José A Soto
«El escritor Jorge Luis Borges odiaba los periódicos. Decía que le parecían objetos inútiles porque sus páginas estaban llenas de noticias insignificantes. Según él, bastaba con que se publicara un diario cada 400 ó 500 años, cuando ocurrieran sucesos realmente importantes para la humanidad y la gente pudiera leer titulares como éstos: “Ayer Cristóbal Colón descubrió América” o “Bizancio cayó en manos de los infieles”. Revista Sole
La historia de la arquitectura en el siglo XX está marcada por una serie de rupturas ideológicas, estéticas y tecnológicas que reflejan los profundos cambios sociales, culturales y políticos del mundo moderno. Entre los movimientos más influyentes se encuentran el Movimiento Moderno, el Posmodernismo y la arquitectura contemporánea, que representan distintas respuestas a los desafíos de su tiempo.
El Movimiento Moderno: función, razón y utopía
El Movimiento Moderno surge a principios del siglo XX como una respuesta a las transformaciones provocadas por la Revolución Industrial y los horrores de la Primera Guerra Mundial. Arquitectos como Le Corbusier, Walter Gropius, Mies van der Rohe y Frank Lloyd Wright promovieron una arquitectura funcional, racional y universal, despojada de ornamentos innecesarios.
Inspirados en los avances técnicos y en ideales progresistas, los modernistas creían que la arquitectura debía contribuir al mejoramiento de la sociedad. El lema de Sullivan, “la forma sigue a la función”, se convirtió en un principio rector. El uso del hormigón armado, el acero y el vidrio permitió crear nuevas formas arquitectónicas, como los pilotis, las fachadas libres o las plantas abiertas. La Carta de Atenas (1933) sintetiza estos ideales al proponer una ciudad funcional, zonificada y eficiente.
Sin embargo, el Movimiento Moderno fue progresivamente criticado por su rigidez, su falta de sensibilidad al contexto local y por producir entornos urbanos impersonales, como se evidenció en muchas urbanizaciones de posguerra.
El Posmodernismo: ironía, referencia y pluralidad
A partir de los años 60 y 70, emerge el Posmodernismo como una reacción contra los dogmas modernos. Esta nueva corriente no buscaba rechazar la modernidad por completo, sino complejizarla, incorporando la historia, el simbolismo y el contexto cultural en el diseño arquitectónico.
Arquitectos como Robert Venturi, Michael Graves, Charles Moore y Aldo Rossi revalorizaron el ornamento, la ironía y el eclecticismo. Venturi, en su influyente obra Complexity and Contradiction in Architecture (1966), desafía la simplicidad moderna y defiende una arquitectura rica en significados. Frente a la «caja blanca» del modernismo, el posmodernismo introduce colores, referencias clásicas reinterpretadas, y una actitud lúdica hacia la forma.
El Posmodernismo marcó una transición hacia una arquitectura más comunicativa y abierta a las diferencias culturales, aunque también fue acusado de superficialidad o excesivo formalismo.
La arquitectura contemporánea: hibridación, tecnología y sostenibilidad
Desde finales del siglo XX hasta hoy, la arquitectura contemporánea se caracteriza por su diversidad estilística, el uso intensivo de nuevas tecnologías y una creciente preocupación por la sostenibilidad y la experiencia del usuario. No existe un único estilo dominante, sino una coexistencia de enfoques que van desde el high-tech, el minimalismo y la deconstrucción, hasta propuestas más contextuales y ecológicas.
Arquitectos como Zaha Hadid, Rem Koolhaas, Norman Foster, Herzog & de Meuron o Shigeru Ban han expandido los límites del diseño arquitectónico con el uso de software paramétrico, nuevos materiales y enfoques interdisciplinares. La arquitectura se convierte en una plataforma de experimentación formal, pero también en una herramienta para abordar problemáticas sociales, medioambientales y urbanas.
Lo contemporáneo, en suma, se define más por su capacidad de integrar múltiples influencias y adaptarse a la complejidad del presente que por una estética única.
Después de este breve recorrido con los tres momentos más recientes de la arquitectura, vale la pena preguntarnos, en lo relacionado con nuestra ciudad ¿Dónde estamos? Y no sé por qué da la impresión que apenas estamos dejando el movimiento moderno, intentando, a causa de la inmediatez de los tiempos actuales, entrar en la contemporaneidad sin haber pasado por la posmodernidad, excepto por algunos edificios que rematan sus fachadas con algunos frontones.