APROXIMACION A LOS VALORES Y PRINCIPIOS DEUNA ÉTICA CÍVICA Y CIUDADANA EN LA CIUDAD DE ARMENIA

30 marzo 2025 9:17 pm
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Álvaro Pedraza Osorio

Este texto es producto de una reflexión realizada durante muchos años sobre los valores y virtudes éticos determinantes al momento de hacer valoraciones y selección de unos valores y principios básicos y fundamentales para cualquier persona civilizada de la cultura occidental. La pregunta inicial que orientó la reflexión interrogaba sobre los valores y principiosirrenunciables y deseablemente, patrimonio cultural de la humanidad occidental.  Considere oportuno y pertinente esta búsqueda pues es propio de muchas personas hablar de la jerarquía relativa de los valores, de pérdida y necesidad de rescatar valores entre las nuevas generaciones y, otro tipo de afirmaciones que, con la intención de aclarar o precisar, solo confunden, engañan o desorientan las posibilidades de respuesta.

Algunos críticos contemporáneos hablan de crisis de valores; de ausencia de referentes morales; de crisis intergeneracional, algunos padres, antiguos hippies, son los dictadores modernos, etc. No se sabe si por ignorancia, o por saturación de información, pero se deja de lado la verdadera reflexión pedagógica: ¿cómo podemos transmitir referentes éticos?, ¿Es posible evaluar el desarrollo del juicio moral de los niños y jóvenes vinculados al sector educativo? 

La reflexión sobre la ética y los valores se nos presenta más como posibilidad que como realidad ampliamente difundida. Sin embargo, relativizar los valores no ayuda a precisar la problemática, no hace más apreciable los actos de vida buenos, ni tampoco ayuda a establecer principios, reglas o ideas rectoras de conducta, que faciliten la convivencia entre humanos y entre ellos y el planeta. La reflexión ética tiene el compromiso ineludible de superar actitudes y definiciones antropocéntricas; debemos incluir en el enfoque ético el respeto y la recuperación de la biodiversidad pues es el soporte de la vida. 

Los tiempos actuales nos exhortan a superar éticas heterónomas del mandato y la obediencia, del premio y el castigo, por propuestas éticas más reivindicadoras del individuo, sin promover el atomismo social; éticas que interpreten la actual sociedad del riesgo y que por medio de una racionalidad discursiva de carácter colectivo asuman unos valores y/o principios normativos necesarios para la convivencia de los seres humanos y del equilibrio biológico del planeta.

En la búsqueda de referentes históricos y conceptuales relevantes en la inquietud filosófica sobre una ética global, me interese por los postulados que sirvieron de pauta para la revolución francesa como son: la igualdad, la libertad y la fraternidad, y, los valores-conceptos que fundamentan los derechos humanos, asumidos y validados por un gran número de naciones del mundo y que tienen como fin último, el fortalecimiento y ampliación de las oportunidades y capacidades humanas así como el progreso social, el bienestar y el incremento gradual de la calidad de vida de los ciudadanos, habitantes de los países que los ratificaron concertadamente en la Organización de Naciones Unidas, ONU. Desde esta perspectiva esclarecedora es posible considerar los valores que fundamentan los derechos humanos como válidos, necesarios y aplicables en los diferentes contextos de la sociedad contemporánea. 

El filósofo autodidactica Estanislao Zuleta confiere a los derechos humanos una superior jerarquía al reconocer en ellos una alta expresión, ya que son algo más que un logro de la clase burguesa; tampoco son una doctrina capitalista, pues exaltan y reivindican los intereses más elevados y generales de la humanidad. El reconocimiento público y autónomo de los derechos humanos permite y origina el estado de derecho con el cual los seres humanos validan y acatan los límites de su libertad y de sus derechos, en los límites semejantes de las otras personas y / ciudadanos. Es pertinente reconocer en los derechos humanos un avance civilizador y reivindicador de la vida y dignidad humana en las democracias capitalistas de occidente principalmente.

Mientras el capitalismo promueve la competencia, el individualismo; la democracia requiere del trabajo en equipo, la solidaridad y la ayuda mutua en pos del bien común y de un equitativo beneficio individual. Las libertades preconizadas por las economías capitalistas como son: la libertad de empleo, de propiedad y de contrato, sumado al principio de beneficio dan al sistema capitalista su consolidación a través de la historia debido quizá a su “camaleónica” capacidad de adaptarse a las condiciones cambiantes de la sociedad. Parece a veces imposible hablar desde una perspectiva ética de valores democráticos sin que se hibriden o se “cuelen” los anti valores del capitalismo como son el individualismo, hedonismo y afán de lucro.

Desde su seno, las sociedades democrático-capitalistas, evidencian una intensa pugna entre sus valores fundantes y antivalores como el individualismo que parece representar el espíritu de la época actual. Los sistemas democráticos requieren la adopción de acuerdos fundamentales sobre los valores que le son inherentes, para poder continuar en su proceso de desarrollo y consolidación.

Para vivir en sociedad se requieren unas condiciones mínimas de respeto y dignidad hacia el otro. Es decir, reconocernos en igualdad de condiciones y de derechos. La democracia ha sabido proyectar los ideales de soberanía del pueblo y derecho popular, así como el valor supremo de la justicia social es así como podemos decir, por ejemplo, que la Revolución Francesa heredamos unos valores como son la igualdad, la libertad y la fraternidad.

Cuando el valor es reconocido, a partir de una concienzuda reflexión ética, como un reclamo deseable para el bienestar de la humanidad, empieza su proceso de maduración para convertirse en derecho. Un valor se convierte en norma moral o referente de conducta cuando es validado socialmente. Interiorizar pautas éticas de comportamiento facilita los procesos de convivencia. Mas que legislaciones externas que repriman o disuadan, se requieren leyes morales, autónomamente aceptadas, que direcciones hábitos, costumbres y tradiciones sociales; en función de la solidaridad, la tolerancia, el respeto de la dignidad humana y la convivencia social.

Este momento histórico requiere valores que sean universales, sin importar su cultura y ubicación en el mundo, ni el color de su piel. Valores que se entiendan como un mandato voluntario asumidos por convicción, y no valores impuestos, desarraigados que solo esperan un poco de complicidad para ser dejados de lado ante la másinsignificante ventaja o utilidad. Valores que puedan ser interiorizados por medio de actividades lúdicas. Valores que confronten relaciones de poder y que superen la percepción de las normas de convivencia como obstáculos en la realización humana, como censura y prohibición coactiva lo que nos ha vuelto unos expertos trasgresores de los cánones de convivencia y democracia.

Comprender que desde una perspectiva heterónoma el hombre se hace siervo de la ley que el mismo elabora; nos invita a reivindicar el papel de la autonomía en la instauración de principios para una vida buena y virtuosa. Autonomía no exenta de la influencia de condicionamientos económicos, ambientales y sociales, una autonomía que no olvida el respeto por la integridad de la naturaleza y por el respeto y estima de uno mismo. No es posible olvidar que la búsqueda de valores éticos absolutos no necesariamente pretende afianzar, defender y conservar el actual sistema económico y político, sistema que, de continuar sin modificaciones, exacerbara la competencia por los mercados y las fuentes de riqueza o de supervivencia, y debilitara valores y principiossociales considerados relevantes.

En un próximo artículo hablaremos de esa guía mínima de valores y principios necesarios en una ética cívica ciudadana para la ciudad de Armenia e iniciaremos con el valor fundamental, la vida.

Autor: Álvaro Pedraza Osorio (Filósofo)

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