martes 17 Jun 2025
Pico y placa: 7 - 8

LOS LIBROS SIGUEN VIVOS (26)

26 mayo 2025 9:54 pm
Compartir:

PAISAJE INTERIOR

Mario Sirony

Antología poética

Ediciones Akerena

Bogotá, febrero 2015

Introducción de Horacio Gómez Aristizábal

58 págs.

“Unos hombres plantaron a su orilla/trémulas chozas de bambú y de iraca, /como quien siembra un campo de banderas/al ganarle a la selva una batalla. / Eran colonos antioqueños, fuertes/ y alígeros centauros emigrantes/ que violaban la fértil cordillera/ para engendrar caminos y ciudades”.  Estas dos estrofas iniciales integran una bien compuesta oda, con 14 cuartetos, cuyos asuntos literarios amplían esa abundante antología lírica preñada de idílicas, reiteradas metáforas atiborradas de café y chapoleras por donde, desde autores diferentes y con poemas de heterogéneas métricas, desfilan tolerantes la flora, fauna y topografía de los doce municipios quindianos. Este bien editado cuadernillo antológico, cuya selección evidencia los temas y el lenguaje, los constructos culturales, los componentes explícitos estéticos, religiosos, sociales y literarios propios de Mario Sirony, está compuesto por treinta y ocho poemas escogidos por Vega mismo de sus tres libros publicados. Vega Salazar nació en Salento el 6 de julio de 1923. Falleció en Bogotá a los 96 años de edad, el 6 de diciembre de 2019. La cabalística recurrencia del número 6 en su biografía, se presta para algunas aproximaciones o fabulaciones cabalístico-religiosas a la obra de este escritor quindiano de profunda vocación cristiana y católica exteriorizada en sus libros quien, a  lo largo de su vida, desempeñó funciones de diácono, ministro que sin ser sacerdote y bajo la guía del obispo, es ordenado con funciones de servicio en la iglesia, incluyendo el ministerio de la palabra y el servicio caritativo mediante ayudas pastorales a la comunidad.

“Cristo caído, Cristo suplicante, /tiendes la débil mano en el vacío/pidiendo compasión al pecho mío”, dice en un poema. Y en otro: “Duerme la virgen su celeste sueño/de luna y tersa nieve sosegada”. Y en uno más: “Cristo niño/ven, que la tierra tuya/se hunde bajo el peso/de las propias criaturas”. Un elemento biográfico relevante para el estudio de la no muy desplegada producción literaria de Sirony, con sus doctrinas y prácticas religiosas, es conocer que fue miembro de la Orden de los Mercedarios quienes, junto con sus votos de pobreza, obediencia y castidad, socorren personas vulnerables. Dicha orden tiene en Colombia presencia histórica y religiosa. Se reconoce por su patronazgo en varias ciudades y entidades. A Salento, municipio nativo de Sirony, este escritor de pensamientos delicados y visible manierismo poético en su estilo, su lenguaje y sus temas, le escribió un silvestre poema de 75 versos, Dulce aldea nativa; y otro de 80 versos, Acuarela de Salento, en dos partes: Ha crecido mi aldea, y Este es el valle de Cocora. Los pueblos de la provincia con sus personajes y su cotidiana existencia, se resaltan con trazos manieristas que inscriben a Vega Salazar en el inventario de tradicionales poetas quindianos bosquejando acuarelas verbales de nuestros bellos pueblos: “Viña de tul, girándula sembrada/por la mano de Dios en la colina”, expresa en uno de sus poemas. En otro, dice: “¡Oh! ¡efímera! Los roces/del aire se disuelven en pavura. /Rondan trasgos veloces/como a fruta madura/la seda de tu trémula figura”. Mario canta los pueblos del Quindío. De Calarcá, dice: “También Calarcá esbelta de corolas, /flor del café para el blasón del río/faro de las cosechas, desvelada/saeta del cacique entre los pinos”. En algunos poemas, como el titulado Seis momentos de un gamín, Sirony se conmueve por la situación de los niños desamparados y en algunas estrofas parece asumir, más con cristiana simpatía que con crítico carácter social de denuncia, algunos compromisos sociales con estos.  ¿Qué tipo de poesía escribiría Sirony, hoy por hoy, a Salento descompuesto y asediado por el sobreturismo? Su Cocora del poema Acuarela de Salento, ya no es el valle “tatuado de silencios y de trinos” ni mucho menos   la réplica “fiel del paraíso donde una muchedumbre de palmeras/afirmó sus dominios”. Cuando leo y analizo la producción poética de gran parte de nuestros provincianos escritores, tanto de la época en que Mario publicó sus poemas como de contemporáneas generaciones, me queda la acosadora presunción de que estos no fueron ni son vastos en sus lecturas de poesía, limitándose solo a leer de manera parcial determinados autores, escuelas y corrientes poéticas que circunscriben sus estilos, la percepción y expresión del fenómeno y la experiencia poética.

