El orate de Washington

6 abril 2025 9:30 pm
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Julio César Londoño

Anda nerviosa la derecha con las medidas de la administración Trump, pero no es solo la derecha, también son los científicos, los intelectuales y los demócratas del mundo, las feministas, la comunidad gay, los ambientalistas, los hispanos, los musulmanes, los derviches, los beduinos, los esquimales y el tercer mundo en general, claro, y el primer mundo, lo que ya no es tan claro, y los empresarios, acostumbrados al juego libre y al comercio globalizado, y los líderes de las potencias, partidarios del sano multilateralismo (sí, el multilateralismo del G20 o del G8, no del G1 de Estados Unidos) y Europa Occidental, que aún no se recupera de ver que su aliado de toda la vida es ahora socio de Rusia y de Putin, ese oso siberiano tan ajeno a las buenas maneras de los países del primer mundo. Hasta El Tiempo publica artículos contra Trump y su dorado círculo de genios mega ricos y, pásmense, también Semana está alarmada.

El secretario de defensa anda en una cruzada lingüística para borrar «palabras envenenadas», todo lo que huela woke, es decir, muy liberal, ambientalista, social o gay. De los formularios del gobierno se eliminaron los pronombres neutros y se remplazó la palabra «género» por «sexo». Associated Press informó que un programa censor casi borra decenas de miles de archivos que tenían palabras como diversidad, inclusión, equidad, feminismo o nombres de mujeres militares destacadas, y miles de archivos de la Segunda Guerra porque el programa detectó un nombre propio que prendió las alarmas, Enola Gay, el avión que bombardeó a Hiroshima. La gorda Trump anda más desquiciada que nunca.

Uno se pregunta por qué la derecha, que celebró el triunfo de Trump, anda tan molesta con sus decretos. ¿Será que la nueva derecha es un movimiento progresista, o que Trump se pasó de la raya y comete desafueros inadmisibles incluso para la vieja derecha? Ninguna de las anteriores. Los imperios siempre han obrado de manera bárbara y unilateral, y la derecha siempre ha sido conservadora: es patriarcal, menosprecia lo social, las minorías y el medioambiente, privilegia el orden sobre las libertades y la iniciativa privada por encima de todas las cosas.

¿Entonces qué es lo que ha cambiado ahora? No es el fondo, son las formas de Trump lo que le molesta a la derecha. Cuando el primer mundo, con Estados Unidos a la cabeza, saqueaba y bombardeaba al tercer mundo, siempre alegó que era una cruzada por la paz o la democracia o contra las armas químicas, pero ahora Trump se dejó de ternuras y asegura que es imperioso despejar Gaza para desarrollar allí un proyecto inmobiliario. Entonces El tiempo Semana, y Macron y el primer ministro inglés se rasgan las vestiduras y exclaman ¡por Dios, Donald!

El otro gran problema de esta Administración es que la plutocracia no es un círculo monolítico. Los intereses de Zuckerberg difieren de los de Musk, los ataques a los migrantes perjudican a muchos empresarios –por ejemplo a los banqueros del primer y del tercer mundo, que mueven las remesas– y la subida de los aranceles perjudica incluso a muchos empresarios norteamericanos. Quiérase o no, el mundo sigue siendo un mercado globalizado.

El tiempo y el dios mercado limarán la soberbia de Trump. Estados Unidos seguirá causando estropicios en todo el mundo, pero Trump será casi tan humilde como Bergoglio. Los Estados Unidos seguirán esnifando de noche y descertificando de día a los países del tercer mundo, pero no por la baja calidad del producto sino por el aumento de la cantidad, una tendencia que devalúa la «merca» y afecta las utilidades del negocio.

Lo positivo es que el mundo está viendo en directo el peligro de la combinación de dos plagas letales: la plutocracia y la extrema derecha.

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