domingo 22 Jun 2025
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¿Colombia nuevamente inviable?

10 junio 2025 9:26 pm
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El reciente atentado contra el precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay ha encendido nuevamente las alarmas sobre la fragilidad de nuestra democracia, la vulnerabilidad de quienes asumen liderazgos públicos y el retorno de una sombra que creíamos, al menos parcialmente, superada: la violencia política como instrumento de poder.

Quienes vivimos las décadas de los 80 y 90 recordamos con dolor y miedo cómo los asesinatos de candidatos presidenciales, jueces, periodistas, policías y ciudadanos inocentes se volvieron parte de una rutina atroz. Fueron años en los que Colombia tocó fondo. Años en los que el país parecía inviable. Y sin embargo, contra todo pronóstico, nos levantamos.

Hoy, los ecos de esa época oscura vuelven a sentirse. Pero no llegan solos: se multiplican por las redes sociales, se envenenan con discursos incendiarios, se deforman con desinformación, se manipulan con intereses mezquinos y se disfrazan de verdades absolutas. El deterioro no es solo físico o institucional; es también ético y emocional.

En este contexto, muchos se preguntan si Colombia es nuevamente inviable. Y la pregunta, por cruda que parezca, es válida. No se trata de alarmismo. Se trata de reconocer que la historia podría repetirse, pero también de recordar que está en nuestras manos evitarlo.

Y es precisamente por eso que hoy, más que nunca, debemos hablar con claridad. No solo a la ciudadanía, sino especialmente a quienes tienen poder real de decisión:

A la clase política, empresarial, académica, mediática y social: este es un llamado urgente.

¡Basta ya de la retórica del odio! ¡Basta ya de dividir al país entre “nosotros” y “ellos”! ¡Basta de usar el miedo como herramienta electoral! Colombia no puede resistir otro ciclo de destrucción institucional, de desprestigio entre poderes, de enfrentamientos entre hermanos.

Ustedes, que dirigen partidos, ministerios, bancos, universidades, gremios, medios y corporaciones, tienen una obligación moral con la nación. Les corresponde ser ejemplo. Les corresponde construir país desde la verdad, el respeto, la empatía y el compromiso real con lo público.

Este es el momento de reencontrarse con el país real. El país que madruga, que trabaja, que emprende, que educa, que sueña. El país silencioso que no aparece en titulares, pero que sostiene a Colombia todos los días a pesar del caos. Ese país espera de sus dirigentes menos arrogancia y más humildad; menos cálculo, y más valentía.

Hagan pactos de decencia. Dejen de lado las trincheras ideológicas y empiecen a hablar de futuro. De educación, de seguridad, de justicia, de oportunidades reales, de cómo recuperar la confianza ciudadana, no desde el discurso vacío, sino desde el ejemplo.

No se trata de salvar una elección. Se trata de salvar a Colombia.

Y a quienes nos sentimos impotentes desde la ciudadanía común, este también es un llamado a no ceder ante el cinismo ni al desánimo. Cada palabra que sembramos, cada acción que multiplicamos, cada voto que depositamos, importa.

Porque Colombia sí es viable.

Y lo será si quienes la amamos —desde todas las orillas— decidimos, de una vez por todas, unirnos para protegerla.

No es tarde. Pero no hay más tiempo que perder.

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