En su larga vida, Mario publicó cuatro breves libros. El primero, Ámbito del ruiseñor (Manizales, 1959) a sus 36 años de edad. El segundo, Invasión del rocío, (Armenia, 1972) a los 49 años de edad. El tercero, Celeste Umbral (Bogotá, 1999) a sus 76 años de edad. Y el cuarto, Paisaje interior (Bogotá, 2015) que no contiene ningún poema nuevo por ser una selección de los anteriores, hecha por Vega mismo a los 92 años de edad. Poco prolífico, como docenas de poetas que, por cualquier razón, no consolidaron ni continuaron su obra literaria. No fueron más allá de publicar uno o dos libros en ediciones de bajo tiraje. Carlos Alberto Castrillón, lo incluyó en su generosa Antología poética del siglo. Roberto Restrepo Ramírez, antropólogo quindiano entusiasta lector de Sirony, la persona que en nuestro departamento más ha contribuido a exponer la obra del salentino, hoy por hoy, a seis años de su fallecimiento, olvidado por numerosos escritores de su generación y desconocido por completo para nuevas promociones de poetas quindianos ajenos e indiferentes a la historia de tal género en el Quindío, reconoce que Sirony Vega es “un escritor íntegro, terrígeno y cordial. Es íntegro porque sus poemas son de profunda relación con lo que rodea a los seres de su entorno. Terrígeno, porque su lugar de nacimiento o la tierra hermana que lo acogió -el país de Ecuador – así como otras regiones que mencionó en su obra, estuvieron en un lugar preferente de inspiración”.

Durante el lapso en que publica sus dos primeros libros (1959-1972), el lenguaje poético y los temas usuales de Sirony, se enmarcan en ese controvertido grecoquimbayismo que permeó, nocivo, a numerosos escritores de nuestros pueblos quindianos quienes, sin ir más allá de lo literario, se apartaron del movimiento social  y cultural del país por ideología, -eran liberales o conservadores, ambos estremeciéndose y trasbocando con solo escuchar la palabra Marxismo; por cultura personal; por su reducido conocimiento de la poesía universal contemporánea y antigua o por  insuficientes estudios académicos  y carencias de amplias lecturas en sus autores. Esto me induce a citar lo que el notable escritor, político y filósofo marxista​ peruano José Carlos Mariátegui expresó en uno de sus ensayos respecto al papel del escritor en la sociedad: »Los futuristas rusos se han adherido al comunismo: los futuristas italianos se han adherido al fascismo. ¿Se quiere mejor demostración histórica de que los artistas no pueden sustraerse a la gravitación política?». Un escritor pueblerino de excelentes cuentos atómicos, columnista de un diario regional y cronista cercano a mis afectos, Hugo Hernán Aparicio, de templada y resuelta ideología Ur-fascista, representante intelectual y social de las fronteras  políticas   entre las cuales Umberto Eco maneja tal concepto, mantiene irritado conmigo porque considera que en mis columnas de opinión, mis cuentos, mi poesía y los comentarios a libros que siguen vivos y autores que con gusto   resalto en esta sección cada martes,  por ningún motivo debo arrogarme actitudes políticas de izquierda. Mi amigo uribista, afirma que debo dedicarme, ciento por ciento, a la literatura y a mis búsquedas espirituales sin mezclarlas con lo político.

Te puede interesar

Lo más leído

El Quindiano le recomienda