La cama es protagonista de la evolución humana. En ella nacemos, morimos, sufrimos y soñamos, solos o acompañados, sanos o guardando cama. Y, como dicen los ociólogos, en ella viajamos al capricho de la brújula imprevisible del subconsciente.
En algún recodo prehistórico, antepasados humanos comenzaron a utilizar cama de hojas, paja o pieles de animales, para no dormir en el suelo. Siglo a siglo se modernizaron diferentes modelos: Cama individual, litera, sofá cama, camilla, camarote, lecho conyugal, cama elástica, lecho de muerte, cama baja, catre, hamaca, cuna, cama redonda, cama turca, cama franca, la cuja de los abuelos, camastro, la cama de piedra, la cama vacía, el Kamasutra, etcétera.
Los dichos populares denigran de ella:
. Al hombre pobre y sin plata, la cama lo mata.
. Cría fama y échate a la cama.
. O todos en la cama o todos en el suelo. (A este refrán se debe que en Grecia hayan inventado la democracia).
. Si una persona cree todo lo que le dicen, es caída de la cama.
Como en los tiempos de Alejandro Magno, Julio César o Cleopatra, la suerte de los pueblos puede decidirse entre las sábanas de una cama. Dicen que Napoleón durmió en más de quinientas de ellas. Drama, comedia, novela, oda, tragedia y tragicomedia, se originan en la cama.
«Vuelvo a acostarme en ti, mi vieja cama,
que abrigaste mis noches siendo mozo
y tu tibieza un recogido gozo
por todos mis sentidos desparrama…».
Don Miguel de Unamuno escribió estos versos durante un insomnio, y a Neruda se le ocurrió lo siguiente mientras roncaba:
«De cama en cama
es este viaje
el viaje de la vida.
El que nace, el herido
y el que muere,
el que ama y el que sueña
vinieron y se van de cama en cama…».
A propósito de Neruda, en una biografía desautorizada, sus malquerientes políticos lo describen como aficionado a las cenas abundantes y condimentadas. «Esto lo convirtió en un roncador tan potente que en noches de congrio en salsa tártara y una botella de vino de Ribeiro, Matilde Urrutia se iba a dormir a la sala, con tapones en los oídos. La persona mesurada come poco, para no roncar cuando duerme, dice la Biblia».
Roncar es una pesadilla para quienes pernoctan cerca del causante y según el volumen del ronquido puede ocasionar trasnocho en apartamentos contiguos. Ahora que está de moda ponerle aranceles a todo, ya existen reglamentos de propiedad horizontal con autorización a los administradores para doblarle el canon de arrendamiento a quien ronque después de las diez de la noche. Y los congresistas estudian incluir los ronquidos silbantes como causal de divorcio.
En beneficio del derecho al sueño y a soñar, la tecnología ha manifestado interés en la ronquitis y ya existen aplicaciones para despertar al roncador con alaridos de sirena.
La humanidad le debe una estatua a la cama, mueble necesario pero escarnecido, donde transcurrimos más de la tercera parte de la vida, en probadas posiciones ortopédicas. Para reparar la ingratitud de sus beneficiarios, bendigamos a la cama, el sustentáculo del futuro mundial.
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ELOGIO DE LA CAMA
(Tango para bailar como salsa):
Texto de Juan Sebastián Bache (1951-1980), música de doña IA:
https://drive.google.com/file/d/14nKgO4Hhsl6ouLm9OaknoR5tMtEcElCK/view?usp=sharing
Solo en ti y en la paz del aposento
sus misterios el mundo ha penetrado,
los sueños del humano desvelado
alcanzan el telar del firmamento.
Del introito al final has soportado
al mísero mortal: del nacimiento
y por mil y una noches, al momento
de enviarlo en ataúd al otro lado.
Eres símbolo eterno, ¡salve, oh cama!
Quien duerme acompañado o en piyama
produce una retreta de sonidos.
Por desgracia, no hay obra que recoja
la serenata de una cama floja
o el dueto conyugal de los ronquidos.