domingo 18 May 2025
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Psicoanálisis de un partido político

4 mayo 2025 10:30 pm
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Gloria Chávez Vásquez

El movimiento progresista enfrenta una bifurcación en el camino: Una ruta conduce a restaurar el sentido común y abandonar las causas radicales, la otra es un conducto engrasado pavimentado con políticas detestables y dañinas. Robert Knight, periodista estadounidense.

En su falta de liderazgo genuino, ideas y argumentos inteligentes, el partido demócrata ha degenerado en una especie chismosa y resentida, que se pega de cualquier ridiculez para atacar a sus antagonistas políticos. Sus fanáticos seguidores son la masa delirante, obsesionada con Donald Trump y con cualquiera que apoye sus iniciativas para salvar al país de la quiebra económica y moral.  

Con la complicidad de una prensa mercenaria, un sistema judicial minado de jueces parcializados, una corrupta industria del entretenimiento y un desmoronado sistema educativo, el cada vez más siniestro “liderazgo”, ha convertido la política del partido demócrata en un vertedero del que beben sus insensatos electores.

Al evaluar los primeros 100 días de Trump en la presidencia, Michael Goodwin del New York Post observa que Trump pintó el mapa del color republicano, para expresar que USA no es un país comunista ni socialista sino una república. Eso le dio el poder para tomar decisiones cuya línea apunte a un país de trabajadores, no de políticos.

Lo normal sería que el partido demócrata, cuya anterior administración convirtió al país en un asilo de lunáticos, permitiera su reconstrucción. Pero de acuerdo con el análisis de Patrice Lewis en el WorldnetDaily, las profundidades de la locura en la que los demócratas están dispuestos a caer por oponerse a Trump, es muy evidente. No importa lo que el presidente proponga, el todo es llevarle la contraria.

En lugar de producir ideas constructivas y encontrar soluciones que funcionen, los lideres progres se aferran a su mala fe y a las telarañas de su plataforma para hacer daño. Sus ataques más recientes incluyen cosas realmente estúpidas. Un ejemplo es el escándalo armado por la prensa de izquierda por el hecho de que Trump usó un traje azul (en lugar de negro) en el funeral del Papa Francisco, pasando por alto que Joe Biden, el príncipe William, los 14 portadores del féretro y muchos de los hombres allí presentes, también vestían trajes azules.

Y como dice Lewis, son cosas banales como esta, las que están contribuyendo a hacer que la izquierda nos parezca cada vez más ridícula. Vandalizar Teslas y practicar el terrorismo doméstico para aplastar a republicanos, libertarios y conservadores son solo los gritos de un movimiento político moribundo sin propuestas, ni ideas, ni objetivos, excepto la obtención del poder, ahora mediante el uso de la violencia, porque lo que es el apoyo político de la ciudadanía se ha precipitado a mínimos históricos.

En su evaluación de los primeros cien días, Michael Goodwin concluye que, en ese corto periodo de prueba, Trump ilustra “sus fortalezas y su mentalidad: decidido, audaz y con urgencia.” Su victoria de regreso fue decisiva, ya que arrasó en los siete estados disputados en el camino para acumular 312 votos electorales, ganar el voto popular y llevar al Partido Republicano al control del Congreso. Pero primero tuvo que sobrevivir a dos intentos de asesinato y superar una avalancha de enjuiciamientos y demandas civiles, basadas en mentiras diseñadas por el partido opositor, para derrotarlo y encarcelarlo.

Los lideres de la izquierda se nos presentan ahora como una colección de gente desquiciada. Cuanto más impongan causas impopulares –hombres en los deportes femeninos, o que defiendan a asesinos y pandilleros violentos, o que se opongan a la deportación de criminales– más espantan a los miembros de su propio partido.

«Se supone que los líderes deben ofrecer soluciones y encontrar compromisos que resuelvan las cosas. Los demócratas no ofrecen nada más que gritos y protestas, y la gente está harta de eso», dice Bill Maher, un crítico de la misma izquierda.

