Después de 85 años, un General retirado revela las causas reales del accidente aéreo de Santana donde hubo 64 muertos

7 abril 2025 11:39 pm
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En Armenia se presentó el libro ‘Memorias de un soldado del aire’ del excomandante de la Fuerza Aérea Colombiana, General en retiro Fabio Zapata Vargas. En el libro se hace un recorrido sobre la historia de Colombia durante la segunda mitad del siglo XX, desde la perspectiva de un piloto del Ejército colombiano, y sus principales anécdotas en esta fuerza militar.

Uno de los episodios más importantes que narra el libro es el esclarecimiento de los acontecimientos, las verdaderas causas que provocaron el accidente de un avión en una revista aérea que se realizó en el campo de Santana, el 24 de julio de 1938, donde estaban el saliente presidente de Colombia Alfonso López Pumarejo y el entrante Eduardo Santos Montejo.

El General Zapata Vargas habló con uno de los pilotos protagonistas de la revista aérea, que le contó que, contrario a lo que dijo la prensa y al informe del propio Gobierno, el accidente se presentó porque no se acataron las sugerencias de uno de los pilotos que advirtió la falla del avión que iba a liderar la revista. La información se la confirmó, además, al escritor del libro, el entonces general Álvaro Valencia Tovar, excomandante de las Fuerzas Militares de Colombia.

La principal revelación que se hace es que el avión que chocó contra la tribuna, provocando 64 muertos y cerca de 150 heridos, había sido ensayado el día anterior y, el piloto por poco se mata en él, porque presentaba una falla. Como era un hidroavión, traído de la base de Tres Esquina, le bajaron los flotadores, pero le dejaron instaladas las perchas que los sostenían lo que representaba un lastre para ciertas maniobras del avión, como el rollo.

 Lo segundo es que ese piloto le hizo la advertencia al comandante de la última parte de la Revista Aérea que debía pasar cerca de la tribuna, aconsejándole que no lo volara porque tenía problemas técnicos, porque conservaba esas perchas. Eso no se acató. En ese accidente murieron dos hermanas del expresidente Julio César Turbay, y sufrió lesiones, quemaduras en su rostro, el joven Misael Pastrana Borrero, quien después fuera presidente de Colombia. Las verdaderas causas del accidente no fueron nunca reveladas, aunque sabidas, fueron guardadas por sus protagonistas.

Lo que dijo la prensa de entonces

“Todas las publicaciones que trataron de explicar ese lastimoso hecho coinciden en la presencia de factores meteorológicos adversos. Algunos periodistas de la época se refirieron a una bolsa de aire que generó una gran turbulencia, la cual originó el accidente. No faltó quien dijera que el accidente se presentó cuando el teniente César Abadía, líder de la escuadrilla Hawk, intentó agarrar una de las banderas nacionales que adornaban el sitio de la ceremonia. Son hipótesis imposibles y fantásticas”, dice el General en retiro Fabio Zapata Vargas en su libro.

El accidente se presentó en la última acrobacia, luego de que habían pasado ya dos revistas. Esa última estaba a cargo de la escuadrilla Hawk. “Las siguientes fueron las tripulaciones de los Hawk: los tenientes César Abadía, Carlos Duarte, Arturo Posada, Octavio González y Emilio Correa; los subtenientes Escipión Álvarez, Bernardo Escobedo y Antonio J. Calle, y el alférez Luis Hernando Melani. La revista aérea comenzó a las 11:31 de la mañana”, cuenta Zapata.

Así fue el accidente 

“La última maniobra acrobática estaba a cargo de solo cinco pilotos: los tenientes César Abadía, Octavio González y Emilio Correa, y los subtenientes Escipión Álvarez y Antonio J. Calle. Para comenzar esta última presentación, el teniente Abadía inició una picada desde una altura de trescientos metros para efectuar un rollo lento, el cual debía ser repetido por los otros cuatro aviones. Cuando tuvo el avión invertido comenzó a deslizarse, y sin terminar la maniobra continuó perdiendo altura. En un momento crítico, por la altura en que se encontraba, logró enderezar el avión, pero uno de sus planos chocó con el extremo norte de la tribuna número 2, asignada al cuerpo diplomático.

Una de sus ruedas golpeó la escalera de acceso a la tribuna presidencial, y posteriormente se precipitó detrás de la tarima, impactó contra el suelo y explotó en medio de las personas que abandonaban la ceremonia. EI subteniente Álvarez, que ya había comenzado el rollo, lo terminó y salió por encima de la humareda ocasionada por el avión accidentado. Los otros pilotos de la escuadrilla lograron abortar la maniobra. Según algunas referencias históricas, el teniente Abadía se accidentó durante la ejecución de un segundo rollo, aunque no existe ningún testimonio dentro de la investigación que así lo asegure”, narra el autor del libro.

