Por German Estrada Mariño
El presente análisis no pretende ser un ataque personal ni una descalificación clínica del presidente Gustavo Petro, sino una reflexión académica sobre cómo ciertos rasgos de personalidad observables en su discurso y comportamiento público pueden incidir en su liderazgo y en la polarización política que atraviesa Colombia.
Como psicólogo, considero esencial abordar estas conductas desde la hipótesis de los rasgos narcisistas de la personalidad, que no son en sí mismos un diagnóstico, sino un conjunto de tendencias humanas que, cuando se desbordan, pueden afectar la percepción de la realidad, la gestión del poder y la capacidad de autocrítica.
Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) (APA, 2013), el Trastorno Narcisista de la Personalidad se caracteriza por un sentido grandioso de autoimportancia, una necesidad excesiva de admiración y una marcada falta de empatía. Aunque en este texto no se emiten conclusiones clínicas, muchos de los comportamientos comunicativos del presidente Petro parecen alinearse con estas descripciones, especialmente durante su entrevista con Daniel Coronell para Univisión (20 de octubre de 2025) y según el Reporte Coronell del 23 de octubre en W Radio.
Redentor global

Durante esa entrevista, Petro mostró una tendencia recurrente a eludir las preguntas concretas sobre la crisis diplomática con Estados Unidos y la situación interna del país, desviando la conversación hacia temas de escala global. Al referirse a conflictos como el de Gaza o Palestina, proclamó: “Yo no puedo quedarme callado ante el dolor del mundo”, posicionándose simbólicamente como un redentor global. Este tipo de discurso denota, en términos psicológicos, un idealismo mesiánico (Fromm, 1941), una forma de compensar la impotencia frente a los problemas locales mediante la fantasía de grandeza moral universal.
Un momento revelador fue cuando, al hablar de su juventud, Petro enfatizó: “Yo siempre fui el mejor en matemáticas”, y aludió en el pasado con Daniel Samper Ospina a la lectura de Hegel en la cárcel como muestra de su intelecto superior cuestionando e incluso a veces sin percatarse, buscando humillar y subestimar al interlocutor ya que necesita mostrarse superior a este. Estas expresiones, lejos de ser anecdóticas, reflejan la necesidad de afirmación intelectual y la comparación constante con figuras históricas o filosóficas. En psicología del liderazgo, Maccoby (2000) describe este patrón como propio del «narcisista productivo», quien combina una visión transformadora con una vulnerabilidad extrema ante la crítica. Cuando esa vulnerabilidad se transforma en soberbia o negación de la evidencia, el liderazgo corre el riesgo de volverse autorreferencial.
Rasgos narcisistas
El presidente, como otros líderes con rasgos narcisistas, tiende a verse como un personaje histórico destinado a trascender. En la entrevista, se comparó indirectamente con Simón Bolívar al referirse a la necesidad de liberar a los pueblos oprimidos de la dominación imperial. Este paralelismo proyectivo refuerza una identidad de héroe redentor, un «Bolívar moderno» que lucha no solo por Colombia sino por la humanidad. Sin embargo, esta identificación simbólica con el libertador puede ser, psicológicamente, una forma de fantasía grandiosa que dificulta reconocer los límites personales y las responsabilidades concretas de gobernar.
Otto Kernberg (2014), en su ensayo El paciente narcisista casi intratable, explica que el narcisismo patológico se caracteriza por una combinación de grandiosidad, envidia y vacío interno. El individuo, al no tolerar la frustración ni la crítica, tiende a construir una identidad omnipotente que le protege del dolor de sentirse vulnerable o insuficiente. Esta estructura psicológica, aplicada al contexto del poder, puede traducirse en decisiones impulsivas, intolerancia al disenso y una tendencia a rodearse de aduladores. En este sentido, comprender la dinámica narcisista en los líderes no solo es un ejercicio teórico, sino una necesidad para prevenir los daños institucionales que puede provocar un ego desbordado. En algunas de sus intervenciones públicas y en trinos a la madrugada en su cuenta de X se perciben momentos donde el presidente parece oscilar entre la exaltación mesiánica y la desconexión pragmática del contexto nacional.
