Héctor Aníbal Quintero Cano
«Conquista a tu propio yo» es mucho más que una frase inspiradora; es un llamado interno a embarcarse en el viaje más importante de todos; el viaje hacia uno mismo. Esta expresión hace referencia a ese proceso íntimo y transformador donde la persona se compromete con conocerse a fondo, aceptarse con honestidad y trabajar día a día en su evolución personal, su autoconocimiento y autodominio. No se trata de una batalla contra uno mismo, ni reprimir emociones o debilidades, sino de entenderse con compasión, de aprender a reconocer las luces y sombras que habitan dentro, tomando el timón de la propia vida con mayor conciencia.
Conquistar el propio yo, implica desarrollar la capacidad de observarse sin juicio, de identificar patrones limitantes, miedos heredados, inseguridades y hábitos que ya no sirven. Significa también fortalecer virtudes, cultivar la voluntad, la disciplina, la resiliencia y, sobre todo, el amor propio. Este camino no siempre es fácil, pero es profundamente liberador. Porque cuando alguien logra dominar su mundo interior, deja de depender tanto del exterior para ser feliz. Encontrando paz en su centro, claridad en sus decisiones, y fuerza para afrontar los desafíos con integridad. En esencia, conquistar el propio yo, es pasar de vivir en automático a vivir con propósito; eligiendo ser protagonista de la propia historia, comprometiéndose con esa mejor versión, que aunque aún no se ha manifestado del todo, ya habita en el corazón de cada ser humano.
Conquistar el propio yo, significa aprender a conocer todas las emociones, pensamientos, fortalezas, debilidades, miedos y sueños. Es reconocer las propias sombras y también la luz interior, para transformarse de manera auténtica y libre, venciendo las inseguridades y limitaciones mentales que nos frenan; desarrollando la fuerza de voluntad y la disciplina para actuar en coherencia con nuestros valores, cultivando el amor propio, la compasión y el respeto por uno mismo, eligiendo conscientemente cómo reaccionar ante la vida, en lugar de dejarnos llevar por el ego, el orgullo o las emociones negativas.
Motívese en pensar en usted mismo y en el éxito, estudie y analice la gente exitosa y la que no; para descubrir detalles y aplicar los principios del éxito como recompensa a su vida. Profundice en el estudio de la gente, descubriendo, que los infortunados sufren la enfermedad de una mente con pensamiento amortiguado y relajado. David J Schwartz le denominaba la excusitis. Cada fracaso habilita esta enfermedad de forma avanzada. «Las personas que logran poco en la vida suelen ser las más dispuestas a justificar por qué no alcanzan el éxito. Tienen explicaciones para todo; por qué no hacen, por qué no logran, por qué no pueden o por qué no son lo que desean ser. En lugar de enfocarse en crecer y transformar su realidad, se refugian en excusas que les permiten permanecer en su zona amortiguada de confort.»
Este mensaje no busca juzgar, sino invitar a la autoconciencia. Todos, en algún momento, podemos caer en ese patrón de justificar la falta de resultados, en lugar de asumir el poder que tenemos para cambiar. El primer paso hacia una vida con más propósito y logros es cambiar la narrativa interna, pasar del «no puedo» al «¿cómo puedo lograrlo?» y del «no soy suficiente» al «estoy en camino a convertirme en mi mejor versión».
Como una reflexión para el alma emprendedora. Hay una verdad silenciosa que muchas veces evitamos mirar de frente: “Las personas que menos logran en la vida suelen ser las más rápidas en explicar por qué no lo intentaron, por qué no lo lograron, o por qué simplemente no pudieron.» No es falta de capacidad. No es mala suerte. Es miedo, es duda, es costumbre de mirar hacia afuera en lugar de mirar hacia adentro. Porque es más fácil culpar a las circunstancias que asumir la responsabilidad de cambiar.
Hoy quiero invitar a algo distinto… Cambiar la historia. Dejar de decir “no puedo” y empezar a preguntar: “¿Cómo puedo?” Soltar las excusas y abrazar el compromiso. El éxito no llega por casualidad. Llega cuando dejamos de justificarnos y comenzamos a movernos, a innovar, aprender, emprender y producir con persistencia. El primer paso no es tener todo claro. El primer paso es decir que lo va a hacer de todos modos. Todo lo que pueda llegar a ser… si te das el permiso de avanzar será. Deje las excusas atrás y comience a andar el camino del emprendizaje que es el arte de aprender a emprender. La excusitis es la tendencia a justificar la falta de acción o el estancamiento personal mediante diversas excusas. Las formas más comunes de estas conductas son:
La «excusitis de la salud» es fundamental, pero no debe convertirse en un pretexto para no avanzar o emprender. A veces, utilizamos la «excusa de mi salud» para justificar la inacción, cuando en realidad existen alternativas, estrategias y apoyos que nos permiten gestionar nuestras limitaciones. Emprender requiere valentía y determinación, y cuidar de nuestro bienestar personal es parte esencial de ese camino. En lugar de ver la salud como una barrera insuperable, es importante buscar soluciones, adaptarnos y aprender a convertir cada desafío en una oportunidad para crecer. ¡No deje que la salud se convierta en un obstáculo para alcanzar las metas y construir el futuro que desea! Trazar la meta de que va a vivir hasta que muera y no vaya a permitir que vida y muerte se confundan. Nunca pertenezca a las fraternidades de muerte en vida. Es mejor tener la actitud correcta con un solo brazo que la actitud incorrecta con los dos brazos. Siéntase agradecido porque su salud es como es. Hay un viejo aforismo repetido constantemente: Me disgusto conmigo porque dañe mis zapatos, hasta que me halle frente a un hombre que no tenía pies. Recuerde que usted nunca se subirá a una cama de un hospital por estar pensando en cómo innovar y producir.
