Por Manuel T. Bermúdez
Hasta el 11 de mayo Bogotá realizará la Edición 37 de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, Filbo.
Este evento pone en la mira del mundo cultural a la capital de Colombia como un lugar en el que, no solamente los literatos, sino también las editoriales podrán ser evaluadas y pondrán a consideración del público los trabajos realizados.
Para esta edición España es el país invitado de honor. Están además a disposición de los visitantes más de 2300 actividades culturales, habrá 500 autores de 30 países y la fiesta de la palabra y de las letras nuevamente se consolida como una actividad que anualmente el mundo mira con interés.
Bajo el lema «Las palabras del cuerpo», esta edición pone a consideración de las reflexión de los visitantes el cuerpo como un espacio en el que discurren las experiencias del ser y por medio del cual los seres humanos se expresan en diversas facetas. Según los organizadores se propuso al cuerpo como «un punto de partida para entender nuestras historias colectivas e individuales».
España atendió la invitación como invitado de honor y trajo una delegación de 140 autores y alrededor de 100 actividades culturales. Entre los nombres aportados al evento destacan escritores consagrados como Javier Cercas, Rosa Montero, Clara Usón y Manuel Vilas, pero también están las nuevas voces de la literatura que se abren paso como Alejandro Palomas y Elia Barceló.
La programación incluye charlas, talleres, exposiciones que son punto de encuentro de cientos de visitantes.
La programación es amplia y variada y se convierte en una experiencia fascinante para quienes tienen en las actividades culturales la mejor opción para estos días. La inclusión marca una buena nota al incluir eventos dirigidos a diversas comunidades y talleres en lenguas indígenas.
La feria también apostó por la innovación con espacios dedicados a la tecnología y las narrativas digitales. Pabellones como el de literatura juvenil y el de nuevas tecnologías exploraron cómo las plataformas digitales y los formatos interactivos están transformando la forma en que consumimos historias. Además, la programación incluyó actividades para promover la inclusión, con eventos dirigidos a comunidades diversas y talleres en lenguas indígenas.
Tanto autores como agentes literarios y profesionales de los libros de todo el mundo tienen, por esta temporada, a Bogotá como un punto de convergencia para escuchar a los que saben pero también para que se realicen acuerdos comerciales que favorecen definitivamente a la literatura en el campo internacional.
Es de anotar que se tuvo en cuenta para el acceso a personas con discapacidades y se adoptaron prácticas amigables con el medio ambiente como la reducción de materiales impresos y el uso de energías renovables en Corferias.
La Filbo se reafirma una vez más como un gran espacio de voces literarias y un luar en donde la cultura, las ideas y los seres humanos tienen un sitial de privilegio.