaciones sociales competitivas que no tiene en cuenta las subjetividades o concepciones del mundo, decisivas en tales estrategias.

Transformar la percepción del mundo

Es necesaria también la transformación de nuestra percepción del mundo, de nuestra subjetividad. Las ideas no son un reflejo pasivo de la realidad. Son un elemento activo transformador. Quiere decir que si entendemos mal la relación "naturaleza" y "capitalismo" no comprendemos tampoco que capitalismo no es sólo un sistema económico, un sistema social; es una manera de organizar, subjetivamente, la relación naturaleza-sociedad. Vale la pena preguntarse: ¿por qué ha sido tan estable el neoliberalismo a pesar de la violencia, la desigualdad y la injusticia que ha desatado? Byung-Chul Han en uno de sus últimos libros nos presenta una sugestiva hipótesis. Según él, “El el poder que mantiene el sistema no es represivo, sino seductor, es decir, tentador”. “En esto consiste la especial inteligencia del régimen neoliberal”. (Byung-Chul Hang, 2020)

Tal “tentación” se anuda a la idea de mundo dual y cuantitativo que tenemos. Para ser “tentado” de requieren ciertas condiciones. Y en este caso las condiciones han sido creadas por la concepción dualista, racionalista, moderna del mundo. “Tentación inteligente” cuya lógica en el régimen neoliberal de autoexplotación dirige la agresión hacia sí mismo. “Ya no trabajamos para nuestras necesidades sino para el capital. El capital genera sus propias necesidades, que nosotros, de forma errónea percibimos como propias”. (Byung-Chul Hang, 2020)

 (Próxima entrega: naturaleza, sociedad, ciencia como Totalidades.)

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