El ambiente se siente cargado y la incertidumbre acecha. El colombiano rural, el indígena, el campesino, en general, no entiende, ni tiene porque, el riesgo tan grande en que se ha ido situando a la patria por cuenta de una ideología mal interpretada, mal orientada e irresponsablemente ejecutada. El mundo geopolítico se mueve en estrechas relaciones de interdependencia, pero los contextos son variados y entonces hay escenarios más poderosos y hay espacios menos influyentes que no pueden sobreaguar solos y por ende si no están bajo un dominio, necesariamente deben aceptar “agacharse” ante otro, pero siempre necesitan un poderoso que los acoja: y créanme, nada es gratis en este mundo. ¿De dónde saca la gente la creencia de que alguien de afuera nos acompaña porque nos ama y desea cuidarnos? De ahí la maledicencia del discurso del progresismo que enreda a lo que llaman “pueblo” con la falsa teoría de la dignidad y la autonomía. Y, claro, el llamado “pueblo” que en general carece de una cultura académica, tiende a cederle el puesto de la sapiencia a los vivos que se denominan “líderes” y a través de maniobras, muchas auspiciadas por docentes aleccionadores, le transmiten una precaria y falsa información a los niños de la Colombia profunda : ese es uno de los más graves peligros de la ignorancia porque el que no sabe, termina “comiéndole cuento” a cualquier otro que posea la habilidad del discurso y el cinismo de la infravaloración de sus semejantes. Por eso, Petro es visto como un individuo sin dios ni ley, irresponsable y narcisista en la mayoría de los espacios políticos del exterior: le ponen la alfombra roja por ser el presidente de Colombia, por respeto a nosotros como país, pero en el contexto íntimamente serio sus interlocutores lo viven con “sorna”, con molestia e incluso con lastima proyectada hacia los colombianos que en un errático momento histórico se descuidaron y permitieron, por divisiones y egos, que el señor se lograra situar en la presidencia de la república y se dedicara a destruirlo todo, como hasta ahora lo ha ido intentando. La ideología de Petro, Cepeda o Corcho entre otros personajes no tiene nada de liberador: es importada; supone que necesita respaldo de las potencias que en ellos creen. Es un cambio de “indignidad y patrón “: a los que a ella se aferran ¿les gusta más Cuba, Rusia y en algunos aspectos, ¿la China? pues sin una esquina u otra esquina nosotros y nuestra irresponsabilidad quedamos fuera de base. Colombia no es un país comunista, ni tenemos ADN comunista. Nuestro deber es rodear las instituciones, despertar y defender el tesoro de la democracia. Somos un país que produce, trabaja, le gusta el progreso y las libertades. Cuidado con aquellos que no hacen nada y están al acecho de quitarle el producto del esfuerzo al otro: cuidado con la ruina a la que nos quieren llevar para esclavizarnos: ejemplos sobran. [email protected]