Entre cánticos, un amplio desfile circense y una gran manifestación artística en todos los sentidos, donde se presentaron diferentes grupos de teatro del Quindío, fue despedido con un inmenso dolor en honras fúnebres por familiares y amigos el reconocido gestor cultural, director de teatro y actor Juan Diego Gaspar.

Tanto en la misa como en el sepelio hubo discursos, disfraces, zanqueros y mucho teatro en una de aparente fiesta llena de color pero enmarcada por el dolor verdadero y amargo de una pérdida irreparable en el arte del departamento y del país, eso se notaba en cada rostro presente y el cielo gris que amenazaba lluvia parecía estar de acuerdo.

El desfile se trasladó desde el barrio Granada hasta el cementerio Jardines de Armenia y en él, los payasos de caras tristes y las lágrimas de todos los presentes fueron parte del último acto, el tercero, para que el telón de una vida dedicada al arte dramático y la gestión cultural se bajara terminando su función para siempre.

Y sobre el duelo en cada alma que aquí se queda extrañando a Juan Diego, todos los allí presentes se despidieron del esposo, padre, amigo y compañero de luchas artísticas donde vencieron y fueron vencidos varias veces buscando siempre un espacio para el teatro en la ciudad.

En el cementerio, con tristeza y el corazón compunguido, como el mismo Gaspar lo supo y quiso siempre, que pese a su partida y la de todos el algún momento de la existencia, el soy deberá continuar.

Un final imprevisto y dos duelos seguidos para el arte del Quindío:

Considerado como uno de los más importantes gestores y directores de teatro del Quindío en los últimos 40 años, Juan Diego Gaspar fue víctima de un paro cardiaco, que de manera fulminante acabó con su vida el pasado jueves 2 de septiembre.

No hubo señales previas según cuentan amigos cercanos. Todo fue el impacto de un golpe del que aún no se reponen, y pasarán años para que la herida sane del todo. Quizás nunca lo haga.

El gremio del arte así como sus familiares quedaron estupefactos con la noticia, sucedida menos de dos días después del fallecimiento del actor de teatro y periodista Robinson Ospina Buitrago, un joven al que el cáncer terminó venciéndolo, pero que luchó como un titán hasta su último aliento de vida, dejando un recuerdo marcado en los corazones de quienes lo amaron.

Dos pérdidas irremplazables en menos de una semana. Dos vidas dedicadas al arte que se extrañarán por siempre. Dos almas con las que muchos esperan encontrarse donde se tengan que encontrar, para seguir creando y contando historias y allá, en esa eternidad el show vuelva a comenzar.