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Mascotas  |  14 septiembre de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

¿Por qué no debemos regañar a nuestros gatos?

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Cuando tenemos perros o gatos en casa y éstos hacen algo que consideramos mal, la tendencia es de regañarles y castigarles. Sin embargo, no siempre es lo recomendable y por ello, educadores caninos y especialistas en conducta felina recomiendan la educación en positivo.

En el caso concreto de los gatos, regañarlos o castigarlos no lleva a ninguna parte y, además, es algo bastante frustrante y negativo para ellos, lo que no les va a hacer comportarse de mejor manera si no, probablemente, todo lo contrario.

Un ejemplo de esto es, por ejemplo, rociar con un spray de agua al gato cuando se sube a la mesa; gritos, manotazos o sometimiento.

El primer problema que nos encontramos con los castigos es que se castigan conductas que no nos gustan pero que para el gato son naturales y lícitas. Por ejemplo, rascar. Un gato fisiológicamente necesita hacerlo y que lo haga o no en un lugar que a nosotros nos convenga más o menos dependerá de los recursos que le hayamos facilitado.

Si castigamos esta conducta con gritos cada vez que se rasca las uñas, el gato no comprende la situación, siente miedo y podemos provocar ansiedad y estrés, además de dañar el vínculo entre el gato y el propietario.

Otro problema que existe con los castigos es que no suelen aplicarse en el momento adecuado. Continuando con el mismo ejemplo del rascado, seguramente el gato intentará hacerlo cuando el dueño no le vea y, para cuando éste se da cuenta y se acerque, el gato seguramente salga corriendo.

Aplicar un regaño en ese momento, con el pretexto de que “él sabe lo que ha hecho porque mira como sale corriendo”, solo sirve para que el gato entienda aún menos la situación y te tema. Él se está haciendo la manicura y sabe que si le ve su dueño es malo, pero no entiende porque para él es una necesidad.

El tercer problema que nos encontramos con los castigos generan consecuencias negativas a nivel emocional, como frustración, ansiedad y estrés. Todo esto deteriora la relación con la familia y puede llegar a provocar problemas de conducta.

La alternativa a los castigos es la prevención. En el caso del rascado, facilitarle los lugares adecuados para hacerlo, hay que tener en cuenta las necesidades del gato.

Altura, forma, emplazamiento y texturas son importantes para que el gato pueda cumplir esa función de rascar.

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