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El Quindío en la Feria Internacional del Libro de Bogotá

5 mayo 2025 10:55 pm
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Shara Bueno, graduada de la Universidad del Quindío, representó al departamento en la FILBo 2025

Shara María Bueno Ramírez tiene una trayectoria artística que abarca la poesía, la gestión cultural, la edición, la fotografía, la ilustración digital y la producción de contenidos audiovisuales. Es graduada en Comunicación Social – Periodismo por la Universidad del Quindío y cuenta con una especialización en creación de contenidos, marketing digital y comercio electrónico de Platzi. Recientemente, participó en la Feria Internacional del Libro de Bogotá.

Nació el 9 de abril de 1999 en Armenia, Quindío. A lo largo de su carrera, ha participado en festivales de poesía tanto nacionales como internacionales, como el Festival Internacional de Poesía de Cali, el Encuentro de Nadaísmo en Medellín y diversos eventos en Perú y Colombia, donde ha sido convocada como ponente y jurado.

Ha publicado diversos fanzines de poesía, entre los que se encuentran Secretos Bajo la Cama (2018), Memorias de un Ingrato (2019) y Juro que intenté abandonar la poesía (2023), además de colaborar en varias revistas y periódicos, como La Crónica del Quindío, El Quindiano y Calarcá Literaria. También ha sido incluida en antologías de poesía de mujeres colombianas y en publicaciones como Morir es un País que amabas de Escarabajo Editorial.

Reconocimientos

Entre sus reconocimientos y premios destacan el segundo lugar en el Concurso Departamental de Poesía CASD (2014), el tercer puesto en el certamen Un Vistazo en Oaxaca, su selección en El Arte Sigue 2021 por Corpocultura, así como galardones por gestión cultural en Armenia y el Quindío. Además, es fundadora de Quindío Literario, un portal de literatura digital y tienda de productos literarios alternativos.

-Hablemos sobre su participación en la FILBo del 2025.

Mi participación en la FILBo se realizó gracias a la invitación de la Secretaría de Cultura de la Gobernación del Quindío, desde la gestión de Felipe Robledo y bajo la dirección de Liliana Moreno, quien se encargó de toda la logística relacionada con la participación del stand del Quindío. Específicamente, asistí para participar en dos espacios el jueves 1 de mayo.

El primer espacio fue un conversatorio sobre la Biblioteca de Autores Quindianos (BAQ), en el que el profesor Edwin Vargas expuso las motivaciones y la trayectoria de este proyecto, para luego conversar conmigo acerca de mi experiencia como autora ganadora de la convocatoria 2024. En esta charla, también compartí mi experiencia como lectora de la BAQ y los diferentes obstáculos que se han presentado año tras año —incluyendo este mismo año, en el que aún no contamos con los libros impresos de los ganadores 2024.

Además, abordé las deficiencias en las estrategias de difusión del proyecto, así como el atraso en el proceso de digitalización, que lleva siete años sobre la mesa pero que, hasta ahora, no ha logrado avanzar. Esto ha impedido aprovechar el recurso para llegar a más personas y ha contribuido a que el reconocimiento social del proyecto en el Quindío sea limitado. El acceso a los libros es extremadamente difícil y, en muchas ocasiones, estos terminan siendo regalados en espacios que no están relacionados con el ámbito cultural o literario.

Por otro lado, dejé claro que, aunque considero que la BAQ es un proyecto sumamente valioso por ser un testimonio de la producción literaria de nuestro departamento, desde mi posición como lectora y autora, no está generando el impacto que creo debería tener. Me refiero a que debería llegar a los habitantes del Quindío —a colegios, universidades, bibliotecas públicas, rurales e itinerantes— de manera atractiva y estratégica, con el fin de impactar de manera efectiva a la ciudadanía quindiana, la cual pienso que debería ser la principal beneficiaria.

El segundo espacio fue para la dinámica «Tendero Poético de autores quindianos», que consiste en montar un puesto similar a un tendero de ropa, pero con poemas y datos de poetas del departamento. Posteriormente, se realizó un recital, en el cual hubo un micrófono abierto para que los participantes pudieran leer los poemas que estaban en el tendedero.

-A propósito de la Biblioteca de Autores Quindianos, cuéntanos sobre la obra que vas a publicar en dicha colección.

