Gongpa Rabsel Rinpoché *
Desmintiendo profecías apocalípticas. Cuando el actual gobierno asumió las riendas de Colombia, el ambiente económico estaba cargado de incertidumbre y las proyecciones más pesimistas dominaban el debate público. Recuerdo vívidamente cómo, en aquel entonces, el peso colombiano se cotizaba en torno a los 4.437 pesos por dólar. La oposición, con un tono casi apocalíptico, no dudó en agitar el fantasma de una devaluación sin precedentes, profetizando que la barrera de los 5.000 pesos por dólar sería inminente, un presagio de colapso económico.
Hoy, a casi 3 años de aquellas advertencias catastrofistas, la realidad nos ofrece un panorama notablemente diferente. Mientras redacto estas líneas, la cotización del dólar se sitúa alrededor de los 3.990 pesos. Una simple comparación entre estas dos cifras desmiente, de forma contundente, las especulaciones infundadas que buscaban sembrar pánico y desconfianza en la economía nacional.
Es cierto que la economía global ha enfrentado desafíos y que la volatilidad de las divisas es una constante. Sin embargo, lo que se pregonó con tanta vehemencia en su momento, fue una debacle directamente atribuible a la nueva administración. Se ignoraron factores externos, se magnificaron riesgos internos y se construyó un relato de crisis inminente que, a la luz de los hechos, resultó ser una fabricación política.
La oposición de entonces, en su afán por desgastar al gobierno entrante, optó por la estrategia del miedo económico. Sus pronósticos no sólo carecían de un sustento técnico sólido, sino que revelaban una profunda desconexión con la resiliencia de nuestra economía y la capacidad de las instituciones para navegar aguas turbulentas.
Si bien es fundamental mantener una vigilancia constante sobre las variables económicas y un debate constructivo sobre las políticas públicas, es igualmente crucial desenmascarar las narrativas alarmistas que buscan minar la confianza ciudadana sin un fundamento real. La cotización actual del peso frente al dólar es un testimonio elocuente que la realidad, a menudo, desmiente las profecías políticas más agoreras.
Este no es un llamado a la autocomplacencia, sino a la objetividad. La fortaleza relativa del peso, en contraste con las sombrías predicciones, debe servir como un recordatorio de la importancia de analizar los datos con rigor y de no caer en la trampa de la polarización que distorsiona la verdad económica en aras del beneficio político. Colombia ha demostrado una vez más su capacidad de adaptación, desmintiendo, para fortuna de todos, a aquellos que preveían un futuro muy distinto.
* Contador público, exfuncionario bancario.