El presidente de extrema izquierda, Gustavo Petro, fracasó y nadie le dio una mano porque sus amigos son Venezuela, Cuba y Nicaragua. Eso le pasa por andar con malas compañías. El presidente de extrema derecha, Javier Milei, acaba de ser rescatado por el Tío Sam. Eso le pasó por andar con buenas compañías.
No tienen razón cuando culpan de lo que les sucede a sus feroces opositores. Ellos llegaron utilizando las mismas tácticas y herramientas. Con el martillo que claves te clavarán y con la vara que midas te medirán.
La democracia está secuestrada por los políticos y los contratistas tienen secuestrados a los políticos. El asunto maluco es que los políticos están de acuerdo con sus captores. Ese es el negocio, socio.
Los contratistas no tienen partido político, tienen cuentas bancarias. Son los causantes de que las obras públicas aumenten su precio un 30 por ciento en promedio. Algunas basuras humanas como Emilio Tapia, cuando quedan libres no sacan el colchón de la cárcel porque saben que pronto regresarán.
También se ha hecho común una nueva plaga en la administración pública. Los familiares de quienes gobiernan han entrado a formar parte de la red corrupta. Tal vez por eso, Quintero, el exalcalde de Medellín propuso regalar lavadoras. Necesita lavar el dinero tumbado por su hermano y sus funcionarios. Si meten entre una máquina de esas a Daniel «el travieso «, se tapona el desagüe.
Para desviar la atención, Milei y Petro hacen doble función y se creen estrellas de rock. Cada uno a su modo. El colombiano semanalmente se va para una plaza de pueblo a tirar discursos delirantes y macondianos con público fletado. Al argentino le dio por presentar su libro » La Construcción del Milagro » cantando desafinado en coliseos, ante funcionarios vestidos de fans.
» Dame Fuego » decía la primera canción interpretada por Javier Milei, en su loco espectáculo. Si continúa con esa partitura es posible que le hagan coro hasta quemarlo. La gente está echando chispas y sus rivales políticos encabezados por Cristina, desde el balcón de su casa cárcel, observan el rancho ardiendo. Ya lo derrotaron en las primeras elecciones. Hay que recordarle a Milei que el corrupto presidente ecuatoriano Abdalá Bucaram, se cayó cuando montó un show similar. Como escondió lo que se robó lo destituyeron por mal bailador. Milei no bailó, pero cantó mal. Moraleja: presidente a gobernar que la gente no lo eligió para cantar.
Con la cantada de tabla de los kirchneristas y peronistas es suficiente. Las luces están en amarillo, del presidente depende el cambio a rojo o verde. El rescate es apenas el primer paso. Milei es un gobierno joven y está a tiempo de reconocer sus errores para afinar el cambio. Debe aprovechar la mano amiga del tesoro de los EEUU para salir del escenario económico tan complicado en que se encuentra su país. Los dólares son prestados no regalados. Los argentinos no son boludos y en la próxima presentación le pueden traer la motosierra para rasurarlo.
Otra prueba de fuego la tiene dentro de 10 días con las elecciones legislativas. Si con EEUU de socio y Donald Trump de amigo, no saca a Argentina del foso el asado se le chamuscará. Ambos mandatarios tienen la misma particularidad. Cuando la cámara los enfoca muestran una imagen siquiátrica. Estamos seguros que no consumen nada para creerse Rockstar. Sin embargo, todos los días están en modo Halloween. El éxito de taquilla consiste en que el público pague por entrar, no al contrario.
En sus shows semanales, Petro canta que no hay problemas de inseguridad, educación ni salud y la fanaticada grita a rabiar. Pagan doble premio a los que lleven pancartas. Quien no aplauda no regresa en el bus ni le dan lechona importada de Japón, nuevo renglón de la economía para aumentar el producto interno: bruto.
No es tiempo de más locuras. Petro no inventó el cinismo, pero es su mejor interprete. Había la esperanza que viajara a Gaza con su ejército universal, pero el presidente Trump se le adelantó y firmó la paz total.