Como queda dicho, hubo 64 muertos y casi 150 heridos. El presidente de entonces, próximo a entregar el cargo, Alfonso López Pumarejo y el entrante presidente, próximo a sentarse en la silla de Bolívar, Eduardo Santos Montejo, salieron ilesos de la tragedia.

La versión de uno de los pilotos

El exdirector de la Fuerza Aérea Colombia, General en retiro Fabio Zapata Vargas, sostiene: “Motivados por las versiones encontradas y para aproximarnos hasta donde fuera posible a la realidad, conversamos con el señor capitán Bernardo Escobedo, quien hacía parte de la escuadrilla de Hawks al mando del teniente Abadía el día del fatídico suceso”.  Y hace una larga entrevista, resumida en los siguientes párrafos:

“Cuando se le preguntó si recordaba el accidente de Santana, nos respondió que lo recordaba perfectamente. Así fue su relato: 

«Relataré lo sucedido hace más o menos 35 años en la transmisión del mando presidencial del doctor Alfonso López Pumarejo al doctor Eduardo Santos. Yo estaba asignado a una escuadrilla de nueve aviones tipo Hawk, que debían realizar varias acrobacias y una cola de ratón. Durante los ensayos se determinó que había necesidad de traer un avión desde la Base de Tres Esquinas para completar las nueve Hawks de la escuadrilla. 

“Me ordenaron que me trasladara por tierra, y tardé tres días en llegar a Tres Esquinas. Allí me entregaron el avión número 828, uno de los más recientes. Como se encontraba con flotadores, realicé el vuelo directo a Palanquero para cambiarlos por ruedas. Seguramente por la facilidad de instalarle nuevamente los flotadores, el avión permaneció con las perchas donde se fijan los flotadores. En estas condiciones, el 23 de julio lo trasladé a Bogotá y quedé a órdenes de mi teniente Abadía, comandante de mi escuadrilla. En la víspera de la revista, hicimos un ensayo. Durante la carrera de ratón toda la escuadrilla debía realizar un rollo que ya había sido ejecutado por el líder. Durante esta maniobra sentí que en la última parte el avión no respondía a mi mando y que no podía regresarlo a su posición inicial. Sin embargo, mediante un gran esfuerzo terminé la maniobra, pero casi a ras del suelo, porque perdí demasiada altura y pasé un gran susto. Casi me accidento. Fue un problema gravísimo, pues yo no esperaba esa reacción del avión y en verdad casi me mato. El mismo día de la revista, durante una conversación con Abadía, le conté lo sucedido. Me respondió:

Teniente Abadía: Bueno, yo cojo ese avión. 

Teniente Escobedo: Mi teniente, ese avión tiene ese problema

Teniente Abadía: No importa. Yo me las arreglo.

“Entonces tomó el avión mío (el 828) y me entregó el 812. Hicimos toda la formación y la acrobacia prevista en la ceremonia normalmente. En la maniobra final, que sería en cola de ratón, participaron solamente cinco aviones: los tenientes Abadía, González y Posada, y los subtenientes Álvarez y Calle.

 “Comenzamos la maniobra; como dije al principio, lo que hace el primer avión lo hacen los demás. El planeamiento de las maniobras fue ejecutarlas en orientación paralela a la tribuna principal. De repente observé que el líder inició un viraje de 90 grados, se orientó hacia la tribuna y comenzó un rollo. Cuando el avión de Abadía se invirtió, comenzó a derrapar y derrapar. Se veía que no podía sacarlo; de pronto la punta del plano se estrelló contra la tribuna y luego continuó hacia la parte posterior, donde se encontraba una gran cantidad de público abandonando el sitio de la ceremonia. El avión tan pronto tocó tierra explotó. Este accidente causó la muerte a bastantes personas y heridas a muchísimas más. Después vinieron las investigaciones. Yo me quedé callado, pero sabía cuál había sido la verdadera causa del accidente. 

“Si Abadía hubiera continuado en orientación paralela, como se había planeado y acordado en el briefing, no hubiera ocurrido la tragedia. Tal vez se hubiera chocado en otro lugar, pero él se enfrentó a la tribuna y desgraciadamente le pasó lo mismo que a mí el día del entrenamiento. No pudo hacer nada, se estrelló con la punta plano y ocasionó el problema más grave del mundo entero». 

G.Z.: ¿Qué ocurrió después del accidente?  

