Si el presidente Gustavo Petro incluye en su consulta popular una pregunta para sacar a Lorenzo, con seguridad gana por goleada. Brasil clasificada despidió a su técnico, nosotros en el abismo, ¿por qué no?
JUSTIFICACIÓN.
Antes del 2-2 contra Paraguay, los personajes más despreciables del país eran Benedetti y «Mordisco». Hoy ese título lo tiene Lorenzo.
Para salvarnos hay que sacarle roja al entrenador, de lo contrario nos aplicarán aranceles altos y quedaremos desertificados. Lorenzo es un avivato que se prestó para una jugada de laboratorio y se les quemó el tubo de ensayo. Aún tenemos posibilidades de hacer el cambio para el contragolpe.
El año pasado Lorenzo salía a la calle, la gente lo miraba con aprecio y no necesitaba escoltas. Si hoy lo hace, lo insultan y lo atacan. Para ir a misa necesitará media docena de carros blindados y veinte escoltas de la Unidad Nacional de Protección.
No hay acto democrático más grande que la bandera de la patria envuelta en once jugadores de fútbol. Doctor Petro, póngase la camiseta y no deje la nación en los pies de ese incompetente.
El fútbol es un negocio de privados, pero la selección Colombia no. Los particulares no pueden utilizar el nombre del país para volverse millonarios. Ese patrimonio es exclusivo del pueblo. Por la patria se va a la guerra y por ella mueren los soldados. La selección es la patria y la bandera más importante de una sociedad.
Petro tiene una oportunidad de oro para salvar los muebles. Eche a Lorenzo, échelo. Ayude. Los directivos le dirán que no puede porque la FIFA nos interviene. Paja, eso dijeron con el Fifagate y todavía están haciendo fila para ingresar a la cárcel.
El primer inconveniente es llamar técnico a quien no es. A Pékerman le cargaba el maletín, le llevaba las estadísticas en la tableta y le organizaba los conos en los entrenamientos. Esa era su función y por eso lo ascendieron a seleccionador nacional. Los resultados de Lorenzo son la prueba que burro dopado no gana derby.
En su país no lo conocen como futbolista ni como entrenador. En Argentina nos dicen boludos por ese autogol. Es un desconocido que de la fama caerá al desprestigio, pero saldrá millonario. Ese dinero no importa porque es privado y si lo indemnizan sale de los particulares que lo trajeron.
No somos petristas pero si echa a Lorenzo, votamos la consulta y llevamos aficionados, dicen en la calle. En el fútbol se apuesta por tiros de esquina, tarjetas amarillas, rojas, saques de banda y hasta por pegarle con el balón al árbitro para hacerlo notar como una anécdota del juego.
En semejante delito se empandillan jugadores y técnicos, que con apostadores ilegales ganan fortunas. El cáncer del futbol son las apuestas y poner jugadores mediocres en la selección para promocionarlos.
Amañar resultados de los partidos y perder por 3 o 4 goles es otro autogol infame. Cometer un penalti en calidad de local genera ganancias descomunales.
Eso pasa en Inglaterra, Italia, Brasil, etc., pero aquí lo hacen con más descaro y frecuencia. En Inglaterra hay dos casos. Paquetá de la Selección Brasil puede ser suspendido de por vida tras provocar tarjetas amarillas en su contra. Los apostadores ganaron millones de libras esterlinas con esa deslealtad. Igual sucede con Tonali, estrella negra del Newcastle y la selección Italia. Cuando lo pillaron para remitirlo a la justicia ordinaria, dijo que necesitaba un terapeuta para superar esa ansiedad. Pobrecito el tramposo, se declaró víctima y enfermo. No devolvió un dólar.
Aquí no somos la excepción.
El problema es que las investigaciones en la fiscalía se amañaron engavetadas. El doctor César Guzmán, directivo de un equipo, con pruebas contundentes denunció jugadores que presuntamente incurrieron en esas conductas y como la canción, nada de nada. Es más fácil ver un gol de Córdoba y Borré, que mover esos expedientes.
El segundo tiempo de semejante partido tan maluco es el relacionado con las selecciones nacionales. Allí no siempre van los mejores. El trampolín para la venta internacional de futbolistas es vestir la camiseta de su país.
Para tal fin los directivos eligen como entrenadores sujetos sin trayectoria. En Europa, EEUU, Brasil y Argentina no contratan jugadores sin experiencia en sus selecciones. El filtro para que un empresario venda a sus deportistas es que tengan partidos internacionales. Ahí está el juego sucio.
El técnico de la Selección Colombia Néstor Lorenzo da la impresión de estar presionado para poner ciertos jugadores. No lo acusamos de corrupto, pero, sus preferencias por algunos convocados son jugadas que merecen ir al VAR.
Señor presidente Petro, si usted quiere salvar su gobierno y la patria en el alargue de la consulta, siga esa jugada. Mucha gente no va a misa, pero si al estadio. El Dios de los ateos es el fútbol. Cuando nos cobran un tiro de esquina todo el país reza para que el portero Vargas no deje pasar el balón. No vaya a cometer el pecado, señor presidente, que en su gobierno quede la mancha de eliminados del mundial.
Además del fracaso deportivo, sería un gol político que le metería a este gobierno el presidente Donald Trump. Así sea por el hueco, pero hay que llegar a USA. Es cuestión de dignidad. Si Colombia no va al mundial, Trump será tu papá, y eso no es bueno para la hoja de vida de un izquierdo.
El balón está en la cancha del presidente. Para la gente es más importante clasificar al mundial que la reforma laboral.