El sentido de pertenencia y la identidad no se pueden negociar. La responsabilidad de dirección no la debería asumir nadie que no posea el suficiente criterio para abanderar y cobijar su grupo. Ser líder implica apartarse de prevenciones o conflictos personales para trabajar en beneficio de los proyectos que vayan dirigidos a fortalecer a su establecimiento. Las personas somos proclives a momentos de “debilidad” y entonces caer en la fragilidad cuando algunas emociones u otros factores invaden y contaminan a la inteligencia y los procesos mentales que conducen a la toma de decisiones. Para blindar ese riesgo es importante conformar un equipo de personas probas que objetivamente asesoren, con la suficiente franqueza y conocimiento para ayudar a evitar que el camino se confunda. Cuando me refiero a personas objetivas estoy haciendo énfasis en que no haya la mínima duda en cuanto a su imparcialidad y neutralidad y eso supone una clarísima ausencia en conflictos de intereses, amistad o paternalismo, o en muchos casos, la conjugación de las tres anteriores. También es necesario que exista la capacidad para apartarse de sentimientos de revanchismo, venganza o rabia ocasionados por roces de carácter personal porque allí quedan estancadas las posibilidades para ver con claridad que los asuntos corporativos no se deben confundir con los sentimientos individuales. También perjudica la visión corporativa de conjunto la incapacidad de vislumbrar el futuro, no solo por negligencia o mala intención sino por ignorancia y falta de experiencia, lo cual se constituye en un riesgo cuando personas de esas características pretenden ascender a la dirección de entidades que están proyectadas para permanecer a través del tiempo… Las personas se van, pero las instituciones quedan y es muy grande el costo que se paga si las sociedades han sido sacadas de su norte y desviadas hacia caminos secundarios, tortuosos. No es infrecuente escuchar la sentencia del mediocre: “soy víctima del pasado”, “esto es culpa ajena”. Otros riesgos se edifican en la medida en que, por inseguridad y miedo, se busca apoyo en conglomerados que no están pensado: solo obedeciendo ¿Qué tiene de serio y responsable? Es un error imperdonable porque la debilidad se convierte en un caballo de Troya. Mas grave cuando se instrumentaliza a la gente para que irrumpa sin argumentación seria y responsable como el niño que exige sin entender bien. La unidad debe generarse alrededor de un buen líder para todos, un ser que aglutine en vez de polarizar y dividir, un ser que respete y cumpla su juramento de defender la norma de todos; un ser que verdaderamente propenda por el progreso: un buen líder. Si no es así, la voz de los gobernados debe elevarse para retirarlo y reemplazarlo por alguien realmente adecuado, sano, responsable. Ruido no es argumento y, no es asunto personal. Es sentido común. [email protected]