Así despidió Jaime Lopera a su esposa y compañera literaria Marta Inés Bernal

15 abril 2025 11:02 pm
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Por Miguel Ángel Rojas Arias

El templo del Espíritu Santo estaba lleno. Amigos y familiares de Marta Inés y de Jaime Lopera, acompañaron las cenizas de ella, y la profunda tristeza de él. Junto al altar, el cofre con las cenizas, muchas flores y la foto en vida, reluciente, de la mujer que creo los maravillosos relatos de ‘La culpa es de la vaca’, y que escribió con su esposo Jaime, que, en primera fila, en una banca de madera, no le quitaba la mirada al retrato de su esposa.

Terminada la eucaristía y bendecidas las cenizas, Jaime Lopera, a sus 87 años, tomó un micrófono y agradeció la compañía de los amigos y familiares. “Estamos reunidos todos aquí para despedir a mi amada Marta Inés, quien habita ahora el firmamento destinado a los que ha dejado una importante huella de quehaceres y afectos”, empezó diciendo el exgobernador Lopera, con una voz que se quebraba.

Y narró los últimos momentos de Martha Inés: “El 3 de abril, mientras ocupaba un sillón a su lado, la miré de cerca, con detenimiento, para descubrir en esa mirada ya lejana el brillo de un recuerdo conmigo que nos comunicara. Pero el destello desapareció al instante, pues su mirada estaba lejos, quizás en un mundo de presentimientos, pero lleno de sus amores, de sus conocimientos, de su compromiso con los demás, y una creatividad sublime que le permitía poseer intuiciones y presentar realizaciones”.

“Unas horas después, a las 5:10 de la tarde, aparece un breve y repentino guiño, y por eso comprendo que la vida está ahí, sola ante mis ojos. Es cuando pienso que esa mente ágil, creativa, brillante y poderosa, a un metro de mí y en posición inerte, mirando al vacío, me hace preguntar si existe dios que pueda reparar esto. Como no tengo respuesta, sollozo sin atenuantes”, confiesa ante sus amigos el escritor, historiador y expresidente de la Academia de Historia del Quindío.

Y, al final, la mira como el Stradivarius, aquellos famosos violines del siglo XVII creados en Italia. “Hace muchos meses la había definido como el Stradivarius de mi vida, ese violín especial, así llamado por un artesano que lo fabricaba hace 500 años con una gran calidad, con una musicalidad, con una belleza y una brillantez que solo lo hacen un puñado de personas en el mundo. Con esa imagen me quedo para reconocerle el significado de ella en mi vida y el soplo de esperanzas que ponía en mí y en su familia”.

Para terminar la ceremonia, un grupo de amigas de Marta Inés y de Jaime, se acercaron al cofre con las cenizas y echaron a volar mariposas, que seguramente elevaron el espíritu creativo de esta maravillosa mujer al Olimpo de los dioses, para departir con Minerva y esparcir por el mundo aquella fábula fantástica de ‘La culpa es de la vaca’.

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