Visionario incomprendido
Estas manifestaciones, en las que se autopercibe como un actor central del destino de la humanidad o como un visionario incomprendido, pueden interpretarse desde la psicología clínica como fluctuaciones narcisistas con tintes delirantes de grandeza, más simbólicas que patológicas. Según Kernberg (2014), este tipo de episodios expresan una “regresión temporal del yo frente al estrés y la omnipotencia fantaseada”, en la que el sujeto intenta reafirmar su valor mediante proclamaciones épicas o imaginarias. En ciertos momentos, sus expresiones públicas o publicaciones nocturnas en redes sociales reflejan estados de exaltación emocional o de pensamiento acelerado, que podrían corresponder a episodios transitorios de desorganización cognitiva o euforia, los cuales, si se intensifican, pueden generar distorsiones momentáneas de la realidad o lecturas fantásticas de su propia historia. Este patrón no implica necesariamente una psicosis, pero sí un riesgo de distorsión cognitiva del liderazgo, donde la narrativa personal predomina sobre la evidencia objetiva y las necesidades inmediatas de la población.
Actitud defensiva
El Reporte Coronell del miércoles 22 de octubre posterior a la entrevista del lunes 20 señala que el mandatario mostró una actitud defensiva, interrumpiendo o desviando preguntas incómodas sobre economía, corrupción o gestión interna. Esta reactividad ante la crítica es coherente con lo que Freud describió como el mecanismo de defensa del narcisismo herido, donde el ego responde con irritación o negación cuando se enfrenta a la posibilidad de error.
Petro, al igual que líderes como Donald Trump, Vladimir Putin, y el mismo Nicolas maduro a quien justifica en contra de toda evidencia en su contra ya que lo considera aliado en sus pretensiones de poder, muestra una estructura de comunicación en la que el poder simbólico y la narrativa personal de grandiosidad y superioridad moral ética e intelectual prevalecen sobre la deliberación racional o el reconocimiento de las limitaciones y el respeto por el conocimiento y las opiniones ajenas. Debido a los mismos rasgos patológicos en sus personalidades, estos lideres son cero tolerantes a la crítica y poco propensos a dejarse asesorar, ya que carecen de capacidad para reconocer errores lo cual constituye, tal vez, el mayor de los errores de un Hombre, de un ser humano: ¡No reconocer error alguno!
Trump vs Petro

Comparativamente, tanto Petro como Trump encarnan polos ideológicos opuestos, pero estructuras psicológicas semejantes: ambos proyectan la imagen de salvadores, desconfían de las instituciones tradicionales, y consideran que solo ellos comprenden el destino de sus naciones. El riesgo de este tipo de liderazgo, según Erich Fromm (1941), es que genera dependencia emocional en los seguidores y polarización en la sociedad, alimentando el fanatismo y el odio hacia el opositor.
No se trata, por tanto, de deshumanizar al presidente ni de deslegitimar sus intenciones sino de que alguien, idealmente un terapeuta lo lleve al autoanálisis al autoconocimiento y al insight. (conciencia cognitiva y emocional).
Este análisis busca invitar al lector a la reflexión colectiva sobre los peligros de idealizar a los líderes y de confundir la pasión por el cambio con la infalibilidad personal. La psicología del poder enseña que todo gobernante necesita un equilibrio entre convicción y autocrítica, entre visión y humildad. Un líder que no reconoce sus limitaciones puede terminar saboteando sus propias metas y las de la nación que dirige.
Como profesional de la salud mental, mi recomendación final es que el presidente Petro, como cualquier persona que ejerza el poder, trabaje en su autoconocimiento emocional, la regulación del ego y la escucha empática. El conocimiento filosófico, matemático o económico son valiosos, pero insuficientes sin sabiduría interior. La historia demuestra que el verdadero liderazgo no surge del deseo de ser recordado, sino de la capacidad de servir con humildad.
Referencias
American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-5). Washington, D.C.
Fromm, E. (1941). El miedo a la libertad. Fondo de Cultura Económica.
Kernberg, O. (2014). El paciente narcisista casi intratable. Aperturas Psicoanalíticas, 46.
Maccoby, M. (2000). Narcissistic Leaders: The Incredible Pros, the Inevitable Cons. Harvard Business Review.
Coronell, D. (2025, octubre 20). Entrevista con Gustavo Petro. Univisión.
Coronell, D. (2025, octubre 23). El Reporte Coronell. W Radio.
GERMAN ESTRADA MARIÑO
SOÑADOR DE UN MUNDO MÁS HUMANO y COMPASIVO
PSICOLOGO CLINICO
PSICOTERAPEUTA INDIVUDUAL DE PAREJA Y FAMILIAR BILINGÜE ONLINE
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA
PERITO FORENSE
LIDER CAMPAÑA PREVENCION DE SUICIDIIO JUVENIL
+57 316 4502080
