Carlos Alberto Agudelo Arcila
LA FELICIDAD reside siempre un centímetro más allá del alma.
TODO ESTÁ EN las manos de Dios, salvo su propia existencia.
COMO UNA DELICIA prohibida, el “pecado” alcanza nuestros deseos.
¡TANTAS VECES la palabra envenena la idea!
SE CREEN POR encima de los vulnerables por la vergüenza íntima de estar por debajo de sí mismos.
MIRARNOS HASTA avizorar el abismo sin fondo que somos.
UNA IMAGEN QUEBRADA: el reflejo del otro en nosotros.
CADA PERSONA EN la historia fue, es o será un objeto prehistórico.
LAS CREENCIAS IMPUESTAS se funden a la fuerza en la mente, dictando “verdades” sin raíz, sin prueba, sin fundamento evidente.
PERMANECER EN EL vacío, sin creencias o con la creencia en Dios: ser alas sin ave, flotar sereno en lo profundo de uno mismo.
SOMOS EL CUENCO; creer o no creer en un Todopoderoso es solo una acumulación infinita de pensamientos vacíos: una carga existencial.
LA HIPOCRESÍA MORAL teme a la sombra, no por su oscuridad, sino por la luz secreta que en ella se oculta.
LA MORAL FINGIDA es luz en el alero que niega la sombra bajo la cornisa.
EL POLITIQUERO ES un moralista de su propia falsedad política.
LA VIDA CULMINA en un agujero negro: la muerte.
AMOR Y ODIO se balancean en la cuerda floja de la amistad.
EL INSTANTE SE seca en pasado, a cada instante.
EL FUTURO SIEMPRE será flor sin nacer.
EL HÁBITO DE dudar teje el espíritu del hombre inteligente.
CULTIVAR LA MEMORIA del silencio ante tantos amnésicos del silencio.
