El presidente de la república por la dignidad del Estado que ostenta, debe ser paradigma de buenos modales, respeto, prudencia, cordura y sindéresis. Debe actuar guiado por la razón y no por la emoción. Sin embargo, a medida que se acerca el final de su gobierno y sentir la impotencia de no poder cumplir con sus promesas de cambio, está irascible y descontrolado.
Para evadir la responsabilidad, busca culpables en el senado, se victimiza y se declara perseguido por el establecimiento; para justificar su incapacidad e incompetencia para afrontar la multicrisis que padece el país.
En vez de argumentos para controvertir a los opositores, utiliza los ataques personales, tratándolos con los mas bajos epítetos. Los insulta, les mienta la madre, los señala de asesinos, traidores, vendidos, malditos, vampiros, esclavistas h.p, etc. Este lenguaje ordinario y procaz es inaceptable en el presidente y los ministros de salud y el interior. Pero, cínicamente dice con transmisión en directo y en hora pico por todos los canales de televisión privados y públicos y las redes sociales, que lo quieren censurar.
Como se cree un caudillo, se considera la voz del pueblo, su único representante, olvidando que la mayoría de colombianos no votaron por él, lo hicieron por otros candidatos y por congresistas y gobernantes de partidos diferentes al Pacto Histórico. Y que muchos de los que votaron por él, están arrepentidos por los escándalos de corrupción y por su ineptitud para gobernar.
Al igual que todos los gobiernos corruptos y clientelistas, a cambio de puestos, contratos y dinero, cooptó la Cámara de Representantes, La Fiscalía, La Procuraduría, La Contraloría, la Defensoría y tiene mayorías en la Comisión de Absoluciones de la Cámara, la Corte Constitucional y la Junta Directiva del Banco de la República. Lo que acaba con el equilibrio de poderes.
Esta dedicado al maniqueísmo. Todos son malos, el único bueno es él. Su gobierno es el mejor, los anteriores fueron peores. En vez de gobernar, sigue en campaña política, haciendo oposición. Sus deshilvanados discursos, son cada vez más beligerantes, agresivos e incendiarios. El primero de mayo quien se autoidentifica como el gobierno del amor, la paz y la vida, utilizó símbolos de guerra como la espada y la bandera de la guerra a muerte, insultando a sus criticos, incitando al odio de clases y promoviendo irresponsablemente un nuevo estallido social. Pretende imponerse con amenazas, intimidaciones y metiendo miedo al estilo Trump.
El “humanista” Petro está dedicado a viaticar por todo el mundo, a las cirugías plásticas, a incrementar el gasto publico en burocracia innecesaria e inoperante, en pauta publicitaria y en contratos multimillonarios a los indígenas de la ONIC y la CRIC para que lo acompañen en sus convocatorias.
Con hipocresía presenta una reforma laboral para garantizar un contrato a termino indefinido a los trabajadores. Cuando en su gobierno el 73% de los contratos son órdenes de prestación de servicio a término fijo de varios meses, sin protección social, ni prestaciones. Y los contratistas deben asistir obligatoriamente a las marchas, aun cuando les deben varios meses por sus servicios prestados.
Si fuera humanista imitaría el ejemplo de empatía y solidaridad del gobernador de Antioquia que redujo notablemente los gastos de funcionamiento, para pagarles un bono pensional de $225.000 mensuales a 3.000 adultos mayores. Pero a Petro no le interesa el pueblo; por eso se siguen muriendo los niños de hambre, aumenta el suicidio de jóvenes sin oportunidades, los habitantes de calles y los desplazados. Y las indígenas con sus hijos descalzos y aguantando hambre y frío, se la pasan todo el día en los andenes de las ciudades, tratando de subsistir con la venta de collares, o con la caridad pública. A Petro no le interesa el pueblo, por eso está suprimiendo todos los subsidios a los estratos bajos. Solo necesita el pueblo para que salga a escuchar sus discursos y vote por su candidato.
Ataca a los empresarios, la empresa privada, los oligopolios, pero les entrega las mayores concesiones como la de la construcción de la línea férrea La Dorada-Chiriguaná, por 10 años y con un costo de 3.4 billones de pesos.
Demostrando falta de seriedad y sensatez, concedió una entrevista de mas de una hora al comediante y youtuber Juampis González en su programa el Boletín del Gomelo. Como siempre llegó con un retraso de más de 3 horas y evadió la mayoría de las preguntas. Se prestó para que fuera irrespetado, tomado del pelo y literalmente peinado por el irreverente humorista, que lo ridiculizó, lo trato de drogadicto y guevón, mientras el presidente sin vergüenza reía. Injustificable la frivolidad del Jefe de Estado.
Sigue utilizando el espejo retrovisor y el negacionismo, para afirmar falazmente que estamos mejor que en los gobiernos anteriores. Desconociendo la realidad-acaso por los efectos de su consumo problemático de narcóticos-, aseguró que Colombia como sociedad es un ejemplo, un éxito en el mundo. Parece que Petro es nefelibata.
Es contradictorio e incoherente. Manifestó que el poder es una tortura, pero que el 7 de agosto se amarrará a la silla presidencial. Que espera que la revolución del pueblo revoque el congreso y permita su reelección.
El presidente tiene la obligación constitucional de unir y pacificar. Pero esta dedicado a dividir y a fomentar la guerra. No se gobierna a punta de hijueputazos, sino con respeto. El país solo saldrá de la crisis si hay trabajo armónico y mancomunado de todos los poderes y sectores sociales. La confrontación solo la grava.
Así, como traspasó la línea ética para su elección y para gobernar, traspasó la de la indignidad. El decreto que expidió en Francia con justificaciones mentirosas para prolongar su estadía en Paris 2 días que estuvo perdido consumiendo cocaína, como lo dijo su exministro Álvaro Leyva, constituye un delito de falsedad ideológica en documento público, según la exfiscal Viviane Morales, por lo que ya fue denunciado. ¿Se debería adelantar un juicio al presidente por indignidad?