Para saber quién es el Judas colombiano simplemente hay que buscarlo en el gobierno del presidente Gustavo Petro Urrego. Si en alguna parte del mundo Judas dejó clones fue en Colombia. Estamos en Semana Santa y es hora de recogimiento, pero también de reflexión para conocer los daños causados.
Muchos son los señalados y también varios los reconocidos. Pero, hay uno que pecó y nunca rezó. El peor traidor desde el día 1 de este gobierno es Álvaro Leiva Durán. ¡Qué sujeto tan despreciable!
Haciendo historia porque la suya es larga, se le notaba el mal aliento desde La Uribe, Meta, a donde llegaba para abrazar a Tirofijo, Jacobo Arenas y Raúl Reyes. No los saludaba, se les arrodillaba como si se tratara del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Es cierto cuando Leiva dice que ha estado en todos los procesos de paz. También es verdad que como político y negociador es un pobre fracasado. Todo siempre a favor del grupo terrorista, nada para el pueblo ni la paz. A ese individuo se le debe en parte la desviación de las negociaciones, que no son de paz sino de traquetos disputándose los mercados. Todo lo de Leiva es con dolo y con intereses personales. Un mala sangre que ni los bichos lo pican porque se envenenan. Es uno de los arquitectos de esta guerra en donde los campesinos ponen los muertos y él reclama los viáticos.
Siempre se las ingenia para trabajar en todos los gobiernos. No tiene partido político ni principios. Su fin es conseguir puesto y figuración en las administraciones de turno. Decía que era godo y terminó arrodillado a la izquierda. Lo importante para Leiva es mostrarse con chófer y escolta en carro oficial.
A ese individuo no se le puede perdonar porque si sabe el daño que hace. No entendemos cómo un vivo y malicioso de la talla del presidente Petro, se deja engañar y enredar de tan peligroso burócrata de la paz. Ha estado en todos los sancochos de la paz y se los ha tirado porque solo pone la sal.
Salió a hablar mal de Petro y es tan indigna su actitud que ni la oposición recibe las críticas. Cuando estaba en el gobierno, Petro era inteligente, bonito y capaz. Ahora que lo echaron se la pasa trinando contra el jefe de Estado. Con Leiva no hubo última cena porque se tumbó el mercado.
Con su carreta pacifista ya debe estar hablado con dirigentes políticos y acomodándose para buscar puesto en el próximo gobierno. Si va al lavatorio de los pies, también le echan jabón y le cepillan su lengua.
Señor, aparta de la política a ese infiel.