Guillermo Salazar Jiménez
Esta pregunta sería la indicada para avanzar las discusiones sobre la reforma y la política pública educativa, expresó Rusbel Caminante, si realmente se espera cambiar a Colombia, sus territorios y comunidades, e instituciones educativas, desde el preescolar hasta la universidad. Interesante pregunta, intercedió Juanita Lectora, porque desear el bienestar colectivo choca contra fuerzas minoritarias que esperan mantener iguales privilegios, amparados en su poder económico y político. Maquillar las reformas para que nada cambie, agregó Juanita, con el caso de la reforma educativa se debería impulsar respuestas concluyentes a la pregunta ¿qué sociedad y país queremos? y se constituya en fundamento de la discusión entre los estamentos educativos.
Es clara tu idea Juanita, razonó Rusbel Caminante, la respuesta a tal pregunta seguramente se la han hecho los encargados de aprobar la reforma educativa y de ejecutarla de acuerdo a intereses sórdidos. Olvidan que los actores educativos, estudiantes, maestros y comunidad, son los directos responsables de imaginar y poner en práctica los procesos formativos para el cambio.
Juanita Lectora consideró que la misma pregunta hecha por los encargados de diseñar la política educativa a nivel central es necesario que se responda en las comunidades escolares e instituciones educativas. Adicionó que la respuesta de dicho nivel no puede ser igual para todos porque Colombia es un país diverso, los niveles regional y local tienen igual responsabilidad de intervenir directamente sus problemas, configurar particulares sensibilidades y validar aspiraciones de vida. La sociedad y país que queremos se valorará en gran medida por la reforma educativa que se apruebe, concluyó Juanita, seremos lo que la educación logre.
Así es Juanita, aseveró Rusbel Caminante, con Paulo Freire resulta categórico que el trabajo educativo comunitario es herramienta clave para desarrollar conciencia crítica, iniciativa, autonomía, creatividad y seguridad, actitudes y habilidades que la sociedad necesita para construir una Colombia diferente. Creo que la política educativa tiene la obligación de mirar el horizonte internacional, adicionó Juanita Lectora, pero de igual manera las exigencias locales en diálogo con escuelas y colegios, universidades y centros de investigación, grupos de estudio y organizaciones de maestros y estudiantes.
Juanita Lectora fue contundente: sin reforma educativa no hay nueva sociedad ni país y no habrá educación de calidad sino se adelanta una reforma curricular profunda que cualifique la profesión docente. Claro Juanita, adicionó Rusbel Caminante, alguna vez escribí que el compromiso de los estamentos educativos señalados en coexistencia trascendente podría rehacer el sentido de educar, no como asunto exclusivo de los académicos, sino como sentí/ pensar entre ciudadanos.
Idear una nueva sociedad y país implica praxis, en otras palabras, adicionó Juanita, comprensión y compromiso solidario para transformar y transformarnos. Saber y hacer sin ser y sin que otros sean con nosotros, perpetúa la dependencia irracional y, de paso, la discriminación social. Por ello el asunto de la reforma educativa no es un simple reto de recursos y ampliar cupos sino, ante todo un compromiso político, antropológico y social. Juanita terminó con Freire en educación y cambio, “Estas sociedades son ellas y no son todavía ellas mismas.”
