Después de leer la tercera carta, escrita por el excanciller Álvaro Leyva, empecé a preocuparme, de allí el uso del refrán en el subtítulo de la columna. No le dedico espacio al análisis gramatical, pues dejaría por fuera la esencia de mi comentario, eso sí, teniendo en cuenta lo que dicen muchos críticos: “es más importante el fondo que la forma”, así se tope uno con formas muy deformadas.
En las misivas, don Álvaro acusa al presidente de “faltar al respeto, incumplir compromisos y emitir declaraciones irresponsables”, tremenda imputación que pone en entredicho el comportamiento y la responsabilidad del primer mandatario de Colombia. Leyva expresa su preocupación por el rumbo del gobierno y la salud mental del presidente; lo acusa de tener problemas de drogadicción y sugiere que su estado de salud es grave; también, critica duramente decisiones recientes del presidente, como dejar a Armando Benedetti a cargo de la presidencia, pese a sus luchas con adicciones.
Algo en lo que no había pensado yo: Leyva describe un “autogolpe” de Estado de Petro afirmando que el presidente busca desestabilizar las instituciones; será necesario saber mucha semiótica y acercarse profundamente a la hermenéutica para hacer una afirmación como la expresada; confieso que soy lego en lo primero y ajeno a lo segundo, pero la cosa me suena muy fuerte.
Para buscar un momento reflexivo del mandatario, Leyva menciona episodios específicos que tienen que ver con la adicción de Petro y le exige que se someta a una prueba médica para demostrar su estado de salud, pues cada vez que se hacen comentarios de esta naturaleza expresa: “soy adicto al amor”.
Al analizar apartes de las cartas debemos tener en cuenta que Álvaro Leyva es un zorro toreado en muchas plazas, con una gran trayectoria política en las dos orillas, exministro con gran experiencia y con mayor conocimiento en los temas de paz (comisionado, delegado, facilitador, intermediario, etc.). No creo que se juegue su capital político, administrativo y de carrera de un momento a otro y por el solo hecho de llamar la atención.
La última carta ha generado conmoción en la opinión pública y ha marcado un rompimiento definitivo entre Leyva y Petro; este ha anunciado que lo denunciará ante la Fiscalía, pero son solo patadas de ahogado. Lo grave de este suceso es que incrementa la crisis y la polarización en el país.
Para mí, Álvaro Leyva se demoró mucho para arreciar sus críticas y denunciar conductas anómalas del presidente; algo que me tranquiliza es que no está negociando con la fiscalía ni esperando rebaja de pena.
Como decía mi abuela: “El que tiene un vicio, si no se mea en la puerta, se mea en el quicio”.