Los perros terranova proceden de la isla de Terranova, Canadá. Durante los siglos dieciocho y diecinueve, este enorme perro de aspecto intimidante, de doble y gruesa capa de pelo, gran capacidad pulmonar y patas palmeadas que benefician su capacidad de nadar, eran compañeros de los pescadores. Su origen no está del todo claro, pero se cree que procede del extinto perro de aguas de San Juan, de quien también se originaron labradores y Golden retriever, por lo que las tres razas tendrían este antecesor en común. Así lo creen en Canadá, de hecho, donde hay una escultura en homenaje al perro de aguas de San Juan que reúne las razas que se crearon a través de ella.

Existe una variación de color en el terranova, bicolor blanco y negro, que tiene otro nombre: landseer, bautizado así en honor al pintor inglés Sir Edwin Henry Landseer, y aunque procede directamente del terranova, la raza está registrada como oriunda de Alemania y Suiza. No hay consenso general entre las asociaciones internacionales de registro de razas caninas ni clubes caninos y algunas lo consideran solo una variante de color del terranova y otras la reconocen como raza separada con su propio estándar individual.

Puede que esto cambie con el tiempo a la luz de los estudios, como este, que tras analizar periódicos históricos digitalizados, indica que el pelaje de color sólido como el negro y el castaño fueron introducidos en la población de perros terranova a mediados del siglo diecinueve. Hasta entonces, se presume, según el resultado del estudio, que los perros terranova originales eran blancos y negros tal como el landseer.

El perro terranova contaba con tanta simpatía desde antes de 1775, la primera vez que aparece por escrito oficialmente su nombre como raza, que hasta la población de nativos americanos beothuk, asentada en la isla de Terranova y cuyo último miembro de la tribu falleció en el siglo diecinueve, tenían un mito cultural y religioso basado en lo que se cree que ya eran terranovas, a juzgar por la descripción del perro de la leyenda.

El terranova, como raza gigante, tiene un desarrollo físico lento, y las placas de crecimiento no terminan de soldarse hasta los 24 meses, aproximadamente. Esto implica que los ejercicios físicos, que han de ser de bajo impacto, deben adaptarse a la vulnerable anatomía en crecimiento hasta la osificación completa, para evitar malformaciones en los huesos. Criadores, expertos y convivientes con perros terranova los definen como animales muy bondadosos y seguros de sí mismos, adaptables prácticamente a cualquier entorno y tolerantes con niños y la convivencia con otros animales. Es un perro de fácil adiestramiento y que adora las actividades deportivas acuáticas. Debido a su tamaño, y enorme fortaleza física, requiere una educación básica para evitar problemas de conducta.

En el 2021 la Fundación Animal Morris ha financiado un estudio para investigar el genoma del terranova y encontrar explicación a una deformidad del codo en los miembros traseros, que aparece en la raza y de la que se desconoce las causas.