Proyecto de investigación también incluye naranja y capacho de maíz
Convertir los residuos de la agroindustria local en una tecnología avanzada para velar por la salud pública, es el corazón de la investigación doctoral de Ángela Janet García Salcedo, estudiante del Doctorado en Ciencias con línea en Química. Su proyecto, que utiliza cáscaras de plátano, naranja y capacho de maíz para crear sensores que detecten bacterias en el agua, se presenta como una solución brillante y sostenible a dos problemas: la gestión de desechos y la calidad del agua potable.
Investigación
La investigación, titulada “Síntesis de puntos de carbono a partir de desechos alimentarios y su funcionalidad como marcador óptico”, nació con el objetivo claro de darle un valor agregado a los residuos de la región. “El primer objetivo fue obtener puntos luminiscentes de tres residuos de la agroindustria, por el método hidrotermal”, explicó García Salcedo.
Las cáscaras de naranja de la variedad Sweet (Citrus × sinensis) y cáscaras de plátano de la variedad Hartón (Musa paradisiaca) se usaron como precursores de puntos de carbono (PsC). Se usó el método hidrotérmico para la fabricación de PsC a 220 °C durante 15 h. La purificación consiste en centrifugar a 9500 RCF durante 20 min a 4 °C y filtrar con membrana PTFE de tamaño de poro de 0,2 μm. La solución acuosa se almacenaba para su caracterización y fueron identificadas como: PsC-PP para PsC de cáscara de plátano y PsC-OP para PsC de cáscara de naranja. Se preparó una columna cromatográfica con gel de sílice como fase estacionaria. 3 mL de los CD previamente sintetizados en una soluciónacuosa se eluyeron con agua destilada como fase móvil. Se etiquetaron tres PsC según elorden de elución: primera fracción (ff), fracción media (mf) y última fracción (lf). Código para identificar el precursor y la fracción: Por ejemplo, PsC-PP-ff.
Mejor
Tras una rigurosa caracterización óptica y estructural, la cáscara de plátano demostró ser el material precursor más prometedor, superando a la naranja y al maíz. “Fue el que presentó las mejores propiedades”, afirmó la investigadora. Con este material seleccionado, el trabajo se centró en desarrollar una metodología para “marcar” bacterias y estudiar la selectividad de estos puntos de carbono con cepas específicas como Pseudomonas y Micrococcus, comunes en el agua.
Rigor y colaboración
El desarrollo de la investigación no estuvo exento de desafíos. “Trabajar con nanopartículas es complicado, pues carecemos de técnicas robustas para estudiarlas”, admitió García. Sin embargo, calificó la experiencia como “muy enriquecedora a nivel académico”, destacando que, a pesar de las limitaciones, lograron resultados importantes con las herramientas disponibles y el apoyo de colaboradores externos, como el Dr. Gómez-Cortés del Centro de Micorsocpía de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la Universidad del País Vasco. E internos de la Universidad del Quindío, agradeció especialmente la colaboración de los profesores Nelsy Loango, Fabian Lora y Cristian Villa. Resaltó también el aporte del Instituto Interdisciplinario de las Ciencias (IIC) de la Universidad del Quindío, el cual con su infraestructura y organización brinda un espacio adecuado para estudiar los materiales.
El apoyo institucional fue un pilar fundamental. Ángela Janet destacó el rol decisivo de su directora, la profesora Liliana Tirado, con quien estructuró y presentó el proyecto ante Minciencias. Este esfuerzo conjunto fue clave para obtener la financiación que cubrió tanto la investigación como la manutención de la doctoranda. “A ella es a quien está dirigida toda mi gratitud”, expresó. Y al IIC, el que ha marcado “algo así como mi estilo de vida”. “Este instituto me recibió desde muy joven en sus laboratorios esperando de mí solo el deseo de aprender y las ganas de trabajar”, recordó.
Valioso
Más allá de los avances técnicos, para Ángela Janet el resultado más significativo de su trabajo es el legado formativo. “El resultado que más destaco es que ha sido una propuesta que ha impulsado a otros trabajos de investigación”, afirmó. Su proyecto ha servido como semillero para que estudiantes de pregrado, otros doctorandos e investigadores jóvenes continúen explorando este campo, consolidando así la esencia de la institución como un espacio de formación de alto nivel.
Con su investigación, Ángela Janet García no solo está aportando una solución innovadora y ecológica a un problema global, sino que está construyendo un camino para que las próximas generaciones de científicos uniquindianos sigan explorando las posibilidades que se esconden, incluso, en una simple cáscara de plátano.