José A. Soto
El esclavo cree que, para dejar de ser esclavo, se debe convertir en amo y tener esclavos.
Tomado de un libro del que no me acuerdo su nombre. Créditos al autor.
Pararse en el balón siempre ha sido de troncos. La escasa técnica de algunos practicantes del fútbol se evidenciaba cuando al intentar controlarlo o pasarlo, calculaban mal, se paraban en él y se caían. Ahora quienes se paran en el balón, haciendo alarde de su técnica, se exponen a ser linchados por los contrarios quienes ven en ese gesto una humillación y una provocación.
El fútbol en general y el profesional en particular son un espectáculo, por lo tanto, sus practicantes adquieren la categoría de lo que generalmente se denomina cómicos; personas que a través de su arte nos divierten, nos recrean y hasta nos enseñan a comprender la realidad desde otra perspectiva. Ese es el valor del arte: su capacidad para hablar de lo mismo, pero de una manera distinta, nueva, original,con su propia voz y sin autorización de alguien más.
Muchos, que han perdido el sentido del humor, si es que alguna vez lo tuvieron, dicen que pararse en el balón no sirve para nada -lo mismo que dicen del arte cuando no lo entienden- pero si avalan la reacción desproporcionada y violenta ante este tipo de acciones. La acción como tal esta tipificada en la Ley 12 del fútbol como conducta antideportiva que tiene como sanción tarjeta amarilla y cobro, a favor del equipo contrario de tiro libre indirecto. No dice que los jugadores “ofendidos” o “provocados” puedan tomar justicia por sus propias manos y tengan derecho a insultar y golpear a quien “enriqueció” el espectáculo.
Puede ser este, un buen momento para recordar el dicho popular que dice: No ofende quien quiere, ofende quien puede. ¿Por qué se sienten ofendidos los jugadores ante este tipo de acciones? Seguramente se ofenden porque otro hizo lo que ellos no se atreven a hacer.
Nos hemos vuelto demasiado solemnes, aferrados a nuestra rigidez emocional que nos impide darle valor al que se atreve, al que se sale de la norma. No olvidemos que dentro de estas acciones castigables que violan los famosos y mafiosos “CÓDIGOS” del fútbol, también se encuentran el túnel, el ocho, la bicicleta, la rabona, el amague, etc. y enaltecemos el codazo, la falta violenta, el escupitajo, la agresión verbal y un sinfín de actos propios de nuestra cultura violenta, a los que llamamos tener cancha, calle, jerarquía, personalidad, carácter, y otras tantas denominaciones estúpidas.
Me gustaría ver a esos que corretean a los que se paran en el balón, reaccionando igual ante el insulto y los gritos con palabras descalificadoras y cuando son ninguneados por los entrenadores de turno. Me gustaría verlos reaccionando con tanta vehemencia, ante el mal trato, los impagos y las humillaciones de los directivos. Ahí los quiero ver, a los que corretean a los contrarios -que también son compañeros de profesión- y a quienes defienden estos comportamientos.