“Pañitos de agua tibia” es un poemario que nace del dolor físico y emocional y de la ternura como forma de resistencia. Es una metáfora de esos gestos de cuidado que no curan del todo, pero que sostienen. Escribí estos poemas luego de un proceso difícil de salud y de frustración creativa, en el que me pregunté si seguir creando tenía sentido. El libro recoge ese tránsito: del enojo a la ternura, del silencio a la escritura, del dolor a la posibilidad de juego. Es una caja poética de pañitos para quien los necesite, como yo los necesite.

Adicionalmente, este poemario incorpora ilustraciones de mi autoría, que hacen parte de “la habitación de juegos”, como llamo a ese espacio que a diario trato de dedicarle a la creación, donde existen diferentes actividades: escribir, dibujar, fotografiar, idear dinámicas, etc. Y que de acuerdo al ánimo y al tiempo que tenga para dedicarle elijo una de esas actividades cada día.

-En su trabajo artístico y cultural uno puede advertir que convergen distintos roles: poeta, editora, gestora cultural, entre otros. ¿Cómo ha sido esta experiencia?

Actualmente, me considero un artista integral, teniendo en cuenta el hábito creativo que trato de fortalecer a través del concepto que te menciono de “habitación de juegos”. Este camino lo recorrí luego de renunciar a la gestión cultural. Mi experiencia en este ámbito ha sido sumamente enriquecedora, ya que he tomado la poesía como el núcleo de mis diferentes propuestas, que incluyen fanzines, actividades como el tendedero poético, dinámicas como “cita a ciegas con un poema”, instalaciones artísticas y exposiciones fotográficas. Estas experiencias me han permitido idear nuevas formas de crear, llegar y acercar a las personas a la poesía mediante propuestas creativas y estratégicas.

En cuanto a mi experiencia en gestión cultural, aunque me sirvió para comprender las diferentes dinámicas y estructuras necesarias para llevar a cabo un evento cultural —como lo lograba con Sinestesia, recital poético y musical (que incluyó recitación de poesía, obras de teatro y muestras musicales), llegando hasta su cuarta versión—, también me dejó sentimientos encontrados. Por un lado, una gran satisfacción por la excelente acogida en cada edición. Por otro lado, la frustración de que es sumamente difícil gestionar proyectos culturales cuando no se disponen de los recursos ni de las figuras jurídicas necesarias para acceder a convocatorias. Además, requiere contar con un equipo verdaderamente comprometido, ya que se necesita un grupo de trabajo para hacer realidad este tipo de iniciativas.

Todo esto me llevó a enfrentar la realidad de la precarización del artista y de quienes forman parte de este ecosistema. Aunque intenté costear desde mi bolsillo gastos de alimentación para los artistas, hospedaje, o la publicación de cada fanzine o revista para los eventos, e incluso creé una tienda que ayudaba a sostener estos gastos, nunca fue suficiente. No pude pagar honorarios a los artistas, y aunque en la última versión logré pagar una pequeña suma a los miembros del equipo de trabajo, aún no fue suficiente. Todo esto hizo que terminara renunciando a la gestión cultural, con una sensación de frustración inmensa.

¿De qué manera ha sido importante para usted vincular la poesía y las experiencias urbanas o cotidianas en sus obras? ¿Cómo esto ha configurado su mirada sobre el arte y la poesía?

Debo reconocer que me emociona enormemente la literatura que retrata lugares, que incorpora esos elementos palpables de la realidad urbana, sin importar cuál sea. Ya sea en novelas, cuentos o poemas, considero que mi formación en Comunicación Social y Periodismo también me ha llevado a desarrollar una sensibilidad particular hacia los temas sociales, políticos y culturales, y eso se refleja en mi trabajo poético. Vincular la poesía con las experiencias urbanas y cotidianas no es solo un recurso temático para mí; es una forma de situarme como ciudadana, como mujer y como artista frente a un entorno que me interpela constantemente. Esto ha moldeado mi visión del arte y la poesía, pues me ha enseñado que la poesía no está aislada en un pedestal ni existe solo para una élite. Por el contrario, está viva en los espacios comunes, en las voces anónimas, en las tensiones y bellezas del día a día.

Además, he llegado a comprender que el arte tiene una dimensión política y colectiva; que la poesía puede generar conversación y reconocimiento mutuo; y que posee el poder de resonar incluso en quienes no comparten exactamente mi contexto. Lo he constatado a través de los comentarios de lectores y oyentes, que, aunque no viven en Armenia e incluso están en otros países, encuentran en mis poemas algo que les habla y los motiva a compartir. Para mí, esto demuestra que lo local puede ser universal y que el arte es una vía para conectar experiencias individuales con emociones y reflexiones colectivas.

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