La «excusitis de inteligencia» se refiere a la tendencia de algunas personas a justificar su inacción y falta de iniciativa atribuyéndola a una supuesta carencia de falta de inteligencia, conocimientos o habilidades mentales. En lugar de ver estas limitaciones como áreas de oportunidad para aprender y crecer, se utilizan como excusas para evitar asumir riesgos, enfrentar desafíos o explorar nuevas posibilidades. Nunca subestime su propia inteligencia y mucho menos sobrestime la de los demás. Lo que realmente importa no es cuánta inteligencia tiene, ni lo que sabe, ni cuantos estudios tiene, sino qué hace y cómo emplea inteligencia y conocimientos que tiene. No se necesita ser un sabio para triunfar.
La «excusitis de no tengo tiempo» “Se argumenta que «no tengo tiempo» para dedicarse a nuevos proyectos o metas, justificando la inacción por una supuesta agenda demasiado ocupada. La «excusitis de no tengo tiempo» es más que una simple excusa; es un reflejo de cómo gestionamos nuestras prioridades y cómo enfrentamos el cambio. Superarla requiere una revisión honesta de nuestros hábitos, la implementación de estrategias efectivas de gestión del tiempo y una mentalidad abierta al crecimiento. Al reorganizar y optimizar nuestras agendas, descubrimos que siempre hay tiempo para aquello que realmente nos impulsa hacia el éxito y el bienestar.
La «excusitis de falta de recursos»
Muchas veces, la falta de dinero, herramientas, apoyo o conocimientos se convierte en la excusa perfecta para posponer el inicio de proyectos o el avance en el emprendimiento. Esta percepción de limitaciones externas puede ser paralizante, pero es importante recordar que el éxito no depende únicamente de tener todos los recursos al comienzo, sino de la determinación y la creatividad para encontrar soluciones. Recuerda: el éxito no es el resultado de tenerlo todo, sino de aprovechar al máximo lo que se tiene y estar dispuesto a reinventarse constantemente. ¡Adelante, el futuro es de aquellos que encuentran oportunidades en cada desafío!
La «excusitis del miedo al fracaso» La tendencia a justificar la inacción o el retraso en emprender nuevos proyectos por el temor a equivocarse o a no alcanzar el éxito esperado. En lugar de ver el fracaso como una oportunidad para aprender y crecer, se utiliza este miedo como una excusa para evitar riesgos y permanecer en la zona de confort. Esto lleva a postergar decisiones importantes a renunciar a oportunidades valiosas y a limitar el potencial de crecimiento personal y profesional. Se usan frases como «no estoy preparado», «no es el momento adecuado» o «si fallo, será un desastre», lo que impide tomar decisiones audaces. La creencia de que todo debe ser perfecto antes de actuar, lo cual puede llevar a la paralización y a la procrastinación. Es mejor hecho que perfecto.
Las excusas en el emprendimiento, o «excusitis», traen varias desventajas como la Inacción evitando asumir nuevos riesgos para la toma de decisiones, frenando los progresos. Perdiendo las oportunidades al justificar la inactividad dejando pasar oportunidades valiosas para aprender y crecer. Hay que evitar el estancamiento personal y profesional. La falta de acción impide el desarrollo de habilidades y la innovación, limitando el éxito. Reduciendo la confianza. El uso constante de excusas debilita la autoconfianza y la capacidad de enfrentar desafíos. Las personas que padecen esta excusa a menudo subestiman sus capacidades, lo que refuerza la idea de que no están a la altura de los desafíos. Hay que aceptar el fracaso como parte del proceso, entender que equivocarse es una oportunidad para aprender y mejorar, desarrollando una mentalidad de crecimiento para fortalecer la capacidad de evolucionar y adaptarse a través del esfuerzo y la perseverancia.
Tomando pequeños pasos empezando con objetivos modestos gradualmente asumiendo retos mayores, para ir construyendo confianza, buscando apoyos y retroalimentaciones rodeándose de personas que inspiren y motiven, que puedan ofrecer consejos constructivos cuando se enfrente a fracasos. Cambiando la narrativa interna, de «si fallo, es el fin» a «cada error me acerca un paso más al éxito». El mediocre crítica y quiere enseñarle al que sabe que tampoco sabe para que los dos queden en el mismo lugar.
