Nada pasa por casualidad. Todo tiene un propósito y tu misión en la vida es descifrar que propósito esconde cada adversidad de la que te sientes víctima.
Germán Estrada Mariño
La vida no es un camino recto iluminado por certezas, sino un laberinto de sombras y destellos, de tentaciones y adversidades que nos interrogan: ¿Quién eres? ¿Qué eliges ser? Desde el momento en que abrimos los ojos al mundo, enfrentamos una paradoja: nacemos frágiles, pero destinados a ser fuertes; libres, pero rodeados de trampas que buscan esclavizar nuestra esencia.
El ego, el apego, el deseo efímero, la envidia, el odio… son sombras que se arrastran en nuestra mente, susurrándonos que caigamos, que nos justifiquemos, que culpemos a las circunstancias de nuestra pequeñez. Pero he aquí la verdad que el universo nos susurra al oído: las adversidades no están para destruirnos, sino para revelarnos.
Imagina un árbol que crece en la montaña. El viento lo azota, la lluvia lo golpea, el frío quiebra sus ramas. ¿Acaso el árbol maldice la tormenta? No. Sus raíces se hunden más profundo, su tronco se fortalece, sus hojas aprenden a bailar con el huracán. Así somos nosotros. Cada dificultad, cada pérdida, cada herida, es una invitación a crecer, no a quebrarnos. Las circunstancias oscuras no definen quiénes somos; solo revelan si hemos elegido convertirnos en víctimas o en guerreros de nuestra propia luz.
Los espejismos
El mundo nos tienta con espejismos: poder que corrompe, placeres que vacían, posesiones que encadenan. El ego nos grita que somos superiores, el odio nos convence de que separarnos es la solución, la envidia nos hace creer que la vida de otro es más valiosa que la nuestra. Pero estas no son más que ilusiones, cárceles disfrazadas de libertad. La verdadera libertad está en soltar lo que nos ata, en mirar más allá del reflejo distorsionado que el miedo pinta en el espejo.
¿Por qué existimos? No para acumular riquezas efímeras, ni para competir en una carrera sin meta, ni para alimentar el vacío con fugaces satisfacciones. Vinimos al mundo para trascender la animalidad de nuestras reacciones instintivas y elevarnos hacia la conciencia plena. El propósito no es sobrevivir, sino renacer en cada elección. Cada vez que elegimos perdonar en lugar de odiar, servir en lugar de tomar, escuchar en lugar de juzgar, nos acercamos a la esencia divina que habita en nosotros.
La fuerza del amor
Somos Hermanos, agencia de noticias.
El amor no es un sentimiento débil; es la fuerza más revolucionaria que existe. La compasión no es ingenuidad; es la sabiduría de entender que todos llevamos heridas. La conciencia no es un lujo; es el antídoto contra la ceguera del ego. Cuando decidimos ser mejores no por mérito, sino por dignidad, descubrimos que las adversidades eran escalones, no abismos. Que los que nos hirieron eran maestros disfrazados de enemigos. Que cada caída era una lección para aprender a levantarnos con más humildad y más firmeza.
Hoy, la vida te está mirando. Te pregunta: ¿Vas a dejar que el miedo escriba tu historia? ¿O vas a tomar las riendas de tu alma y convertir cada lucha en un acto de amor? Las circunstancias nunca dejarán de retarte, pero recuerda: tú no eres esclavo de lo que te ocurre, sino alquimista de lo que decides crear con ello.
Sentido de la vida
El sentido de la vida no está en evitar el dolor, sino en transformarlo en sabiduría. No está en controlar el camino, sino en caminar con integridad, incluso cuando la niebla es densa. Al final, no seremos juzgados por lo que poseímos, ni por lo que logramos, sino por cómo amamos, cómo perdonamos y cuántas veces elegimos ser luz en medio de la oscuridad.
Eres más fuerte que tus tentaciones. Más grande que tus miedos. Más noble que las sombras que te rodean. Levántate. Respira. Y recuerda: viniste aquí para ser una versión de ti mismo que ni siquiera imaginas posible.
GERMÁN ESTRADA MARIÑO
PSICÓLOGO CLÍNICO
PSICOTERAPEUTA INDIVUDUAL DE PAREJA Y FAMILIAR BILINGÜE ONLINE
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA
PERITO FORENSE
LÍDER CAMPAÑA PREVENCIÓN DE SUICIDIO JUVENIL
316 4502080
