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LOS LIBROS SIGUEN VIVOS (21)

21 abril 2025 9:47 pm
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ESCRIBO EN EL SUELO PARA QUE NO HAYA OLVIDO

Pedro Elías Martínez

Poesía

Ediciones Kanora,

Calarcá, Quindío, agosto de 2017.

Carátula de Javier Pinto Gómez.

Ilustraciones interiores de Domingó.

Nota de contraportada U. S.

80 páginas.

“Evita la espina/ aún en el poema/ porque su herida dura el doble/ del perfume, / solo es susceptible/ de tu olvido/ la flor”. No sobre el suelo ni mucho menos para el olvido, con delicado sarcasmo y refinado lenguaje, también con metafísica seriedad, el santandereano-quindiano Pedro Elías escribe sus poemas, sucintos o extensos, sobre marmóreos sentimientos que gravitan en torno al amor, la soledad y la cotidianidad del ser humano. Veterano del verso y del pulcro poema breve que acepta en sus moldes al haiku heterodoxo: “Arde el confín:/ golondrinas de humo/ sobre el océano”“La hoja/ se libera del árbol/ no del viento, este cronista, poeta y minicuentista es protagonista significativo de la poesía que, hoy por hoy, se escribe y publica en el Quindío. Nació en Contratación, Santander. Ocupó el primer lugar en el 9º. Certamen Internacional de Relato Hiperbreve de la Universidad Popular de Talarrubias, Badajoz, España, con su microrrelato Metamorfosis. Tiene publicados los libros La piedra de los aburridos (2013, crónica) y Escribo en el suelo para que no haya olvido (2017, poesía). Finalista en el V concurso internacional Mil poemas por la paz de Colombia, 2017, con el poema Estación de lluvia. Obtuvo mención especial en el premio latinoamericano de poesía Ciro Mendía en 2018. con la obra Breviario del escarabajo. Tiene los libros inéditos Correo no deseado, Mensajes de vos y Breviario de breverías.

Aquí en EL QUINDIANO, con sus Kilosofías de remozado costumbrismo, es de los columnistas más leídos y apreciados. En el lenguaje de su prosa y su poesía, en gran parte de sus temas, distingo el uso medido y riguroso de lo cómico que no llega nunca al chiste fácil ni grosero, en la línea estilística nada menos que del gran escritor humorista español Enrique Jardiel Poncela. En la presentación de uno de los libros de este santandereano, Alirio Cardona Galvis escribió: “Pedro Elías Martínez, agudo y objetivo, mordaz y despiadado, gozoso con las desventuras o mejor las aventuras ajenas, ágil maestro en adobar con buen humor los deslices y debilidades de los contrateños, entre rima y rima hemos sido sus víctimas tonsurados y togados, gentes con hábito o sin él, ricos y pobres, rojos o azules, nadie ha escapado a su certero y jocoso aguijón”. La antología Mariposas peregrinas, ave azul 2021, México, donde también publicaron textos del trovador y declamador calarqueño Gerardo María Giraldo Pérez, incluye varios poemas de Martínez. No soy crítico ni reseñista. Soy un solícito escritor-lector pueblerino que nunca desecha ni subvalora, ni arrinconará jamás la producción literaria de la gente de mis hermosos pueblos quindianos; de personas reconocidas o desconocidas, jóvenes o maduras, notables o anónimas dentro del ámbito intelectual; con trayectoria o sin ella; con un solo libro publicado o con muchos volúmenes en su acervo literario; con títulos académicos o sin estos, autodidactas que editan sus libros, como lo hago con los míos, en esta región. Me complace visualizar desde este espacio, y otros, los escritores que nacieron en otros lugares de Colombia, pero son quindianos por adopción y corazón. Y porque aquí publican sus libros. Escritores que residen aquí, aun cuando no hayan nacido en el Quindío. Mi intención desde este amplio y generoso espacio de periodismo virtual, sin discriminar géneros ni temas, lo refrendo, es visibilizar y resaltar mediante breves apostillas literarias algunos de los numerosos libros que se publicaron años atrás o que se publican en la actualidad, inadvertidos por la historia provinciana puesto que para el movimiento bibliográfico nacional no existimos y jamás vamos a ser noticia.  Nadie tiene interés literario en nosotros. Basta con ver todas estas anónimas decenas de novelas publicadas por autores quindianos que nada significan para la historia de la novela colombiana contemporánea.

Y no menciono a los poetas, porque su contexto humano, económico y literario, es peor. Ni usted ni yo somos escritores que interesen en Colombia. No somos nadie para intereses comerciales de Penguin Random House o Planeta. Te sugiero leer el libro La edición sin editores, las grandes corporaciones y la cultura, de AndréSchiffrin. “Los libros que trataban de problemas sociales y los textos de alto nivel intelectual fueron los primeros en desaparecer. En el otoño de 1998, el libro más publicitado con el sello de Pantheon era una obra sobre fotografías de las muñecas Barbie”, relata Schiffrin. Escribo estos comentarios a conciencia, porque me regocijo intelectualmente haciéndolo en un medio donde alto porcentaje de autores se solazan desacreditándose entre ellos. Adopto criterios fructuosos, nunca desfavorables, donde acentúo las virtudes literarias, el trabajo y las nobles intenciones de quienes autopublican sus libros con la esperanza de encontrar algún lector interesado en cuanto escriben. Para llenar vacíos donde algunos columnistas solo se refieren a determinados autores y explícitas obras, me alegra presentar desde este lugar el libro de poemas de Pedro Elías Martínez con su madurez de estilo en la forma y los temas, en la manera de este quindiano adoptivo hacer poesía con sus vivencias diarias y su imaginación, fruto de selectas lecturas y complacencias literarias. No son poemas escritos por simple inspiración o balbuceo lírico. Hay en ellos trabajo y plenitud, reflexión y sobre todo la necesaria reescritura, revisión y correcciones antes de redactar un verso y conectarlo con otros para consolidar el poema. Corpus poético redondo, completo, donde aparecen con elegancia el amor, lo urbano, el paisaje, lo elemental y lo metafísico. El poema final, Letanías crepusculares, merece estar en cualquier antología que se haga de poesía quindiana: “piel de caserío, ámame/ piel de ligadura, desátame/piel de agua, refréscame,/ piel de olvido, sáname/ piel de calle vacía, reintégrame/ piel de serenata, despiértame…” y así a lo largo de 15 versos más.

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