C.E.: Eso fue un desastre: la debacle. No hubo estrellones entre nosotros de milagro, pues todos los aviones se bajaron a mirar el accidente y pasar por encima de la humareda.  Después regresamos a Techo.  

G.Z.: ¿Cuántos ensayos hicieron antes de la revista? 

C.E.: Dos ensayos, y como faltaba un avión, me mandaron a Tres Esquinas para traer el 828, que estaba en flotadores.  

G.Z.: ¿Durante los ensayos previos a la revista, el teniente Abadía hizo el rollo que intentó realizar el día de la ceremonia?  

C.E.: Sí. Lo hizo en el 812.  

G.Z.: ¿No lo hizo en el avión que usted trajo de Tres Esquinas? 

C.E.: No, no lo hizo en mi avión. Fue en el último momento, cuando me pidió mi avión.  

G.Z.: ¿Y usted le anticipó el problema? 

C.E.: Yo le dije lo que me había pasado en el ensayo.  Entonces me respondió que él tomaba el problema con los resultados ya comentados. En todo caso, el problema fue una fatalidad para esa época de la aviación. Ese accidente se consideró como el segundo más grave en el mundo, después del Hindenburg, ocurrido en Nueva Jersey, un año atrás”.

Confirmación de la versión de Escobedo por parte del entonces General Álvaro Valencia Tovar

El general Zapata Vargas le preguntó al General Álvaro Valencia Tovar, excomandante del Ejército de Colombia si conocía la versión de Escobedo, y este le confirmó que esas eran las verdaderas causas del accidente.

“En una conversación con el señor general del Ejército Álvaro Valencia Tovar, quien se encontraba en la parada militar de Santana, confirmó la versión del capitán Bernardo Escobedo. Además, agregó que el segundo avión de la escuadrilla, correspondiente al teniente Escipión Álvarez, ejecutó un rollo sobre la tribuna, seguramente por su cercanía al líder y no poder suspender la maniobra. El reporte final del accidente de Santana indica que fueron 65 muertos y más de 150 heridos, la gran mayoría por quemaduras.  

Los reportes que descansan en la investigación del accidente permiten establecer que las instrucciones sobre las precauciones que se debieron observar durante las maniobras fueron claras y precisas. En todos los informes que se tramitaron a los comandos superiores, inclusive al mismo presidente, no se menciona ninguna causa certera sobre la caída del avión. Más bien algunos comentaristas de la prensa local lo atribuyeron al factor meteorológico representado en una bolsa de aire con gran turbulencia en el área de Usaquén. Eso seguramente le hizo perder estabilidad al avión del teniente Abadía. 

Es posible que existan otros capítulos inéditos sobre la tragedia de Santana, pero el análisis técnico de las declaraciones del capitán Escobedo, que por primera vez se publican, nos llevan a una explicación del accidente con un alto porcentaje de aprobación. Si se tienen en cuenta los ensayos previos, donde no se presentó ninguna novedad durante la ejecución de las maniobras, salvo lo reportado por el teniente Escobedo, sobre lo que le ocurrió cuando efectuó un rollo el día anterior en el avión accidentado, la causa más probable del accidente fue la configuración con perchas instaladas en el avión, lo cual representaba un lastre para ciertas maniobras como el rollo. Lo anterior también es comprobable con el avión número 2, que logró terminar la maniobra.

 No se pretende descalificar ningún análisis o las conclusiones que hayan surgido con motivo del trágico accidente de Santana. Sin embargo, se podría pensar que en algunos de esos análisis primó la indulgencia sobre la objetividad. En un accidente se conjugan una gran cantidad de circunstancias. Ocasionalmente, algunas de ellas se escapan a los esfuerzos de los investigadores; de todas maneras, un accidente se empieza a configurar desde mucho antes de que ocurra. El accidente de Santana también se encuentra dentro de esta realidad, y seguramente no habría sucedido si se hubieran detectado y corregido las situaciones técnicas y humanas que lo hicieron inevitable”.

Notas tomadas del libro: Memorias de un soldado del aire, del excomandante de la Fuerza Aérea Colombiana Fabio Zapata Vargas. Caza de Libros Editores. 2025.

FOTOS

  1. El general en retiro Fabio Zapata Vargas, firmando su libro el día de la presentación en Armenia. Foto EL QUINDIANO
  2. El avión 814, uno de los participantes de la Revista Aérea en Santana. Foto Wikipedia.
  3. Los aviones de la Revista Aérea de Santana, sobrevolando las graderías de Santana. Foto Aeronáutica Civil de Colombia en vídeo de YouTube.
  4. Tres aviones de la Revista Aérea de Santana, en su ejercicio de vuelo. Foto Aeronáutica Civil de Colombia en vídeo de YouTube.

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