Guillermo Salazar Jiménez
Investigó sobre el tema y al leer las reflexiones del abogado y padre dominico francés Henri Lacordaire, Juanita Lectora consideró acertada su expresión, “después de la palabra, el silencio es el segundo poder del mundo”, para afirmar que la mayoría de dirigentes y políticos colombianos mantienen su poder a través de los discursos que legitiman su status en detrimento de la participación ciudadana. No ejercen, agregó, la represión directa, pero engañan para obligar a sus electores a creer en sus palabras. Les resulta fácil impedir que se manifiesten porque utilizan el silencio de estas mayorías para excluirlos de la participación en definir el futuro de Colombia.
Rusbel Caminante consideró que deslegitiman la verdad de la realidad problemática con sus propias palabras engañosas para impedir que la ciudadanía hable, se pronuncie, participe. A través del silencio los descartan como sujetos activos, los degradan a escuchar sin pensar, nada de criticar, menos a proponer. Solo vale su decir para obligar a no pensar. Juanita Lectora intervino para comentar que, En Arqueología del saber, Michel Foucault, trata el tema según el cual los enunciados dirigenciales están organizados en un conjunto de reglas que definen lo que es admisible o no en determinadas etapas del desarrollo de las sociedades. Hablan los poderosos para callar a lo humildes.
Juanita Lectora comentó acerca de la explicación brindada por Foucault según la cual el poder moderno de la actualidad se exterioriza a través de sus discursos hegemónicos que los hace legítimos para excluir los otros y convertirlos en inaceptables. Cierto Juanita, expuso Rusbel Caminante, lo dicho por los potentados se convierte en lo único creíble y las ideas de la mayoría con el silencio obligado en impedimento para orientar el rumbo del país. A la mayoría de los colombianos le queda el recurso de transformar el silencio oprobioso en lenguaje y acción, agregó, como lo expresó Audre Lorde, escritora afroamericana: las emociones son un recurso político al que acceder a través de la palabra.
En Las herramientas del amo nunca desmontarán la casa del amo, ensayo de Lorde que Juanita Lectora consultó para afirmar que el silencio obligado hay que romperlo con la palabra porque es “un bálsamo contra el miedo” e instrumento poderoso para transformar la sociedad colombiana. Con aquella escritora y defensora de las mujeres, Juanita sentenció a los olvidados de la palabra que tus silencios no te han protegido ni te protegerán. Mantener el silencio de las comunidades olvidadas, agregó, es impedir que la mayoría hable para eliminar el pensar colectivo y desterrar la crítica.
Rusbel Caminante indicó que resulta triste reconocerlo, pero en el contexto político de Colombia prácticamente la opinión pública no existe porque los dueños del país imponen las reglas de los discursos con las indicaciones de qué se puede y no se puede decir; porqué y cómo decirse. Concluyó que en tal panorama la opinión pública se convierte en una triste comedia, sin información objetiva y sin respeto por los sentires divergentes el silencio es una forma de exclusión.