Gongpa Rabsel Rinpoché *
En medio de la escalada de tensiones geopolíticas derivadas de la guerra en Ucrania, el Kremlin ha emitido una dura advertencia a la Unión Europea (UE). Si los líderes europeos proceden con su plan de destinar activos rusos congelados para un préstamo masivo a Kiev, Rusia no dudará en emprender acciones judiciales contra individuos y naciones involucradas. Esta declaración surge mientras Europa busca formas innovadoras de apoyar a Ucrania ante la reducción de la ayuda estadounidense bajo la administración de Donald Trump.
La propuesta europea impulsada por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, implica un «préstamo de reparación» por valor de 140 mil millones de euros (aproximadamente 165 milmillones de dólares). Este fondo se basaría en los activos soberanos rusos inmovilizados en occidente desde la invasión a gran escala de Ucrania en febrero de 2022.
Según la dirigente política, el préstamo se otorgaría en tramos, sin confiscación directa de los activos, pero con la expectativa de que Rusia compense los daños de guerra para su reembolso. «Necesitamos una solución más estructural para el apoyo militar», afirmó ella en recientes declaraciones, enfatizando que esta medida evitaría la incautación de activos para mitigar riesgos legales, pero Moscú ve esta iniciativa como un ‘robo’ flagrante.
Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, no hizo distinciones: «estamos hablando de robo», declaró, refiriéndose tanto a la confiscación como al uso indirecto de los fondos. El presidente Vladimir Putin ha sido aún más enfático. En septiembre advirtió que cualquier apropiación de activos rusos «destruiría por completo todos los principios de la actividad económica y financiera internacional, causando un enorme daño a toda la economía mundial».
En junio, durante una visita a Minsk, agregó que el ‘robo’ de reservas rusas aceleraría la fragmentación de los sistemas financieros globales, sugiriendo que «quizá valga la pena pagar por ello». El contexto es alarmante: occidente congeló cerca de 300 mil millones de dólares en activos rusos, principalmente en la UE y el Reino Unido, lo que representa casi la mitad de las reservas de oro y divisas del Banco Central Ruso.
En respuesta, Rusia ha confiscado operaciones de empresas occidentales en su territorio y ha firmado decretos para redistribuir activos extranjeros. Dmitri Medvédev, vicepresidente del Consejo de Seguridad Nacional ruso, amenazó el 15 de septiembre con perseguir a los «degenerados europeos de Bruselas» por todos los medios posibles, incluyendo tribunales internacionales, nacionales e incluso medidas extrajudiciales.
Esta disputa no es aislada. El Grupo de los 7 ya aprobó un préstamo a Ucrania usando los intereses de estos activos como garantía. Países como Alemania y el Reino Unido apoyan la idea, aunque Bélgica, donde se concentran la mayoría de los fondos rusos, se opone por temores a represalias. Anton Siluanov, ministro de Finanzas ruso, ha prometido respuestas simétricas, incluyendo la congelación de activos occidentales equivalentes.
Las implicaciones van más allá de lo inmediato. Con la ayuda de EE.UU. en declive, Europa se ve obligada a innovar, pero riesgos como la inestabilidad financiera global y la erosión de la confianza en el sistema monetario internacional son inminentes. Rusia, por su parte, acelera el desarrollo de sistemas de pago alternativos y desvía su comercio de dólares y euros. Analistas advierten que esta confrontación podría fragmentar aún más la economía mundial, afectando a inversores y mercados en todo el planeta.
Mientras las discusiones en Bruselas continúan, el mundo observa si esta propuesta se materializa o si desata una ola de litigios internacionales. La guerra en Ucrania, ya en su cuarto año, sigue redefiniendo las relaciones globales, con el financiamiento como nuevo frente de batalla.
* Contador público, exfuncionario bancario.
