domingo 18 May 2025
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FEDERICO GARCÍA LORCA, DE LA MANO DEL VERDE CONOCTAVIO PAZ*

27 abril 2025 9:30 pm
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Carlos Alberto Agudelo Arcila 

Verde de casas vacías. Verde de sangre y luz. Refugio diario en el verde mate.

120 genuino en el alambrado del color, por donde se divisa la plaza de mercado colindante con el muro de los lamentos. Berenjenajaspeada de amarillos alucinantes. Martes de nunca llegar en veredas de verde colorido: de perejil y apio, de verdolaga y arboleda sin fronteras, y bellotas enjauladas por el precipicio de velas imposibles de encender. 

Las palabras corren sobre rieles de puntos suspensivos. Se ven pasar hacia el infinito, hasta alejarse dispersas, en el lenguaje de la florestaseca. Corolas tapizan el atardecer. El ocaso se disipa en el punto final de la luz, hasta pregonar la noche estacionaria en el césped y en la taberna de los postrados, donde se bebe el final de la existencia. 

Algo germina. Y crece.

A la altura de la sed de un elefante pronto a morir germina y crece.  

Algo crece. Crece. Y crece hasta el lunes exangüe. 

Sombras germinan en el aluminio sin concebir. 

Una flor se suicida al lanzarse desde el tallo meridional del jardín de doña Rosa, la vendedora de ilusiones, en la cuadra ancestral del pueblo perdido en la memoria de don Anselmo, hombre de roble y almíbar, quien, en sus manos callosas, se perciben alboradas. La savia queda sobre la calle, mientras los transeúntes se bendicen y siguen de prisa con el fin de llegar a la tercera estación de la bebida caliente,como el milenio anterior de haber llegado la hormiga al resquicio dedonde caen hojillas, traídas bajo brazos de hombres sin rumbo. 

El horizonte se entrevé más acá del ayer de nadie. 

Hoy es la repartición de la piel de demonios descarriados.

Ayer y mañana.  

Mañana y hoy…

Verde que te quiero verde

Sí. Federico García Lorca: el negro es verde, y verde el te quiero, y el girasol se amarillea de verde.

El destino se enverdece en los dientes oníricos de la mujer misteriosa y de carne verde para el amor lorquiano de Federico: eco de música verde en las entrañas. Las balas tatúan el agua por la cual se derrama la iglesia y chopos en el tejado. 

Y siempre así, como cuando nadie quiso mirar en el aire el verde más verde para sentirlo en el alma de sí mismo.

Aroma verde en el ajenjo. Olor sin culminar su sentencia inmaculada.En la sombra del verde el agua, Octavio Paz. La ausencia es memoria del verde en una mujer desnuda detrás del almendro. La tempestad cubre la estatua del parque, mas no las palomas blancas a su alrededor, ni a los ancianos prestos a darle maíz a las aves del mundo.La ausencia se entrelaza en la memoria de ella, de todas ellas, de cada una de ellas, en el momento de captar la laminilla verde del pastizalde los horizontes infinitos. Sí, Octavio. Paz. 

Yerba de luz y sombra y sombra y sombra… y luz y luz… y sombra de toronjil y luz de yerbabuena y llueve y escampa y no sucede nada mientras el poeta guarda silencio y el silencio se diluye en el verde decir de Octavio paz.

Federico García Lorca. Octavio Paz se miran a través de la rejilla del viento de una hoja en el aire de las admoniciones. Estiran sus risas ysaludan sus manos terrosas: “Polvo eres y en polvo te convertirás”. 

Le faltan 36 verdes a la polvareda para lograr la meta de una palabra semejante a la casa del color del aire. En la palma crecen dedos de él y de él. Crecen los dedos y la tinta verde y el devenir de la poesía. 

Federico en ayuna interminable. Octavio con un salmón al hombro. 

Atrapan sus alas en sus propios vuelos: Lorca… Paz…

*Capítulo de la novela surrealista Martes de nunca llegar

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