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El alma ecológica de Gómez Mejía

16 octubre 2025 10:04 pm
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Mi amistad con Alberto Gómez Mejía viene desde hace medio siglo, cuando lo vi aparecer en la vida del Quindío como un joven simpático, entusiasta e inteligente, recién graduado de abogado en la Universidad Javeriana, y que mostraba clara vocación de servicio a su tierra.

En 1975 fue alcalde de Armenia, cargo que volvió a desempeñar poco tiempo después. Lo recuerdo por la forma original y certera con que sabía resolver los problemas locales. En aquella época fue promotor de la fundación de la Academia de Historia del Quindío, y después se trasladó a Bogotá, donde ejerció su profesión de abogado y ocupó el cargo de secretario general de la Contraloría de la República.

En su primera administración municipal invitó al botánico Jesús Idrovo a que dictara una conferencia sobre ecología. De él recibió la sugerencia de que creara un jardín botánico. Esta idea hizo eco en la mente de Gómez Mejía, quien en 1979 fundó el Jardín Botánico del Quindío. Nada fácil fue el camino que tuvo que recorrer, desde conseguir los recursos económicos y crear conciencia ambiental, hasta poner en marcha el organismo. Y le dio vida al mariposario, lugar fantástico que parece un sueño de la naturaleza.  

En ambas empresas florecía, como por obra de magia, el portento ambiental de la tierra quindiana. “Vivimos en el paraíso y no lo sabemos”, son palabras con que el líder ecológico define hoy el milagro de esta tierra fabulosa. Y agrega: “Mi vitalidad se la debo al Jardín Botánico”. Nada de esto hubiera sido posible si no se cuenta con la voluntad y el empeño –que nunca han tenido declive– de este gran forjador de la creatividad, la constancia y el ideal, quien enseña a ser visionarios para conquistar metas y mostrar resultados. Sin convicción y sacrificio no puede lograrse el éxito, él lo sabe muy bien.

Un día ya lejano se le propuso su postulación para el cargo de consejero de Estado, pero declinó el honor cuando supo que tendría que retirarse del Jardín Botánico y de la Red de Jardines Botánicos, de la cual es presidente. Su vuelo como ecologista ha llegado a muchas esferas del ámbito nacional, y además es invitado a dictar conferencias en el mundo. Se le consulta como el maestro que es por excelencia en este campo científico. Ahora mismo ha llegado de Rusia en visita que hizo a varios jardines.  

Como resultado de sus ejecuciones ha recibido galardones de suma importancia, como el Premio Whitley para la Naturaleza, otorgado en el Reino Unido. Además, es autor del proyecto Fábrica de Tierra, iniciativa encaminada a recuperar los suelos degradados, fomentar la sostenibilidad agrícola y desarrollar una tarea incansable en el fortalecimiento del Jardín Botánico del Quindío.

Este 14 de octubre, cuando Armenia cumplió 136 años de vida, fue el elegido para recibir el Cordón de los Fundadores, la máxima presea con que se exaltan los méritos de quienes se han distinguido por sus acciones en beneficio del desarrollo y el bienestar de la ciudad. Era una presea que se hacía esperar, y hoy significa el justo reconocimiento para una carrera de total entrega a una labor a la vez esforzada y enaltecedora.

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