Samaria Márquez Jaramillo
“La heroína de todas mis historias, a quien amo con todo el poder de mi alma, quien fue, es y siempre será hermosa, es la verdad”, dijo el conde León Tolstoi, explicando porque renunciaba a su título nobiliario y se dedicaba a pensar y escribir para muy pronto convertirse en maestro de la ficción realista y uno de los novelistas más grandes del mundo, mejor conocido por sus dos obras más largas, Guerra y paz (1865-69) y Ana Karenina (1875-77) aunque , para mi gusto, la obra más corta de Tolstoi, La muerte de Iván Ilich (1886) es la mejor muestra de lo que es una novela corta porque elude todo artificio, observa los más mínimos cambios de conciencia y registra, como acto de conciencia, sutiles movimientos del ansia ambiciosa humana. Aunque las ideas religiosas de Tolstoi ya no inspiran el respeto que antaño, el interés por su vida y personalidad ha aumentado, en todo caso, con el paso de los años y es preciso tener en cuenta que su doctrina de no resistencia al mal tuvo una importante influencia en Gandhi.
Para empezar a narrar la influencia que en el actuar humano tuvo Tolstoi es indispensable recordar que, en el siglo XIX, Matthew Arnold afirmó que una novela de Tolstoi no es una obra de arte sino un trozo de vida y que, si el mundo pudiera escribir por sí solo, escribiría como Tolstói. Críticos de diversas corrientes han coincidido en que, de alguna manera, las obras de Tolstói parecen un símbolo viviente de la búsqueda del significado de la vida.
La biografía de Tolstoi bien puede resumirse así: En 1847, Tolstói comenzó a escribir un diario, que se convirtió en su laboratorio de experimentos de autoanálisis y, posteriormente, en su obra de ficción. Reflejando la vida que llevaba, su primer diario comienza confesando que contrajo una enfermedad venérea y registra el repetido fracaso del escritor para ajustarse a normas o sistemas filosóficos que la ayudaran en sus intentos de autorregulación.
Tolstoi se sintió atraído por las obras de los novelistas ingleses Laurence Sterne y Charles Dickens, y especialmente por los escritos del filósofo francés. Jean-Jacques Rousseau; en lugar de una cruz, llevaba un medallón con un retrato de Rousseau. Pero pasó la mayor parte de su tiempo tratando de ser socialmente correcto, bebiendo, jugando y participando en el libertinaje. Después de dejar la universidad en 1847 sin un título, Tolstoi regresó a Lásnaia Poliana,su casa natal, donde planeaba administrar sus bienes y mejorar la suerte de sus siervos. A pesar de las frecuentes resoluciones de cambiar sus costumbres, continuó su vida relajada durante estancias en Tula, Moscú y San Petersburgo. En 1851 se unió a su hermano mayor Nikolay, un oficial del ejército, en el Cáucaso y luego ingresó al ejército. Tomó parte en campañas contra los pueblos nativos y, poco después, en la Guerra de Crimea (1853-1856).
En 1847, Tolstói comenzó a escribir un diario, que se convirtió en su laboratorio de experimentos de autoanálisis y, posteriormente, en su obra de ficción. Con algunas interrupciones, Tolstói escribió sus diarios a lo largo de su vida, y por ello es uno de los escritores mejor documentados de todos los tiempos. Reflejando la vida que llevaba, su primer diario comienza confesando que pudo haber contraído una enfermedad venérea. Los primeros diarios registran una fascinación por la elaboración de normas, ya que Tolstói componía reglas para diversos aspectos del comportamiento social y moral. También registran el repetido fracaso del escritor en honrar estas reglas, sus intentos de formular otras nuevas diseñadas para asegurar la obediencia a las antiguas y sus frecuentes actos de autocastigo. La creencia posterior de Tolstói de que la vida es demasiado compleja y desordenada como para ajustarse alguna vez a normas o sistemas filosóficos quizás derive de estos inútiles intentos de autorregulación.
En un intento de narrar a Tolstoi bajo su propio realismo repetiré que: Sofía Andréyevna dormía cuando su marido, León Tolstoi, despertó sigilosamente a su hija Alejandra en la noche del 27 al 28 de octubre de 1910. A sus 82 años, el anciano autor de «Guerra y paz» y «Anna Karerina», había decidido dejar atrás su vida en Lásnaia Poliana, la casa de sus ancestros, al sur de Moscú. «Me marcho ahora mismo. Ayúdame a hacer los paquetes», le susurró a Alejandra y con apenas equipaje, abandonó su hogar sin despedirse de alguien. Tan precipitada fue su fuga, que ni siquiera cogió el pasaporte. Su familia tuvo que prevenir por telégrafo a las autoridades para que no le detuviesen como un vagabundo.
La familia de Tolstói se mantuvo en contra de lo afirmado por el escritor y su esposa lo hostigaba y ridiculizaba delante sus discípulos. Su vida familiar era una cadena de malquerencias y su matrimonio fallido fue inicuo. La historia del dogmatismo de él y la afición de ella por las escenas expoliantes dieron al traste con la vida conyugal.
Atormentado por su situación familiar y por la contradicción entre su vida y sus principios, en 1910 Tolstói escapó por fin de la cárcel emocional que lo separaba de su obrar literario. A los 6 días de salir de su casa, contrajo neumonía y murió de un paro cardíaco en la estación de ferrocarril Astapovo. (Como cierre solicito a los lectores hacer clic en los enlaces siguientes, porque “es bonita la copla y entra bien por soleares”. )

León Tolstoi
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