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Mascotas  |  10 octubre de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

Qué es la paradoja del "efecto mascota", o creer que los animales domésticos son una cura para la salud

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Los estudios científicos centrados en los beneficios que nos aportan los animales domésticos son numerosos. Las investigaciones sobre su efecto para reducir el estrés, la ansiedad o mejorar la salud cardiovascular son concluyentes, pero, sin embargo, los estudios que arrojan dudas no gozan de la misma popularidad.

Tampoco parecen ser del agrado aquellas lecturas que se centran en los perjuicios o efectos emocionales que nosotros causamos a nuestro animal de compañía, como este estudio, donde se revela que, si nos oyen llorar, les producimos angustia, estrés y tratarán de ayudar dentro de sus limitaciones. Aunque hay estudios centrados en encontrar los aspectos negativos de la convivencia con animales de compañía, que pasan desapercibidos porque son resultados que chocan con esa idealización, atribuyéndoles un poder saludable.

A España, por ejemplo, llegaron 286.000 perros y gatos a las protectoras durante el año 2021. De hecho, la primera causa de devolución de perros adoptados es su comportamiento seguido de que hay mayor responsabilidad de lo que esperaban. Los perros y gatos que han pasado una temporada en albergues pueden venir con traumas y miedos que hacen de ellos ejemplares que necesitan especial atención, dedicación y paciencia. Es decir, son ellos los que necesitan de nuestra ayuda y soporte para superar sus traumas y no al revés. No se puede esperar que se conviertan en el animal de compañía perfecto tras rescatarlos de una situación que ha podido sobrecargarles emocionalmente y por el que precisan de un periodo de recuperación y cura.

En las redes sociales son frecuentes las afirmaciones sobre cómo adoptar un animal va a sacarnos de la depresión, o que hará a los niños más felices, pero la realidad es que cuidar de un animal no es fácil, conlleva una gran responsabilidad, un aprendizaje constante y predisposición a conocer, entender y respetar la etología de especies distintas a la nuestra, y no debemos justificar su existencia como meras herramientas (sintientes que pueden experimentar estrés, depresión, dolor y rencor) a nuestra disposición.

Pero la realidad es que en lugar de poner el foco exclusivamente en los beneficios que nos aportan los animales, la atención debe ponerse en los dueños de esos animales. En un estudio, una investigación demográfica con 42.000 participantes, ofrece importante información sobre las diferencias entre convivientes con mascotas y sin ellas. Y el resultado fue inesperado: no se encontró evidencia de que tener un animal de compañía tuviera un impacto positivo cuando se tenían en cuenta otros factores como ingresos económicos, género, estado civil o etnia; o dicho de otra forma, ser una persona blanca, adinerada, con acceso a vivienda, buena alimentación y atención médica, parecía ser más determinante para tener mejor salud física y mental, y también era más probable que convivieran con animales de compañía.

Más reciente es un estudio publicado en junio de este año 2022 por la Universidad Sigmund Freud de Viena sobre el efecto de la compañía animal en tiempos de crisis, focalizado en la pandemia de la COVID-19. Los resultados vuelven a confirmar la paradoja del efecto mascota al revelar que los animales fueron una carga adicional, y en pacientes afectados por covid, repercutió en sus capacidades de cuidarlos convenientemente.

No debemos trasladar sobre nuestros perros y gatos una responsabilidad psicosocial y afectiva que está por encima de sus capacidades. No es bueno para nosotros, y mucho menos para ellos, asumir que los animales poseen facultades curativas físicas o psicológicas.

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