“Soy un protagonista de mi vida porque, no obstante, mis orígenes, mi raza, mi cultura, mi condición individual, social, mis creencias y mis sueños, soy un hombre que pudo alcanzar la mayoría de sus metas en los años que sirvió en la Policía. Admito que nunca me gustó perder, pero, como en el béisbol, lo que importa no son las derrotas o las victorias pasadas sino el juego del presente”. Con estas palabras se define el protagonista de la cuarta y más residente novela del escritor quindiano Alister Ramírez Márquez, residente en Nueva York.
George Medina Torres es un detective de origen puertorriqueño de la Policía de Nueva York, fanático del béisbol. Medina cuenta su infancia en El Bronx y algunos hechos previos y posteriores a la pandemia. Fue testigo del desplome de las Torres Gemelas y se envuelve en una investigación por la desaparición de Elsaira, una dominicana residente en Elmhurst Queens y madre de dos niños. Además, le sigue la pista al robo de una pintura de Rembrandt, que señala a varios sospechosos: Mr. X, un millonario neoyorquino; un surfista israelí; un irlandés adicto a las apuestas y dos colombianas migrantes.
A través de las voces y las aventuras de algunos de estos singulares y oscuros personajes, el lector se sumerge en una ciudad seductora, desbordada de historias delirantes, ilusiones fallidas, violencia brutal y contradicciones, pero, sobre todo, escuchará de la viva la voz del detective Medina, un relato conmovedor e inspirador. A pesar de la desolación, el desamor, el rechazo y la incomprensión que viven estos policías, indigentes, mujeres amadas y amantes, migrantes, expatriados y marginados de la sociedad, permanece un hálito de alivio flotando sobre el laberinto de la Gran Manzana.
A diferencia de su primera novela Mi vestido verde esmeralda (2003, primera edición) y ganadora del Premio Círculo de Críticos de Arte de Chile, Área de Literatura, Categoría Internacional, 2005, en esta ocasión el escenario no es el Quindío, sino las calles, los barrios pobres y rascacielos de Nueva York. Los personajes de Jonrón. Balada a Nueva York, nacen, viven, sueñan, se deterioran y mueren en El Bronx, Manhattan, Brooklyn, Queens o Staten Island. Algunos de estos estos son de origen latino como George Medina, criado por su abuela María Julia, una puertorriqueña migrante, llegada a Brooklyn con la oleada de isleños en los años treinta.
“Llevo casi cuatro décadas viviendo en Nueva York y me he convertido en un ciudadano emocional de esta urbe. Después de tanto tiempo y trasegar en medio de las dos lenguas, el español y el inglés, he logrado crear una obra con personajes, voces y experiencias que cuentan historias de esta sublime, entrañable y enmarañada ciudad. Todavía me maravillo al observarla con lupa y me siento como un explorador científico que a la vez hago parte de este gran laboratorio humano. A través del tiempo he descubierto la riqueza y contradicciones de su historia, la idiosincrasia, la vida íntima de los inmigrantes, los ecos de otras culturas, los aportes que han hecho y siguen prestando los latinos a la sociedad estadounidense, como los veteranos de las guerras mundiales. Claro, no es un hecho menor, la relevante contribución económica, laboral, la fuerza del voto hispano y la cultura. Ya no somos los pobres de la tierra, pero no es suficiente que seamos el segundo país con el mayor número de hispanohablantes, detrás de México; hay que fijar la cultura con la lengua y la literatura. Mi novela es un humilde aporte”, afirma Alister Ramírez Márquez.
Alister Ramírez Márquez es comunicador social de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá y Ph.D. en Literatura Hispanoamericana de Graduate Center, The City University of New York. Ha publicado ensayos, novelas, cuentos, y colabora con revistas de literatura y arte hispanoamericanas. Es profesor de Español y Literatura Hispanoamericana en The City University of New York. Es secretario de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y Correspondiente de la Real Academia Española.