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KILOSOFÍAS / Internet, hipocondría y el enfermo imaginario

4 mayo 2025 6:31 am
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Pedro Elías Martínez

Los especialistas llaman hipocondría a la obsesiva preocupación por la salud, es decir, creer que a uno lo enferma lo que oye, ve o lee. El hipocondríaco resulta con los mismos achaques de las personas de su entorno social. La hipocondriasis existe desde tiempos inmemoriales. Adán, el primer hipocondriaco, sufría de inexplicable dolor en las costillas.

Ahora el trastorno se incrementa con patrocinio de la IA. Visitando al Dr. Google y las redes sociales, a cualquiera se le prenden los padecimientos detallados en la web, y los contactos logran contagiarlo a uno de odio y hostilidad. Malestares de ocurrencia común, son interpretados por el hipocondriaco como el asomo de una muerte cercana. Para algunos discípulos de internet, una migraña anuncia derrame cerebral; una tos al atorarse es anticipo de tisis; una comezón en la nuca, parálisis general.

Los internautas buscan las características de una enfermedad y al otro día amanecen con los síntomas que leyeron. Si esto se mezcla con el Zodíaco, un grano en la papada es cáncer para Leo, una mugre en un ojo va a dejar ciega a Capricornio.

Muchos evitan darle la mano a otra persona por miedo de infectarse con algo, como hacía la difunta reina Isabel II. Ella portaba una mano falsa, adosada al sostén, para saludar en las ceremonias.

Un jubilado vio en un reel a una señora parecida a la gorda Gertrudis, contoneándose, diciendo que el pasado no existe. Y ahora él mismo no sabe quién es.

La visitante de una página de dietas para adelgazar, se propuso comer la cuarta parte de lo habitual, y como empezó a darle hambre hasta de noche, otra página la convenció de que tenía solitaria.

Larga es la lista de personajes hipocondríacos:  Charles Darwin, afligido por un misterioso dolor en las manos; Marcel Proust, con supuestos ataques de asma que lo mantenían acostado en el día.  De noche se levantaba a escribir y así pudo completar los 16 volúmenes de «En busca del tiempo perdido». En la enumeración aparecen desde premios nobel de literatura como Juan Ramón Jiménez y Gabo, hasta cineastas famosos como Woody Allen.

Personas que sufren el repertorio de males de parientes, amigos y conocidos, se disgustan cuando el médico les dice que no tienen nada.

En la comedia de Molière «El enfermo imaginario», el protagonista hace casar a su hija con un médico para tener quien lo formule gratis. Durante la cuarta representación de la obra, Molière, haciendo el papel de enfermo imaginario, se desplomó en escena y falleció poco después, mientras el público aplaudía.

En el libro Manual para sobrevivir en el siglo XXI, Pambelé dice que a la gente le da hipocondría en la cola para reclamar medicamentos. Y yo digo lo mismo.

*

Eso de tener hipocondría

proviene de los tiempos ancestrales,

el paciente imagina tantos males

que atormentan su cuerpo noche y día.

Una señora supo que el vecino

andaba en consultorios y hospitales

porque un mal penoso y anodino

de cáncer en la próstata sufría.

Y a poco la señora padecía

la misma enfermedad de su vecino.

*

Aquí se alcanza a oír el motete:

https://drive.google.com/file/d/1xedeFBx2zrRcwAZI1aUcFjzxAqiAeTKf/view?usp=sharing

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