Lo interesante es la cantidad de votantes demócratas que se han cambiado al partido republicano. Principalmente los jóvenes. Una encuesta reciente reveló que los votantes están cansados de la resistencia anti-Trump, inclusive en California, un estado totalmente radicalizado. James Carville, ex encuestador del expresidente Bill Clinton, declaró que grupos importantes de votantes como el de los hispanos y los negros, están huyendo del Partido Demócrata. «Nunca había visto algo así en más de 40 años de encuestas. Los índices de popularidad del Partido Demócrata se han desplomado de un 47% al 27% en algunas de estas encuestas, y eso es una pérdida increíble de votantes moderados de clase trabajadora».

¿Por qué los demócratas no ofrecen alternativas sólidas y constructivas a la agenda de la actual administración? ¿Por qué gritan histéricamente en lugar de ofrecer soluciones serias e inteligentes para disminuir la deuda nacional de 37 billones de dólares o el fraude y abuso masivos endémicos en el gobierno federal como lo está haciendo Trump?

La razón detrás de su actitud tiene que ver con que con la agenda MAGA ya no lucran monetariamente como lo han hecho durante todos estos años. Como quien dice, se les acabo la vaca lechera. Ya sea que el rastro del dinero conduzca al Partido comunista de China o a organizaciones cuestionables como las de George Soros, muchos izquierdistas están viendo cómo se les acaba la mermelada o la mordida o los sobornos financiados por los contribuyentes.

«El pánico golpea a los demócratas a medida que Trump investiga el origen de dineros e infraestructuras», señala Lewis. «Cerrar el conducto de dinero federal a organizaciones sin fines de lucro, sospechosas de lavado y malversación de dinero, es, una de las razones críticas por las que se han visto disturbios en las calles y turbas frente a las casas de los funcionarios de Trump. Lo que hace que esto sea diferente es el uso de testaferros para pagar a los que protestan.

James Woods, actor y fuerte critico de la corrupción de la izquierda, explica que la razón por la que los demócratas aman a los extranjeros ilegales es porque por cada 770,000 ilegales que completan el Censo de EE. UU en una ciudad o estado santuario, los demócratas obtienen otro escaño en la Cámara de Representantes. ¿Ahora entiende por qué al Partido Demócrata le gustan los santuarios y las fronteras abiertas?

El partido demócrata marcha hacia la oscuridad, reescribiendo la historia y fingiendo que sus maniobras políticas no son la razón por la que Trump fue reelegido como presidente. Whoopi Goldberg, le dice a su audiencia televisiva que Trump está destruyendo la “robusta” economía que supuestamente heredó de Biden. Pero la gente bien informada no ha olvidado la Bideconomia que produjo la enorme inflación y sus devastadores efectos.

«El Partido Demócrata se derrumba bajo el peso de su propio radicalismo», observa el columnista de RPM Media, Rich Welsh: «Sus estrategias han fracasado, sus índices de aprobación se están desintegrando y siguen luchando batallas perdidas».

Los demócratas han demostrado que son misóginos rabiosos, negacionistas de la ciencia, belicistas, descaradamente a favor de la inflación, la corrupción y el soborno. Apoyan a violadores, traficantes de personas y traficantes de drogas. Como resultado de esta locura, la nación se está realineando de una manera nunca antes vista. Incluso los izquierdistas que odian a Trump están rogando a los demócratas que bajen el tono recordándoles por qué perdieron en 2024.

Robert Knight concluye desde su columna en el Washington Times, que los demócratas han colocado a su partido en guerra con la naturaleza, Dios y las libertades del pueblo estadounidense. Un enemigo que conspira para desbaratar la Constitución y desgarrar el tejido de los valores y la cultura estadounidenses.

Pero a menos que los representantes del partido demócrata puedan dar pasos sólidos y concretos para hacer algo bueno por el país, van a seguir perdiendo electores.

Como siempre, se preguntarán qué les golpeó y de nuevo acusarán a Trump.Gloria Chávez Vasquez escritora, periodista y educadora reside

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