domingo 18 May 2025
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KILOSOFÍAS / Quevedo, Mussolini y el poeta Mute

Foto del poeta de Cartagena Luis Carlos López
19 abril 2025 11:09 pm
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Pedro Elías Martínez

En todos los idiomas y países, la poesía popular, la poesía festiva, considerada por algunos académicos como arte menor en el concierto poético, divierte a sus contemporáneos y generaciones posteriores por su gracia y originalidad. Sus autores pueden ser conocidos o anónimos.

Hay importantes poetas del gracejo en Colombia, entre otros, José Manuel Marroquín de Bogotá, Luis Donoso de Manizales, Leonardi  y Luis Modesto Gómez, Limógez, de Zapatoca, el Jetón Ferro de Chiquinquirá (fundador de la Gruta Simbólica), el Tuerto López de Cartagena, Jorge Veloza de Ráquira… En España sobresale el Diablo Cojuelo, don Francisco de Quevedo y Villegas, quien además fue improvisador de versos. En uno de sus recorridos de enero por Madrid, una anciana le pidió un par de medias de lana, de las que él usaba, largas y gruesas, para soportar el frío del invierno. A la súplica de la señora, Quevedo contestó de esta manera:

Si el mal no tiene remedio

de nada valen las quejas:  

Pártase usted por medio

y tendrá dos medias viejas.

En la Bogotá de antaño, primera parte del siglo XX, vivió el poeta Mute, especialista en escribir odas, y de quien no se tienen certeros detalles. Una musa burlesca —decían sus críticos— le va soplando al oído disparates. Cuando murió el general Benjamín Herrera, destacado participante en la Guerra de los Mil Días, Mute escribió la Oda ante el cadáver del general Herrera:

De luto está la liberal bandera

porque se ha muerto el general Herrera.

Y como si esto no fuera bastante,

enfermo de gravedad y agonizante

hállase el pobre general Bustamante.

Rafael Uribe Uribe, otro de los generales de la Guerra de los Mil Días, fue herido de muerte por dos carpinteros borrachos, de apellidos Galarza y Carvajal, quienes lo atacaron con hachas que llevaban ocultas bajo la ruana, mientras él caminaba por la Plaza de Bolívar hacia el Congreso donde era senador. El poeta Mute inmortalizó este momento luctuoso en la Oda ante la horrible muerte del general Rafael Uribe Uribe:

Asesinos Galarza y Carvajal,

que tan horrible muerte le disteis a Rafael,

si no hubiereis hecho tal

como estuviera de contento en el Senado él.

Hablando de horribles muertes y de las añoranzas del fascismo en buena parte del mundo de hoy, recordemos la glosa necrológica que escribió el Tuerto López cuando los partisanos murieron a Benito Mussolini —padre del fascismo—, en 1945:

Se murió Mussolini, aquel perrito

de la bella Margot de Zubiría,

y toda la familia de Benito

le rezó más de una avemaría.

Lo enterraron debajo de un caimito

en la frescura de una noche umbría,

con todo el rito, el imponente rito,

de nuestra inimitable clerecía.

¿Por qué, Señor, por qué

se muere un can hermoso

y no se muere un tal Ernesto Poso.

Cosas de Dios que no comete un yerro

según dice en su epístola san Pablo,

que le quita la vida a un pobre perro

y le deja la vida a un pobre diablo.

*

En el siguiente enlace se puede oír el réquiem:

https://drive.google.com/file/d/14MGKvD6IvnU7KcIq4pYlf7f60TPPKA_9/view?usp=sharing

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